EL ESTUDIO DE LA CULTURA EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Introducción

Los psicólogos sociales saben que la cultura tiene profundos efectos sobre la conducta. Por ello, se hace necesario observar lo que hay alrededor de las personas para poder comprender lo que hacen, lo que dicen, lo que piensan y lo que sienten. Por tanto, es importante conocer la influencia de la cultura sobre el comportamiento social. Esta influencia sirve para mostrar la tenue frontera que existe entre lo social y lo cultural. De hecho, lo social y lo cultural son dos áreas que se complementan. Así, saber cómo la gente reacciona ante las emociones en función del contexto cultural, o conocer si un líder eficaz en Asia es similar a un buen líder anglosajón, son algunos ejemplos de las investigaciones que se llevan a cabo en la Psicología Social Transcultural.

En general, la Psicología Social analiza cómo los grupos sociales, las instituciones y las culturas afec­tan a la conducta del individuo, siendo uno de sus objetivos conocer el funcionamiento de la mente en sociedad. Esta determinación mutua de mente y sociedad es lo que estudian los psicólogos sociales (Turner, 1999).

La Psicología Socia! Transcultura! tiene en cuenta los conocimientos generados en la teoría e inves­tigación psicosociales y los aplica al estudio de las culturas, Una de las principales características que la definen es que trata de establecer similitudes y diferencias entre contextos culturales en creencias, nor­mas, valores y roles. Es decir, la Psicología Social Transcultural realiza comparaciones en:

las creencias que las personas tienen sobre la cultura,

las normas como las reglas y expectativas que regulan las conductas que son deseables e indesea­bles para los miembros de la cultura,

los valores como principios relevantes en la vida con los que las personas evalúan lo que es de­seable, bueno o bello, y que sirven de guía para la conducta diaria o corno enunciados acerca de cómo deben ser las cosas,

los roles corno las conductas esperadas y prescritas para las personas con posiciones definidas en la estructura social (Triandis, 1995).

Por su parte, el trabajador social se ocupa, entre otros problemas, de las diversas carencias del indi­viduo inmerso en una sociedad. Así, corno se ha señalado en el Capítulo 1, uno de los objetivos del tra­bajador social es proporcionar bienestar al ser humano, y en esto se incluye la adaptación de las per­sonas a su entorno cultural. Este hecho requiere el conocimiento de la Psicología, ya que esta disciplina permitirá al trabajador social conocer las manifestaciones y capacidades de las personas frente a sus ne­cesidades, así como su comportamiento en las relaciones individuales, grupales y sociales. Al mismo tiempo, le facilitará la comprensión de la interacción de los individuos en las estructuras de los grupos y organizaciones sociales (Ares, Ramírez y Sánchez, 1987).

Parte de lo expuesto anteriormente se refleja a lo largo de los diferentes capítulos que constituyen este manual. En concreto, éste se centra en explicar la importancia que tiene la cultura sobre el ser hu­mano. Para ello, en primer lugar, se abordará el concepto de cultura. En segundo lugar, se analizarán algunas matizaciones sobre e] estudio de las culturas. A continuación presentaremos dos de los modelos, el de Hofstede y el de Schwartz, que sirven para estructurar las diferencias culturales y, por último, mos­traremos las estrategias de interacción que permiten tener una adecuada adaptación a los diferentes contextos culturales.

El individuo en sociedad

Una de las cuestiones que terminamos de plantear es que la Psicología Social estuclia la relación riel individuo y la sociedad, aunque esta interacción individuo-sociedad ha estado teñida de controversias. En este sentido, es importante conocer la visión que sostuvieron los individualistas metodológicos y los seguidores de las aproximaciones más holísticas. Dicha disyuntiva se intenta explicar mediante una co­rriente más integradora, el interaccionismo. En el Cuadro 2.1 se presentan estas tres perspectivas.

Cuadro 2.1. Perspectivas sobre el estudio de la Psicología Social

Fuente: Turner, 1999, pp. 3-6

Los interaccionistas estudian a los individuos en relación con sus sistemas y comunidades culturales. Además, este enfoque de análisis incluye tanto procesos entre las personas —denorninados interperso­nales—, como procesos individuales (intrapersonales), sin olvidarse de lo grupal y lo societal. Veamos a continuación en qué consisten cada uno de ellos.

Según Sapsford (cit. en Morales, 1999) en el estudio de la Psicología Social se pueden diferenciar cua­tro dominios de análisis: las sociedades o instituciones sociales, los grupos, las relaciones interpersonales

Holismo sociológico

Supremacía de lo social sobre lo individual. Es decir, lo social es más importante que el conjunto de individuos que constituyen una sociedad.

