De acuerdo con las características de los individuos que las profesan, el uso de las ideologías podrá quedar fijado a mecanismos muy primitivos de la evolución, mostrando idealizaciones y disociaciones extremas. Contrariamente a los anteriores, otros individuos se caracterizan por un uso más evolucionado y elaborado de las ideologías: éstas no están saturadas, sino abiertas al desarrollo, con tendencias reparadoras en las que predominan la preocupación y la responsabilidad por la vida y el destino del individuo y de la comunidad; luchan contra los sistemas esterilizantes y estimulan el cambio.
Asumir en forma madura una identidad basada en una ideología progresiva que tiende al conocimiento, presupone también un duelo, porque implica la ruptura de estructuras establecidas e «identidades» previas para reintegrarse luego de una manera diferente. Constituye un verdadero cambio revolucionario porque el individuo tiene que pasar por la experiencia dolorosa de períodos de desorganización de sistemas psíquicos, estructuras establecidas y vínculos objetales, para integrarse en una reorganización que lo lleve a configurar una nueva identidad. Creemos que tales experiencias son momentos creativos que rescatan lo auténtico y enriquecen la condición de «ser uno mismo» para sí y para los demás.