Miércoles 3 de febrero dé 1965

Miércoles 3 de febrero dé 1965

Hubo gran conmoción en el corredor y Barry no me esperó en la sala de espe­ra, sino que vino a mi encuentro y hacia otros niños en el corredor de una manera algo amenazadora. En el consultorio comenzó a hablar inmediatamente, con urgencia, con un gran flujo de palabras: «Hay un pecho de chancho. La casa es el pecho de chancho. Hay penes y niños por todas partes». Daba vueltas y más vuel­tas por el cuarto diciendo: «Este es ún pene. Este es un niño. Este es un pene. Este es un niño. Un bebé. Todo el cuarto es un pecho». Los nombres de las cosas cam­biaban con sus vueltas, de modo que lo que en un momento había sido un pecho la vez siguiente era un bebé. En mi interpretación le dije que pensaba que su parte de niño grande se confundía mucho cuando la parte bebé veía las cosas de esta manera, que todo podía ser intercambiable.

Estuvo de acuerdo y me preguntó: «El piso sobre el que usted camina, ¿es un pene o un bebé?». Después dibujó en la pared (xv) diciendo: «El pene es como un pecho. El pecho es el pene. El pene se ve como esto magnificado». En el primer dibujo: «Estos son los bebés, 24 pezones equivalen a 1 bebé, 48 bebés equivalen a 1 pene, 40 penes equivalen a 1 pecho». Pareció alterar los lugares de los pezones, que también parecían un poco como dientes en varios dibujos, como en el que el pene es una especie de diente entrando en el círculo como el pecho. En este mo­mento se interrumpió y dijo: «Ahora es el momento para un aviso comercial pero volveremos en un momento». Hubo luego otra interrupción y luego dijo triste­mente: «No hay pecho, sólo penes». Estos dibujos eran como ojos, y después hubo lo que yo tomé como escritura especular, pero también como si fuera el ojo en la cola mirando las cosas al revés, una suerte de espiando-la-cola de mamá. Habló durante toda la sesión y fue hacia el final algo amenazador, mientras can­taba y balanceaba el trapo por todos lados y trataba de sacarme la silla. Cuando tuve que agarrar su brazo por un momento, me dijo: «Usted no debe tocar el pene», atravesó la puerta farfullando «pecho» y «pene», pero caminó por el co­rredor en silencio, aunque había también otro niño.

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