SUS PRIMEROS AÑOS Y ANTECEDENTES

SUS PRIMEROS AÑOS Y ANTECEDENTES

Christopher es el menor de tres hermanos. Para la época de su nacimiento, que fue mediante una operación cesárea, su madre estaba muy ansiosa, ya que por anteriores experiencias tenía razones para temer que el niño pudiera morir. En

 

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realidad, fue un bebé sano pero muy pasivo, que dormía mucho y nunca tomaba el pezón o el biberón con fuerza suficiente como para succionar en forma adecua­da. En realidad, prácticamente, se le debía verter la leche en la boca.

Aproximadamente a los dos años y medio, un médico amigo llamó la atención a los padres sobre su situación. En esa época, el contacto y la respuesta significati­vos a la gente y las cosas de su derredor era tan pobre que hubo que investigar la posibilidad de que fuera sordo o deficiente mental. En la época en que me fue re­mitido, a los tres años y tres meses, era inmaduro en todo sentido excepto en el desarrollo motor. Podía decir unas pocas palabras, pero lo hacía raramente. Las actividades que no fueran la agitación sin propósito, consistían básicamente en poner cosas dentro y fuera de cajas. Se decía de él que no mostraba placer en jugar

  • gusto por vivir. A menudo pasaba largos períodos mirando el espacio aparente­mente abstraído de lo que lo rodeaba, especialmente en épocas de grandes cam­bios, como unas vacaciones en la costa. Era sin embargo muy sensible a los cambios pequeños, particularmente cuando afectaban alguna de sus muchas rutinas. (Se decía que tenía una rutina para cada cosa.) Era muy exigente y, cuan­do se sentía frustrado, caía rápidamente en ataques de gritos prolongados. Su terror y furia eran particularmente marcados cuando lo sacaban de la casa o de su sillita
  • cuando le ponían ropas nuevas. Tenía severos problemas de alimentación y de sueño, pero durante el día se mantenía limpio y seco. En la parte superior de la cabeza tenía una pequeña área pelada, debido a que constantemente se arran­caba el pelo.

La madre de Piffie era una persona excesivamente vulnerable y ansiosa. Es­taba muy preocupada por él, pero al mismo tiempo se sentía constantemente acosada, culpable, inclinada a ceder en todo. Hubo muchas ocasiones en que fue posible observar que cuando Piffie comunicaba sus ansiedades a la madre, ella respondía embistiéndolo con su propia ansiedad. Afortunadamente fue posible arreglar para la madre sesiones de psicoterapia con una trabajadora social psi­quiátrica, que la ayudaron mucho.

El padre dio mucho apoyo tanto a su esposa como a la situación terapéutica. De todos modos, también él frecuentemente expresó su grave falta de confianza en sí mismo. La situación de Piffie en el momento en que fue remitido puede ser resumida en las palabras de su madre: «Parece temeroso de la vida

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