La vida individual tiene su origen en la vida colectiva.

Individualismo metodológico

El individuo es la única unidad de análisis de las ciencias sociales. Es decir, no se tiene en cuenta la unidad de análisis colectiva.

Los componentes del mundo social son individuos que actúan a la luz de sus disposiciones mentales.

Interaccionismo

La interacción entre individuas puede producir procesos psicológicos diferentes a los de la Psicología individual.

Las reacciones de las personas ante el mundo son una función de cómo perciben, comprenden o interpretan dicho entorno social.

Las mentes individuales no se forman en aislamiento, sino en interacción social.

y el dominio intrapersonal. Además, ningún dominio es más importante que otro, es decir, no existe una relación jerárquica entre ellos sino de complementariedad, esto significa que todos ellos contribuyen desde su óptica a la comprensión de los fenómenos, siendo esa comprensión mucho más rica si se tienen en cuenta las relaciones entre los diferentes dominios. Veamos a continuación cómo se caracte­riza cada uno de ellos:

El dominio societal comprende los procesos colectivos que se caracterizan por ser externos a los individuos. Por ejemplo, el estudio de las culturas.

El dominio grupal se ocupa de la interacción de las personas que constituyen un grupo. Esta intera­cción grupal puede generar una serie de significados compartidos, como, por ejemplo, la cohesión grupal, que se analizará en el Capítulo 4 sobre «Procesos grupales y relaciones intergrupales».

El dominio interpersonal implica la participación de dos o más personas. Aquí las personas se con­sideran como un todo, sin referirse a sus pertenencias grupales y culturales. En este sentido, el Ca­pítulo 6 ilustra este dominio de análisis.

El dominio intrapersonal enfoca las estructuras internas de las personas, por ejemplo, las actitudes y la agresión. Ambos temas se abordarán en dos de los Capítulos de este manual (el 3 y el 8, res­pectivamente).

Además, y siguiendo a Morales (1999), hay que reconocer la distinción entre dominios para evitar los errores que se originan entre las distintas unidades de análisis. Estas confusiones son la falacia eco­lógica y el error opuesto.

La falacia ecológica: se cornete cuando se infiere que a partir de las características o relaciones que se encuentran en el dominio societal, éstas se dan también en el interpersonal. Este error da por supuesto que todos los miembros de un grupo muestran las mismas características. Por ejem­plo, por el hecho de pertenecer a una cultura se aplican falazmente a un individuo algunas de las características «típicas» de la cultura (como considerar que cual‑

quier persona por ser alemán es extremadamente racional). Es decir, se utilizan los datos agregados del grupo para realizar inferencias sobre los individuos.

La falacia atomística o error opuesto: en este caso se infiere que los procesos que se producen en el dominio intrapersonal se dan también en los dominios grupa! y societal. Es decir, es el error de inferir conclu­siones sobre el nivel superior con datos correspondientes a unidades inferiores o a partir de datos individuales.

Llegados a este punto, es importante matizar que en el análisis transcultural se suelen tener en cuenta las unidades de análisis individual y colectiva. Así, se analizan los resultados de caria uno de los individuos en relación a su cultura de pertenencia a través de modelos muitinivel. Estos modelos, también denominados jerárquicos, arrojan información a nivel individual y colectivo, y resuelven las falacias ecológica y atomística que terminarnos de mencionar.

En conjunto, y para concluir con este epígrafe, la Psicología Social, tal y como terminamos de ex­poner, es el estudio de la mente en sociedad. Si bien, en este capítulo nos vamos a centrar en el estudio de la mente pero en la cultura. Es decir, en el papel que juega la cultura sobre la persona.

En síntesis, el debate sobre la influencia de la cultura en los procesos psicológicos mentales tiene una larga trayectoria en la Historia de la Psicología (véase Cubero y Santamaría, 2005). Estos autores destacan la importancia de los significados culturales en la constitución de la mente del individuo. T. Waitz (cit. en Cubero y Santamaría, 2005) defendió la influencia de la mente en la cultura, estableciendo una re­lación de interdependencia entre mente y cultura. Waitz no sólo considera que la cultura determina los modos de pensar y relacionarse con los demás, sino que va más allá y analiza el otro sentido de la re­lación. Es decir, el pensamiento incide en la cultura generándola y preservándola.

