3. La comunicación no verbal en la fase onomasiológica y las distintas clases de interpretación

3.         La comunicación no verbal en la fase onomasiológica y las distintas clases de interpretación

Existe una diferencia fundamental entre IC e IB respecto a 18: la visibilidad o no del intérprete por emisor y receptor. Mientras que en IS, el intérprete se encuentra protegido por la cabina, en los otros dos casos esta «protección» no existe.

Pasamos a analizar las consecuencias que se derivan de esta diferenciación:

3.1. Interpretación consecutiva

El intérprete de consecutiva, precisamente por estar visible durante el acto interpretativo, cuenta con una serie de ventajas que si no son bien utilizadas fácilmente pueden convertirse en desventajas. Tiene a su disposición un gran número de signos no verbales que ha de utilizar correcta y conscientemente. Esto se concreta en:

3.1.1. Interpretación del discurso integral

En el apartado 2.3.1. optamos por una interpretación en la que los elementos no verbales del discurso fuesen transmitidos a través de una mezcla verbal y no verbal.

El intérprete de consecutiva habrá de añadir muy pocos elementos verbales que suplan el contenido no verbal del discurso original, ya que puede hacer uso de un gran repertorio de recursos no verbales. Estos no tienen por qué coincidir en su

origen con los utilizados por el emisor, es decir, que si éste por ejemplo utilizó las manos, no necesariamente el intérprete ha de utilizar las manos sino que bien puede sustituir ese gesto por un movimiento de cabeza o centrarse en su rostro. Lo importante es que transmita el tono global y los posibles cambios de actitud del emisor, sin caer en la parodia.

Es posible, sin embargo, la siguiente objeción: si efectivamente emisor y receptor están presentes y visibles durante la exposición del discurso original, el receptor ha podido ya percibir y comprender los elementos no verbales. Este sólo tendrá que insertarlos adecuadamente cuando se produzca la interpretación. Además ya ha captado el tono general del discurso, el enfado, la alegria, la decepción del ponente. A nuestro juicio se producirían los siguientes problemas: a) La

inserción no es tan fácil por parte del receptor, habida cuenta de que en un discurso se puede producir una alternancia entre alegría, tristeza, decepción, etc. Es decir, que el ponente a lo largo de su intervención puede pasar por distintos estados de animo o actitudes frente a lo que está diciendo verbalmente. El receptor, que precisamente no conoce el código lingüístico ni las reglas de comportamiento de la otra cultura, tendrá dificul­tades extremas.

b)                  La IC se produce con posterioridad a la emisión total o parcial del discurso original, con lo que el periodo de tiempo que va desde la emisión original a la interpretación también supone una dificultad añadida para el receptor.

c)                  Con el objetivo de mantener la función del discurso original, el intérprete debe facilitar la comunicación en todos los aspectos, ya sea añadiendo información que no posee el receptor, ya sea evitándole al receptor todo esfuerzo que perturbe su recepción y comprensión del mensaje original.

d)                  La última, pero no menos importante: al ser el discurso un todo indisociable compuesto por elementos verbales y no verbales, y al margen de la coherencia entre discurso original e

interpretación, no debe ser el intérprete el que prive al receptor de recibir el discurso integral del emisor.

3.1.2. Intérprete comunicador

a)                  Quinésica y paralingüística

Es necesario que el intérprete sea capaz de evitar signos no verbales inconscientes y que emite sin intencionalidad comuni­cativa, pero que son percibidos por su público (emisor y receptor). En este apartado entrarían fundamentalmente los autoadaptadores, «manipulación del propio cuerpo como cogerse, frotarse, apretarse, rascarse o pellizcarse a sí mismo» (Knapp 1988, 22) y los adaptadores dirigidos a objetos que «implican la manipulación de objetos y pueden derivar del cumplimiento de alguna tarea instrumental como fumar, escribir con un lápiz, etc.» (Knapp 1988, 23). El uso de adaptadores es muy frecuente entre los estudiantes de interpretación, principiantes así como en avanzados, sometidos a situaciones de estrés añadido, al igual que postura inconveniente y cambios frecuentes de la misma, emblemas y otro tipo de gestos.

Sin intencionalidad comunicativa son también determinados segregados vocales como carraspeos, pausas, etc. Estos pueden introducir igualmente distorsiones en la percepción de la interpretación (véase apartado 3.3.2.).

Al mismo tiempo que el intérprete evita determinados elementos no verbales negativos, debe aprender a utilizar también aquellos que refuercen su apariencia segura.

