BREVE HISTORIA EVOLUTIVA

BREVE HISTORIA EVOLUTIVA

John nació tras un parto difícil y prolongado. Su madre estuvo delicada durante los dos meses que siguieron al nacimiento y John, en consecuencia, fue alimentado con biberón y parcialmente atendido por su padre. Era un lactante vigoroso, un bebé fácil y vivaz, que cumplía sus etapas con cierto retraso; pero, como era un bebé jovial, sus padres no se preocuparon en exceso. Adoraba su biberón y rehusaba dejarse destetar mediante el pasaje a la taza, de modo que continuó bebiendo de mamadera mucho después de haber aceptado sólidos. No renunció a ella por completo hasta los tres años.

Cuando tenía 17 meses su madre tuvo una infección renal y fue atendida en la casa durante seis semanas. Después los padres se tomaron una semana de vacaciones, dejando a John a cargo de los abuelos, a quienes conocía bien. Sin embargo, cuando los padres regresaron, John se encontraba inexpresivo y comenzó a rechazar a su madre. A partir de ese momento no manifestó ningún afecto o deseo de comunicarse; a menudo se iba a jugar solo en una habitación oscura. Desde que tuvo 2 años y 9 meses, hasta los 3, hubo otro bebé en su casa, a quien solía hurgarle las orejas. El día que este bebé partió, John abandonó de repente la mamadera y aceptó la taza. Desde entonces continuó bebiendo en exceso, especialmente a la hora del desayuno.

Los padres comenzaron a preocuparse cada vez más por John y recurrieron en varias ocasiones a la consulta profesional. Cuando John tenía 3 años y medio, y no sin grandes dudas acerca de su eficacia, se decidieron por el tratamiento psicoana­lítico. Por la época en que me fue referido, tenía la costumbre de gatear sobre el cuerpo del padre, parecía disfrutar de la música y era, de un modo general, hiper­activo. Había arrancado todas las plantas del jardín, desprendido la corteza de los árboles y desgarrado el papel de las paredes de su dormitorio; mecía su cama con tanta violencia que la había roto en dos ocasiones. Desesperados, los padres lo ataban a la cama hasta que se dormía. Tendía a atacar a otros niños arañándoles la cara. A los 3 años y medio todavía usaba pañales, pues no había adquirido el. control de sus esfínteres. Su habla se limitaba a nombrar alrededor de quince objetos, pero no obstante recordaba lugares y personas durante períodos prolonga­dos. Lo fascinaban los aeroplanos, se decía que desde los 6 meses.

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