DEFINICIÓN DE CULTURA

Tratar de dar una definición de cultura no es tarea fácil, ya que existe un amplio debate sobre este concepto. Al mismo tiempo, hay una gran variedad de definiciones. Así, en un primer momento, los an­tropólogos se centraron en el estudio de los grupos de personas relativamente pequeños y aislados. Sin embargo, en la investigación realizada en las islas de la Polinesia, Malinoswski (1927, cit. en Smith, Bond y 1<agitcibasi, 2006) fue capaz de aunar tanto los aspectos objetivos como subjetivos de la cultura, es decir, relacionó por ejemplo la reproducción de la especie (aspecto objetivo) con el modelo de familia (aspecto subjetivo). En su definición de cultura incluye el hábitat, las creencias, las normas y los valores heredados, formando parte integral de un modo de vivir particular. Estas relaciones son importantes, ya que consideran a la cultura corno un todo.

Existen muchas definiciones de cultura analizadas desde otras orientaciones teóricas afines a las
Ciencias Humanas. Así, autores como Geertz (1988) definen la cultura como un conjunto de significa‑
ciones, pero más que una definición, lo que propone este autor es
una forma diferente de ver las cosas, es decir, de observar las rea‑
lidacles. En general, desde estas orientaciones científicas, como no
se puede conocer directamente el contenido mental de una perso‑
na, lo que se hace es determinar esas características mentales a tra‑
vés de la observación de los comportamientos personal y grupa!.
Por su parte, los psicólogos sociales han centrado su atención en
el hecho de que todos nacernos en un contexto cultural. En el pro‑
ceso de socialización dentro de este medio aprendemos a adoptar
los usos y costumbres de otros individuos. Los otros con quienes
mantenernos contacto son parte de una sociedad; su cultura consiste

La concepción de la cultura como mapa mental.en las prácticas vigentes, transmitidas de generación en ge­neración (Baron y Byrne, 2005). Por tanto, desde esta óptica la cultura representa un mapa mental, es decir, cada indi­viduo posee una guía de comportamientos culturales que comparte con su grupo social.

Los trabajos de Casullo y Fernández (2005) indican que el término cultura incorpora aspectos muy diferentes, como valores, actitudes, opiniones, tradiciones, costumbres e his­toria. El plano cultural refleja patrones aprendidos de com­portamiento, prácticas de crianza, criterios de elección de parejas, así como rituales relacionados con las concepciones de salud y enfermedad. Sin olvidarnos del hecho que el mar‑

– Observables

– La forma de vestir.

– Los patrones de comporta­miento, las reglas, las histo­rias, los mitos, el lenguaje y las ceremonias.

– Inobservables                               -Valores, normas, creencias y presunciones compartidas

La cultura como conjunto de características observables e
inobservables que comparten los miembros de una comuni‑
dad y que son transmitidas degeneración en generación.

li

co cultural pone en evidencia sistemas de gobierno e instituciones sociales, como los servicios sociales.

A pesar de la diversidad conceptual que existe sobre el término cultura, tal y como hemos tenido oca­sión de observar en los párrafos anteriores, la mayoría de los autores están de acuerdo en que debemos considerar a la cultura como un todo que incluya el conocimiento, las creencias, las normas, los roles, las costumbres y cualquier otra capacidad adquirida por la persona como miembro de la sociedad.

En definitiva, tras las diferentes definiciones que los académicos ofrecen acerca de la cultura, cabe des­tacar que no prevalece un único criterio, más bien existe un consenso que indica que la cultura implica numerosos aspectos objetivos y subjetivos interrelacionados, tal y como se muestra en el Cuadro 2.2.

Cuadro 2.2. Bases para la descripción de cultura
Aspectos subjetivos

A) Creencias, normas y valores sobre:

la relación con la autoridad.

la relación entre la persona y el grupo, la relación entre hombres y mujeres, 4) los modelos de familia,

51 cómo se manejan los conflictos,

la relación entre la persona y la naturaleza,

la concepción del trabajo,

B) Roles adscritos a la estructura social, posiciones definidas socialmente y conductas esperadas (padres-hijos, trabajador social-inmigrantes, etc.).

Aspectos objetivos

Patrones de reproducción.

Hábitat.

Idioma.

Fuente: Elaboración propia a partir de Páez, Fernández, Ubillos y Zubieta 12003).

Claves para entender el análisis de la cultura

Las investigaciones realizadas sobre la cultura señalan que es importante considerar una serie de claves para reconocer qué entendemos por cultura. Estas claves, que a continuación vamos a explicar brevemente, han sido recopiladas por Páez y Zubieta (2003).