Postura y movimientos corporales compensados y sincronizados, así como una voz controlada en altura, con el ritmo adecuado y serán una buena base para que el público se olvide del intérprete y se concentre en el discurso.

b)                  Aspecto exterior

Dado que el intérprete se encuentra visible, no sólo se verá lo que hace o no hace, sino también su aspecto exterior en general. Entendemos por aspecto exterior los elementos

«que se hallan bajo el control voluntario de la persona y por tanto pueden ser, aunque parcialmente, modificados. Dichos componentes serian el maquillaje, el estado y tratamiento de la piel, el peinado y el vestido» (Ricci + Cortese 1980, 59).

El intérprete no debe convertirse, bajo ningún concepto, en el centro de atracción. El fundamento último es el mismo que hemos repetido anteriormente: el receptor no debe ser entor­pecido en su misión (saber qué y cómo dice el emisor algo).

Se llama la atención en cuanto al aspecto exterior si no se siguen las convenciones establecidas en función de la situación. Esto quiere decir, por ej., que llevar un smoking para un encuentro entre geólogos que se celebrase en pleno campo seria llamar la atención. Lo mismo que llevar vaqueros, camisa deshilachada y zapatillas playeras para una cena de gala en la que intervienen altas personalidades de la vida pública.

Es posible que se pueda plantear la objeción concreta de que no se puede juzgar a una persona y su actuación únicamente a través de su aspecto exterior. Tengamos en cuenta, sin embargo, que a un amigo no lo juzgamos por la apariencia externa que presente un determinado momento o día. Lo cierto es que con el amigo tenemos muchos más datos que influyen en nuestro juicio como actuación precedente, personalidad, inteligencia, honradez, etc. En el caso del intérprete la cuestión es bien distinta: se enfrenta a personas que no poseen normalmente datos suplementarios sobre él que maticen su juicio, sino que lo ven en una ocasión y que lo juzgan precisamente con los elementos de juicio que les ofrece esa única ocasión.

Si, por tanto, consideramos que

«la apariencia y la vestimenta son parte de los estímulos no verbales totales que influyen en las respuestas interpersonales, y que en ciertas condiciones son los determinantes principales de tales respuestas» (Knapp 1988, 173>,

seria lamentable que una interpretación que podría ser buena fuese truncada prematuramente por juicios superficiales.

3.1.3. Reglas no verbales de interacción

Aunque también en IC puede este aspecto adquirir importancia, lo trataremos en IB, ya que es ahí donde cobra especial relevancia.

3.2. Interpretación bilateral o de enlace

En la interpretación bilateral cobran vida todos los aspectos no verbales analizados en IC (apartados 3.1.1. y 3.1.2.) y se realzan los elementos no verbales que regulan la interacción.

3.2.1. Reglas no verbales de la interacción a) Turnos conversacionales

La interpretación bilateral se produce normalmente en el seno de una situación comunicativa espontánea de diálogo en la que adquiere toda su importancia la pragmática conversacional. La receptividad y uso de los elementos no verbales de regulación y sincronización de una interacción pueden contribuir positiva o negativamente, si se tiene en cuenta que

«[1]as señales no verbales […] favorecen la sincronización de las intervenciones de los participantes en la interacción, distribuyendo turnos de palabras entre los interlocutores» (Ricci + Cortese 1980, 118).

En una clase de interpretación de alumnos principiantes se produjo una situación que demuestra claramente la importancia de la comunicación no verbal en la interacción: solamente mediante la mirada una alumna logró crear la confusión entre las interlocutoras (otra profesora y yo misma que asumíamos determinados papeles hasta sus últimas consecuencias). Después de interpretar una de las intervenciones la alumna, muy nerviosa, comenzó a mirar alternativa y muy rápidamente a las dos interlocutoras, induciendo a que ninguna de las dos supiera quién debía intervenir: la que había sido interpretada creía que la intérprete pretendía que aclarase o añadiese algo más y que su interlocutora renunciaba por ese motivo a su turno. A su vez ésta deseaba intervenir pero dudaba si era apropiado y si no sería robar turno.

Las situaciones de confusión, los rezagamientos en la comuni­cación y las perturbaciones en general que se pueden producir deben ser evitadas.

