LAS CATEGORÍAS DE DOTADOS Y TONTOS SE CONVIRTIERON EN UN ASUNTO CENTRAL

LAS CATEGORÍAS DE DOTADOS Y TONTOS SE CONVIRTIERON EN UN ASUNTO CENTRAL

A principios del siglo XX los psicólogos estaban expuestos a una doble presión. Por una parte, tenían que demostrar que sus cono­cimientos estaban basados en indicios y no en la mera especulación —la psicología tenía que romper con la filosofía para moverse sobre un terreno más seguro— y, por otra, debían adaptarse al tipo de «indicios» que las autoridades tenían en mente, es decir, predecir

 

IAN PARKER

con eficacia la conducta. La predicción de la relación causa-efecto —o relaciones entre cosas y no entre personas— vendría de la mano del control. Así, pues, cuando los psicólogos afirman querer desa­rrollar una ciencia basada en la «predicción y el control», lo dicen en serio31. Idealmente, esta predicción y control de la conducta debería darse desde la cuna al nicho, y algunas de las primeras investigaciones —en la búsqueda de «hechos» que les permitiese distanciarse de las reflexiones de filósofos rumiantes acerca de la naturaleza del «salvaje noble» y otras por el estilo— se centraron en los primeros años del ciclo vita132.

Las investigaciones sobre los menores «dotados», candidatos a beneficiarse de una educación, muestran que para que la educación de masas produjese mano de obra capaz de adecuarse a unas condi­ciones de trabajo cada vez más sofisticadas, tendría que imponer una serie de condiciones a la psicología, lo que a su vez suponía añadir nuevas presiones a la disciplina. Los primeros investigadores, cier­tamente, realizaban una «investigación psicológica» acerca de los menores considerados muy inteligentes, una línea investigadora que perdura hasta la fecha33. No obstante, la disciplina de la psico­logía se organizó en torno a cuestiones más prácticas, entendiendo su practicidad desde el punto de vista de los que deseaban garantizar que los individuos trabajaran de manera eficiente y, de este modo, reportaran beneficios a sus patronos. Identificar a los menores dotados tenía un cierto interés, aunque a la larga resultara más con­veniente y económicamente rentable identificar a los tontos que no sacarían provecho de la educación». Así, pues, hubo un cambio súbito de perspectiva, de aquellos que eran diferentes y precisaban mayor atención, a los que eran anormales, no únicamente los vagos, sino los ineptos por constitución para desempeñar el trabajo que el capitalismo precisaba de ellos: los necesitados de regulación.

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