La cultura es compartida: las concepciones de la cultura suponen el carácter compartido de las creencias o significados. Así, se considera cultural una conducta que, aunque no sea practicada por todas las personas, es juzgada y compartida como apropiada por una mayoría social.

La cultura es dinámica y contradictoria: la cultura no es una entidad estable e inmutable, sino que es un sistema en tensión, dentro de la cual existen normas contradictorias. Por ejemplo, el individualismo norteamericano caracterizado por dar prioridad a los fines individuales se asocia simultáneamente con una gran capacidad de adaptación a los otros.

La cultura es normativa: los valores culturales, que moldean la conducta so­cial, definen lo que se espera que sea la realidad. Es decir, lo deseable y aceptable socialmente. Estos valores generalmente son sistemas de creencias compartidos por las personas que tienen un mayor estatus social.

La cultura se transmite: la conducta es aprendida y transmitida de generación en generación.

La cultura como un conjunto de significados: la cultura es una abstracción pero o inferencia de conductas y creencias individuales, aunque no es una reali­dad diferente de éstas. Es decir, no se trata de una entidad superior a las con­ductas de las personas que conforman una sociedad.

La cultura no coincide con la raza, la etnia, la nación, ni con e! lenguaje.

La cultura como creatividad: la cultura es una caja de herramientas que las personas utilizan activamente para crear y recrear significados.

Comparaciones emic y etic sobre culturas

Tras la presentación de algunas claves sobre el análisis de la cultura, y antes de exponer los mo­delos de Hofstede y Schwartz, es importante conocer cómo deben realizarse las comparaciones entre diferentes culturas. En este sentido, la distinción emic-etic nos permitirá mostrar cómo se pueden rea­lizar las comparaciones transculturales. En muchas ocasiones, se estudian culturas aplicando instru­mentos que no se generaron en ellas. Este enfoque, denominado etic impuesto, es el que ha predo­minado en la investigación transcultural. Es decir, frecuentemente se han utilizado instrumentos desarrollados en la cultura occidental para realizar estudios en otros contextos culturales. Esto ha su­puesto la universalidad de las categorías occidentales y su consiguiente imposición en otras culturas (Berry, 1989).

 

A continuación, y siguiendo al psicólogo canadiense Berry (1989), presentamos en la Figura 2.1 un diagrama que describe los pasos a seguir para determinar si existe comunalidad entre culturas.

 

característica común, ya que si no la comparten la comparación entre ambas culturas es inviable, mientras que si tienen algo en co­mún existiría un «etic derivado», es decir, estaríamos ante una es­tructura universal compartida por las diferentes culturas (véase ilus­tración a la izquierda).

Por tanto, esta secuencia de análisis ha dado lugar a la diferen­ciación entre la perspectiva etic y la emic. La mirada etic impuesta analiza la cultura a partir de modelos desarrollados fuera del contex­to particular que se está analizando, mientras que la perspectiva emic lo hace utilizando conceptos propios del contexto que se está estudiando. En general, la mirada emic permite comprender los com­portamientos de la vida cotidiana en su hábitat.

En definitiva, tanto la ¡perspectiva etic como la emic son necesarias cuando se realizan comparaciones transculturales, sin olvidarnos de la noción de «etic derivado», que se logra mediante la comparación sistemática de un mismo comportamiento o proceso en diferentes contextos culturales, tal y como se representa en el paso 5.2 de la Figura 2.1.

Dos de las investigaciones más importantes sobre las dimensiones de valores que definen la cultura son la de Geert Hofstede y la de Shalom Schwartz. Por ello, en las siguientes páginas se realizará una presentación detallada de cada una de ellas.

La intersección, representada en color azul, sería el etic derivado.

 

El modelo sociocultural de Hofstede

El estudio realizado por Geert Hofstede sobre los valores colectivos asociados al tra­bajo, con una muestra de 116.000 empleados de la compañía IBM en 70 naciones (Hofs­tecle, 1980; 2001), junto con otras investigaciones posteriores [véase el cuestionario apli­cado en 20 países sobre valores chinos, The Chinese Culture Connection, en Hofstede y Bond (1988), instrumento diseñado con el objeto de evaluar las diferencias culturales que guardan relación con la orientación temporal y que se caracterizan por la búsqueda de resultados a corto o largo plazo tras la realización de una tarea. La escala comprende también elementos relacionados con el respeto por las tradiciones], nos van a permitir identificar cinco dimensiones que explican diferencias en términos culturales. Estas son el individualismo-colectivismo, la masculinidad-feminidad, la distancia jerárquica„ la evitación de la incertidumbre y la orientación temporal.