El intérprete debe ser consciente en todo momento de cuando y cómo se va a producir el cambio de turno, observando signos no verbales como cabeceos rápidos y seguidos, cambios evidentes en la postura de los interlocutores, etc., que indican su entrada en la interacción, pero también a través de su interpretación debe clarificar el posterior desarrollo o desenlace de la conversación.

b) Proxémica

La proxémica, entendida como

«relaciones que se establecen o determinan entre los interactuantes según las distancias que se sitúan entre ellos y también respecto a los objetos. Estas distancias tienen normas y reglas explícitas o implícitas en función de las situaciones, los ambientes y las culturas» (Forner 1987, 32),

ayudará al intérprete a situarse en la distancia adecuada cuando ésta no esté fijada de antemano.

Precisamente es en la proxémica donde adquiere especial relevancia el factor cultural. Según Argyle (1987, 38)

«el grado normal de proximidad varia según las culturas y cada especie animal tiene su distancia social caracteristica»

o          (Ricci + Cortese 1980, 30):

«[…] el comportamiento espacial está estrechamente condicionado por factores culturales, por factores socioemocionales, por la estructura física del ambiente».

En el mismo sentido Hall (1987, 160 y ss.). Es posible que las mayores diferencias culturales en el ámbito de lo no verbal se centren en la distancia interpersonal de una interacción. El intérprete debe conocer la adecuada para en ningún caso invadir territorios particulares. Esta invasión tendría consecuencias negativas en el desarrollo de la interacción puesto que es sabido que las reacciones ante una invasión suelen ser de agresividad (Forner 1987, 32). El que el intérprete casi antes de comenzar su trabajo haya conseguido una actitud agresiva por parte de emisor o receptor, puede perjudicar gravemente el normal desarrollo de la interpretación.

3.3. Interpretación simultánea

En la 18, a diferencia de la IC e IB, el emisor es visible para el intérprete pero éste no es visible para emisor o receptor. El

receptor sólo percibe a través de los auriculares la interpretación del discurso que en ese momento está emitiendo el orador. Del hecho de que el intérprete de simultánea no esté visible, se deducen consecuencias importantes: el uso de los elementos no verbales por parte del intérprete es mucho más restringido.

3.3.1. Interpretación del discurso integral

A pesar de estas limitaciones, no se justifica la voz monótona y aburrida que con frecuencia sale de los auriculares. Es más, precisamente por estas limitaciones el intérprete de 15 debe hacer un uso exquisito de los elementos no verbales que tiene a su disposición, a saber, los paralingüísticos. El uso de estos elementos evitará el alargamiento del texto por elementos verbales que transmitan lo que el orador ha transmitido con elementos no verbales. El mínimo desfase entre discurso original e interpretación permite por otra parte, a diferencia de la IC, concluir que el receptor es capaz de insertar mejor estos elementos no verbales en el sitio correspondiente, si el intérprete coopera minimamente con su tono de voz, volumen, etc., e insertando en caso necesario elementos verbales cortos pero muy eficaces.

También aquí optamos por la transmisión de los elementos no verbales del discurso original de modo verbal y no verbal, por razones de coherencia y fidelidad.

3.3.2. Intérprete comunicador

Importantes nos parecen las palabras de Mahl + Schulze (1982, 95):

«Die erlaubten Variationen der linguistischen Bestandteile der Mitteilung und das nicht-linguistische Verhalten des Sprechers stellen für ihn (Hórer) Stimuli dar, die bei ihm psychische Zust~nde und Prozesse

hervorrufen, die über das streng linguistische Dekodieren der Mitteilung hinausgehen».

A pesar de que los recursos del intérprete de simultánea se centran casi exclusivamente en lo paralingüístico, no olvidemos que también a través de su voz puede transmitir su personalidad o actitud: inseguridad, nerviosismo, o aburrimiento.

Según Knapp (1988, 317):

«[…] si variamos el volumen, el tono y la velocidad de elocución, podemos incrementar la probabilidad de ser comprendidos por la audiencia. La conducta vocal sin cambios, constante (en particular en los extremos) puede ser menos útil para conseguir la comprensión del auditorio.

Los hallazgos preliminares sugieren que la voz puede también ser un elemento importante en ciertos aspectos de la persuasión. […] una mayor entonación, mayor velocidad, más volumen y menos interrupciones en el discurso parecen relacionadas positivamente con una persuasión más efectiva. La credibilidad del hablante desempeña un papel importante en la persuasión en determinadas situaciones, y algunas decisiones relativas a la credibilidad (veracidad, dinamismo, simpatía y competencia) se construyen sobre la base de muestras de voz humana depuradas de palabras. El aumento de la falta de fluidez tiende a disminuir la credibilidad».

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