ESTADOS DE DESESPERACION EN PRESENCIA DEL OBJETO EXTERNO

ESTADOS DE DESESPERACION

EN PRESENCIA DEL OBJETO EXTERNO

La exigencia de John por un estado de unimismidad con su objeto le provo­caba ulteriorm9nte más desesperación, pues una madre que estaba tan abierta a su invasión podía ser igualmente poseída por los otros. Es necesario que hagamos la distinción de esta madre demasiado accesible y con orificios desprotegidos, de un objeto bidimensional más común. Este último sugeriría un territorio con propiedades de longitud y anchura y, por consiguiente, pasible de ser compartido por varios competidores. El objeto de John era de una naturaleza distinta. Tenía una piel que podía ser agujereada —como el almohadón— y los agujeros hechos de esta manera parecían ser sus únicas cavidades. No proveía un lugar de escondite, ninguna red de seguridad de la cual colgarse en caso de que aparecieran intrusos. Cualquier manifestación de vida fuera o dentro de este objeto automáticamente significaba para John que él había caído fuera del hueco, y el espacio estaba entonces ocupado por otros. Estos hechos lo llevaban a uh estado de furor, compuesto de celos mortales hacia sus rivales y a la desesperación de ser total­mente excluido.

Este objeto con piel delgada y porosa, con el cual John estaba identificado, lo hacía extraordinariamente sensible a los eventos del otro lado de la piel materna, el mundo interno de su mamá. En consecuencia poseía la más intimi­dante percepción y la capacidad de supervisar lo que sucedía en mi mente. Inme­diatamente registraba mis momentos de falta de atención, y éstos lo enfurecían como si mi distracción mostrara mi preocupación con mis bebés internos o con papá. Si yo estaba fatigada, él me vivenciaba como rechazante, reacia a tolerar su sufrimiento mental. Mis estados de depresión o malestar dejaban a este niño sensible sumido en la desesperación de tener un objeto materno vulnerable, no suficientemente fuerte como para contener su dolor y su destructividad. Con el progreso del tratamiento y con el establecimiento de una suficiente confianza en mí como para correr el riesgo de atacarme directamente, aparecieron con más frecuencia sufrimientos depresivos y el temor a haberme vaciado o destruido. Aún seguía propenso, sin embargo, a que la depresión se convirtiera en desesperación y experienciaba entonces al objeto como dañado irreparablemente. Esto se rela­cionaba básicamente con la posesividad y con los celos de John, que no permitían a. papá estar con mamá. Y, sin embargo, este objeto irreparable era demasiado es­pantoso para contemplar y, por tanto, una vez más John huyó al estado de des­mentaliza ción.

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