En el Cuadro 2.3 se recogen algunos de los elementos que las constituyen, así como una breve explicación de cada dimensión. El lector podrá constatar que tanto las expli­caciones que se exponen como los elementos planteados se encuadran dentro del ámbito laboral, cuestión que considerarnos importante para el desempeño profesional del Tra‑

bajador Social. En general, estas dimensiones tratan de dilucidar algunos de los aspectos subjetivos de la cultura (véase el Cuadro 2.2). Así, el individualismo-colectivismo explicaría la relación que existe entre la persona y el grupo, la masculinidad-feminidad trataría la relación entre hombres y mujeres, la distancia jerárquica analizaría la relación que tiene la persona con la autoridad, la evitación de la in­certidumbre nos permitiría explicar cómo se manejan los conflictos y la orientación temporal abarcaría las creencias, normas y valores que tenemos frente a la concepción del tiempo.

Teniendo en cuenta estos elementos, a continuación vamos a presentar las características de estas cinco dimensiones que tratan de analizar la variabilidad cultural.

Individualismo-colectivismo. Hofstede define el individualismo corno la independencia emocional de grupos, organizaciones y otros colectivos (Hofstede, 1984, p. 157). El individualismo representa a las sociedades en las que los vínculos entre las personas son laxos: se espera que cada persona desarrolle su vida por sí misma y que se ocupe de su familia más próxima.

El colectivismo, corno realidad opuesta, caracteriza a sociedades en las que las personas desde su na­cimiento están integradas en grupos cohesionados y extensos (la familia que abarca tanto a los padres como a los tíos, abuelos y demás familiares), que a lo largo de la vida de sus miembros continúan prote­giéndoles y que como intercambio se espera una lealtad incuestionable. En este sentido, el concepto co­lectivismo no tiene ningún significado político, ya que se refiere al grupo y no al estado (Hofstede, 2001).

Masculinidad-feminidad. Esta dimensión se refiere a la distribución de los roles entre hombres y mu­jeres. Los estudios de Hofstede (1984, 1998, 2001) ilustran el impacto cultural de este reparto, ya que los roles de género cambian completamente de una cultura a otra. Así, las culturas masculinas se ca

racterizan por la competitividad, ambición y asertividad. En estas sociedades los papeles sociales de am­bos sexos son claramente distintos (por ejemplo, el hombre es el cabeza de familia, mientras que la mujer debe respetar su autoridad y encargarse de la crianza de los hijos). Por su parte, las culturas fe­meninas enfatizan la armonía interpersonal y las relaciones. En estos contextos culturales los roles de género se solapan (tanto hombres como mujeres deben preocuparse por la calidad de vida y colaborar por igual en las tareas domésticas). En el Capítulo 9 se desarrollan ampliamente numerosas cuestiones sobre Psicología Aocial y Género.

En el escenario del Trabajo Social se espera que el profesional tenga rasgos más acordes con la fe­minidad cultural (p. e., tolerancia, sensibilidad, expresividad, empatía), ya que estas características le permitirán desempeñar mejor sus funciones laborales.

Distancia jerárquica. Es el grado en que los miembros menos poderos de las instituciones y organi­zaciones, dentro de una cultura, aceptan y esperan que el poder y los recursos se distribuyan de manera desigual. Las culturas con alta distancia jerárquica valoran la jerarquía social y el respeto hacia la au­toridad (Hofstede, 1984). Por su parte, se considera que los países con una puntuación baja en esta dimensión son aquellos en los que no se acepta que el poder esté distribuido de manera desigual y cuando esto ocurre, es un mal que, intentará ser minimizado (Hofstede, 2001).

En general, la desigualdad social es un problema que tendrá que tratar el Trabajador Social, ya que es una situación que se da en todos los contextos culturales, aunque como terminamos de analizar, en algunas sociedades estas desigualdades están más marcadas. No obstante, en las culturas con una alta distancia je­rárquica (p. e. Latinoamérica) se va a considerar que las desigualdades son la base del orden social y, en este caso concreto, las personas menos poderosas van a aceptar que se produzca este desequilibrio social.

Evitación de la incertidumbre. indica en qué medida una cultura programa a sus miembros a sentirse cómodos o incómodos ante situaciones no estructuradas, es decir, ante acontecimientos desconocidos. Estas situaciones inciertas hacen que las personas se posicionen en un continuo que parte de una acep­tación y asunción plenas de esta incertidumbre y llega, en el otro extremo, a una ansiedad intolerable frente a la misma. Así, y como consecuencia de la incertidumbre, las diversas sociedades han desarro­llado diferentes recursos que les permiten enfrentarse a ella y huir de la ambigüedad. Por ejemplo, me­diante la tecnología para predecir los acontecimientos futuros, por medio de reglas formales e informales que guían el comportamiento de los otros, y a través de la religión como conocimiento revelado de lo desconocido (Hofstede y Bond, 1988; l-lofstede, 2001).

