En sesión. Notas sobre la relación transferencial y el comportamiento del paciente.

Durante los primeros meses de su análisis, el paciente presentó una conducta predominantemente obsesiva con dificultades en la asociación libre y con la utilización de los típicos mecanismos de aislamiento y anulación. Además, sus sesiones transcurrían de acuer­do con un molde rígido en que tanto la actitud en el diván, como el tono de su voz y hasta la naturaleza del material se repetían con una monotonía continua. Cuando se profundizó el análisis de la situación transferencial, fueron cediendo sus anteriores actitudes y aparecieron, primero en forma esporádica y luego con mayor fre­cuencia, las reacciones de despersonalización que ocurrían exclusivamente durante las sesiones con las peculiaridades que pasaré a describir.

En un momento dado de la sesión, y consecutivamente a una interpretación, o bien en virtud de determinadas asociaciones que le repercutían hondamente, interrumpía bruscamente su exposición quedando en silencio; al cabo de unos instantes, manifestaba que se sentía invadido por una sensación muy extraña y que tenía difi­cultades para hablar debiendo realizar grandes esfuerzos para articu­lar las palabras. Le asustaba escuchar su propia voz; sentía que no era la suya, como si proviniese de otra persona, y aún lo que decía le parecía no tener sentido como si se tratara de un idioma extraño para él; otras veces tenía la impresión de que su voz venía de tan lejos que la distancia le impedía entender el significado de las palabras. A esto se agregaba, como fenómeno constante y de mayor repercusión, una alteración de la percepción consistente en la sensación de alejamiento de los objetos; sentía que el cuadro que tenía delante de su vista se distanciaba progresivamente hasta que su tamaño quedaba muy reducido y sus contornos borrosos. En otras ocasiones, no sólo el cuadro sino también las paredes de la habita­ción eran las que se alejaban, y tenía entonces la impresión de quedar flotando en el vacío. Percibía simultáneamente alteraciones corporales consistentes en sensaciones de agrandamiento o disminu­ción de distintas partes del cuerpo. A veces, decía sentirse como muerto o como si partes de sí mismo se le hubieran desprendido.

En un comienzo, el fenómeno solía ser bastante fugaz, pero posteriormente su duración se prolongaba hasta el término de la sesión, a menos de que se interrumpiera por el efecto de una inter­pretación adecuada.

La primera aparición del síntoma en el análisis fue vivida por el paciente con sorpresa y perplejidad, pero sin angustia. En esa oportunidad tan sólo constató las alteraciones de su yo perceptor frente al mundo externo; luego se agregaron las sensaciones de extrañeza por modificaciones sufridas en su esquema corporal. Hasta ese entonces, la mayor parte de su material consistía en quejas con respecto a su impotencia y a las dificultades que encontraba en sus escasas relaciones con prostitutas; resultaba llamativa la poca refe­rencia al material sexual infantil y a sus fantasías masturbatorias que, por otra parte, habían estado casi totalmente reprimidas.

En la transferencia se sentía inferiorizado ante mí y pensaba que yo lo despreciaba y rechazaba por considerarlo poco culto e incapaz de una buena actuación social. Atribuía su incapacidad a su problema sexual. Me veía —como a su padre– severo, exigente y poco afectuoso para con él. Además, no creía merecer mi afecto. En las raras ocasiones en que se atrevió a expresar algún pensamiento agresivo contra mí, sentía gran temor por mi reacción y tendía a anularlo. Paulatinamente, fue comprendiendo que su conducta obsesiva tenía por objeto aislar el afecto de sus vivencias transfe­renciales, y entonces apareció material homosexual en sus asociacio­nes. A partir de ese momento, fueron modificándose sus actitudes en el análisis y surgieron los mecanismos de despersonalización descritos anteriormente.

 

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