LOS CAMBIOS CONDUCTUALES SE CONSIDERAN REQUISITOS PARA EL APRENDIZAJE Y LA EDUCACIÓN

LOS CAMBIOS CONDUCTUALES SE CONSIDERAN REQUISITOS PARA EL APRENDIZAJE Y LA EDUCACIÓN

El inconveniente obvio de la mayoría de las investigaciones es que los psicólogos no pueden observar directamente los procesos mentales que pretenden analizar. El problema no se resuelve sen­cillamente abriendo el cerebro. De esta manera, se obtendría más información acerca de su estructura, si bien la conexión entre las actividades cerebrales y nuestros sentimientos y razonamientos cotidianos seguiría siendo un misterio». La ilusión de que este misterio pueda descifrarse científicamente, intentando que la

 

IAN PARKER

psicología se convierta en un derivado de la biología, es un calle­jón sin salida; supondría imitar a la biología, pero prescindir de su dimensión relacional.

Los estudios ecológicos y «autopoiéticos», desde la investiga­ción biológica, intentan mostrar cómo los organismos desarrollan e interactúan de tal forma que carece de sentido arrancarlos de su contexto para comprender su funcionamiento21. Lo último que estos investigadores necesitan es que un psicólogo les venga a decir qué tienen que hacer.

Una de las tradiciones más reconocidas en Estados Unidos optó por un conocimiento psicológico más seguro al centrarse exclusivamen­te en el comportamiento. Éste fue el camino seguido por B. F. Skinner, quien de manera harto extraña redujo la acción humana a «contingen­cias del refuerzo»22. Por tanto, el estudio de las leyes que gobiernan la conexión entre las distintas partes del comportamiento conduce al intento de automatizar el aprendizaje. Por ejemplo, al niño frente a la pantalla se le refuerza por su comportamiento y se considerará que «aprende» de manera parecida a la paloma que en el experimento de «la caja de Skinner» picotea un botón para obtener comida. Raramente se plantean las cuestiones acerca de quién organiza estos «refuerzos con­tingentes» y qué función desempeñan en este sistema. Este lenguaje observacional neutral, que oculta las intenciones de la persona que ges­tiona el comportamiento, encuentra una correspondencia inmediata en la ideología de la gestión, la cual asume que los que gestionan a otras per­sonas no participan de modo alguno en semejante escenario. En fin, un mundo de organismos conductuales que actúa como si no tuvieran pen­samientos acerca de lo que les sucede, y que plantea que lo acontecido es tratado como un «epifenómeno» del comportamiento23. Aun así, la influencia del conductismo en la cultura occidental es muy fuerte, y los psicólogos están metidos de lleno en él.

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