Orientación temporal. Esta quinta dimensión se refiere a la orientación que se otorga en la vida al tiempo (a corto o largo plazo). Fue encontrada tras la aplicación del cuestionario de valores chinos (The Chinese Culture Connection). Los valores que se vinculan a la orientación a largo plazo son ahorro y perseverancia, mientras que los asociados a la orientación a corto plazo son cumplir con las obligaciones sociales y salvar la «cara» (Hofstede y Bond, 1988; l-lofstede, 2001).

Las personas socializadas en culturas con una orientación a corto plazo estarán centradas en el consumo inmediato de todo, tanto monetario como de tiempo, ya que viven para el presente. Evidentemente, nada de esto ocurre cuando la orientación a largo plazo es alta, puesto que aquí las personas se caracterizan por estar orientadas hacia el futuro.

Consecuentemente, la posición que adopten las sociedades respecto a esta dimensión determinará la orientación que los individuos desarrollen respecto a la vida y, por supuesto, tendrá su reflejo en las relaciones sociales y familiares, ya que si la orientación que adoptan ante una situación es a largo plazo las personas se plantearán, por ejemplo, la economía familiar con vistas al ahorro para el futuro, puesto que ésto les permitirá una disponibilidad de sus ingresos a largo plazo (Medina Brito, 2006).

La descripción de las dimensiones que diferencian a las culturas, y que terminamos de exponer, no debe entenderse como una explicación de carácter cultural opuesta, es decir, dos valores incompatibles (el individualismo y el colectivismo) pueden coexistir en la misma cultura y activarse según la situación. Así, los miembros de las culturas colectivistas pueden actuar de una forma muy individualista cuando tratan con personas que no son miembros de su endogrupo. Por tanto, cuando se trata de explicar el comportamiento en las culturas colectivistas es importante tener en cuenta en qué escenario social se realiza la interacción y quiénes son «los otros». Además, cuando se cambia de contexto cultural se pue­den alterar los valores originarios. En este sentido, tal y como señala Basabe (2007), algunos inmigrantes africanos procedentes de países c:olectivistas, cuando tratan de establecerse en Europa e interaccionar con los europeos, adoptan valores individualistas.

Finalmente, y antes de exponer los modelos de Schwartz, es importante señalar que los estudios psi­cocosociales han mostrado que las dimensiones culturales tienen influencia sobre ciertos procesos psi­cológicos (véase en el manual de Fiske, Markus, Kitayama y Nisbbett, 1998, [os análisis sobre individua­lismo y distancia jerárquica). En esta línea, la investigación realizada en 29 países por Fernández, Carrera, Sánchez, Páez y Candía (2000) constató que en la cultura occidental, caracterizada por el in­dividualismo, la expresión de emociones negativas es más intensa que en los contextos colectivistas y que poseen además una alta distancia jerárquica.

Los modelos de valores de Schwartz

  Shalom H. Schwartz ha desarrollado dos modelos de valores, que nos van a permitir conocer, por un lado, los valores individuales (unidad de análisis individual) y, por otro, los valores colectivos (unidad de análisis colectiva).  
 
  Valores individuales

Schwartz y Bilsky (1990), con el propósito de analizar los valores humanos individuales, han desarrollado un modelo teórico. En dicho modelo proponen que los valores humanos tienen una estructura universal, clasificando los valores en diez tipos motivacionales, don­de cada valor refleja metas y objetivos a perseguir; tal y como se describe a continuación. Posteriormente, en la Figura 2.2, el lector podrá constatar que estas motivaciones se agru­pan en cuatro objetivos básicos y, al final del epígrafe, también se podrá comprobar cómo estos diez valores pueden poseer una orientación individualista, colectivista o mixta.

Las diez motivaciones básicas se definen en los siguientes términos:

   
    Shalom Schwartz.

Profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén

           
           

Auto-dirección: Elección independiente de actos y pensamientos.

Estimulación: Excitación, innovación y reto.

Hedonismo: Placer y sensación grata para uno mismo.

Logro: Éxito personal demostrando ser competente.

Poder: Estatus social y prestigio, control y dominio sobre personas o recursos.

Seguridad: Seguridad, armonía y estabilidad social, en las distintas relaciones y con sí mismo. (7.5) Conformidad: Restricción a las acciones, inclinaciones e impulsos, que pudieran molestar o per­judicar a otros, así como el cumplimiento de reglas sociales o normas.

(7.5) Tradición: Respeto, compromiso y aceptación de las costumbres e ideas que la tradición cultural o la religión prescriben.

Benevolencia: Preservación y preocupación por el bienestar de la gente con la que se está frecuen­temente en contacto.

Universalismo: Comprensión, tolerancia, apreciación y protección del bienestar de toda la gente y de la naturaleza.

Schwartz (1992) plantea que las relaciones entre los diez valores motivacionales son dinámicas, es decir, las acciones dirigidas a la obtención de un tipo de valor pueden tener consecuencias psicológicas en la consecución de otros valores. De este modo, y dependiendo de la naturaleza del objetivo que se persiga, se va a establecer una estructura de clasificación. Esta estructura posee dos grandes dimensiones que se descomponen en cuatro factores. Es decir, estos diez valores individuales o personales se agrupan, de modo circular, sobre dos ejes. El primer eje opone el factor de apertura al cambio (que incluye los valores de auto-dirección y estimulación) al de conservadurismo (valores de tradición, conformidad y seguridad). El segundo eje opone el factor de promoción personal (logro y poder) al de auto-trascen­dencia (universalismo y benevolencia). El valor de hedonismo es compartido por los objetivos básicos de promoción personal y apertura al cambio, tal y como se presenta en la Figura 2.2.

En todas las naciones en las que se han realizado estudios con la prueba SVS (Schwartz Value Survey; Schwartz y Bilsky, 1990) [cuestionario diseñado para la investigación cle los perfiles in­dividuales de valores, y donde el participante debe evaluar la importancia que tiene cada valor como principio-guía en su vida] los resultados han constatado que estos diez va­lores son universales (Schwartz, 2001).

Además, Schwartz plantea que algunos valores pueden estar asociados tanto a los in­tereses individualistas como colectivistas, estableciendo una estructura bidimensional donde las personas pueden tener un perfil de valores exclusivamente individualista, úni­camente colectivista o de ambos tipos. En la estructura total, cinco de los valores perso­nales responden a los intereses individualistas (logro, poder, auto-dirección, estimulación y hedonismo) y tres a los valores colectivistas (conformidad, tradición y benevolencia). Los dos valores restantes corresponden a ambos tipos de objetivos y son, por tanto, mix­tos (seguridad y universalismo). Según este autor, las personas pueden dar importancia

simultáneamente a ambos tipos de orientaciones sin que éstas entren en contradicción. Maria Ros 0951-20D7)

Por ejemplo, cuando se busca la seguridad grupal (valor de seguridad) o el bienestar de todos (univer­salismo), el individuo persigue tanto su interés personal como el de la colectividad. En este caso, los va­lores individualistas y colectivistas no son incompatibles sino complementarios (Páez, Fernández, Ubi­!los y Zubieta, 2003; Ros y Gouveia, 2001). Para un mayor desarrollo del estudio de los valores humanos desde la perspectiva psicosocial, véase Cuadrado (2006).

Figura 2.2. Valores humanos según Schwartz

CONSERVADURISMO

Fuente: Schwartz (1992).

Valores culturales

Ahora se presentará la descripción de los valores teniendo en cuenta la unidad de análisis colectiva. Este nivel de análisis representa las prioridades valorativas en una sociedad. En general, las medias na­cionales en valores describen la esencia de la socialización de sus miembros, sin tener en cuenta las di­ferencias individuales debidas a las experiencias particulares (Smith y Schwartz, 1997).

Schwartz (1994) expone una serie de valores culturales colectivos que permiten diferenciar unas cul­turas de otras. Así, ciertas culturas, como las individualistas, pueden caracterizarse por valores de auto­nomía intelectual y afectiva. Por su parte, las culturas colectivistas también pueden poseer valores cul­turales colectivos corno el conservadurismo. Veamos a continuación qué significa cada uno de estos valores culturales.

Conservadurismo versus autonomía. En el polo de conservadurismo están las culturas que enfatizan la dependencia con respecto hacia la colectividad, el mantenimiento del statu quo, así corno la conve­niencia y la restricción de las acciones que puedan amenazar la solidaridad grupa! y el orden establecido. En el polo de autonomía el individuo se ve como único, es decir, busca expresar sus atributos internos (pre­ferencias, motivos y sentimientos). Se diferencian dos subtipos: la autonomía afectiva (el conseguir expe­riencias afectivas individuales positivas como el placer, vida variada, etc.) y la autonomía intelectual (énfasis en ideas independientes y los derechos del individuo, con valoración de la curiosidad, la creatividad, etc.).

Jerarquía versus igualitarismo responde a la cuestión de cómo se distribuyen los recursos, el poder y las oportunidades. Las culturas que priorizan el igualitarismo conciben a los individuos como semejantes, so­cializan a sus miembros en la valoración de la cooperación voluntaria, la preocupación y el respeto por los demás. En las culturas jerárquicas el comportamiento socialmente responsable se rige por el desempeño de roles adscritos, es decir, que nos viene dacio y que por lo tanto no es Lin papel adquirido voluntariamente. Se enfatiza el cumplimiento de las obligaciones adscritas a los roles y se sanciona cuando no se cumplen.

Dominio versus armonía trata sobre la ,actitucl hacía el mundo en general. En las culturas donde se valora el dominio, las personas buscan dominar y cambiar el mundo social y la naturaleza, valoran el con­trol y la explotación de éste para satisfacer las necesidades personales o gruipaies, además de conseguir objetivos por medio de acciones asertivas (ambicioso, competente). Por su parte, las culturas que enfatizan la armonía aceptan el mundo tal cual es, intentando preservarlo más que cambiarlo o explotarlo. Se trata de adaptarse armoniosamente al entorno (unidad con la naturaleza, mundo en paz, mundo de belleza).

Para Schwartz (1994), las dimensiones de valores culturales corresponden a tres cuestiones que emer­gen de los dominios grupa’ y societal. En el Cuadro 2.4 se muestran las dimensiones de valores culturales para cada tipo de cuestión y algunos ejemplos de países que las representan.

Cuadro 2.4. Dimensiones de valores culturales de Schwartz
en relación a las cuestiones que trata de responder

Dimensiones de valores culturales
y países representativos

Cuestiones básicas a las que trata
de responder

Conservadurismo versus autonomía [Hong Kong – Dinamarca]

Jerarquía versus igualitarismo [Turquía – Portugal I

Dominio versus armonía [México – Taiwán]

Relaciones grupales: el grado de dependencia con el grupo versus autonomía.

Conducta social responsable: las formas de cómo motivar a las personas a respetar el bienestar de los demás y coordinarse con ellos.

El papel de la humanidad en el Mundo social y en la naturaleza: someterse y ajustarse.

 

Integración de modelos

Teniendo en cuenta que los modelos que terminamos de presentar corresponden a diferentes unida­des de análisis, ahora vamos a intentar integrar los dos modelos que comparten la misma unidad de aná­lisis. Es decir, las dimensiones culturales de Hofstede y los valores culturales de Schwartz. Esta compa­ración tiene como propósito comprobar si las naciones que un autor considera que son poco jerárquicas, por ejemplo, son clasificadas por el otro autor o modelo también como igualitarias. Veamos a continua­ción si se producen similitudes o no entre ambos modelos.

Los resultados obtenidos en diferentes investigaciones (véase Páez y cok., 2003; Ros y Gouveia, 2001) nos muestran que las puntuaciones nacionales de valores individualistas de Hofstede coinciden con la autonomía de Schwartz, además la dimensión de individualismo-colectivismo se vincula nega­tivamente con el conservadurismo versus autonomía, es decir, a mayor colectivismo más conservadu­rismo. Las puntuaciones nacionales de alta distancia jerárquica, por su parte, correlacionan negativa­mente con el igualitarismo, o lo que es lo mismo, a mayor distancia jerárquica menor igualitarismo. Por otro lado, la masculinidad cultural se asocia al dominio y la evitación de la incertidumbre con el valor cultural de armonía, es decir, por una parte, las culturas que presentan puntuaciones elevadas en mas­culinidad también van a poseer valores de dominio y, por otra parte, a menor evitación de la incertidum­bre mayor armonía (véase Gráfico 2.1).

 

En definitiva, ambos modelos muestran validez convergente, es decir, tanto las dimensiones culturales de Hofstede como los valores culturales de Schwartz tienen a concurrir entre sí, mostrando relaciones positivas que indican que a mayor individualismo también mayor autonomía (véanse los valores indi­vidualistas en el Anexo) o que a mayor distancia jerárquica mayor jerarquía (véanse los valores de dis­tancia de poder en el Anexo). No obstante, los indicadores sobre las desigualdades de estatus (alta dis­tancia jerárquica de Hofstede y jerarquía de Schwartz) y los del colectivismo (o bajo individualismo) tienden a solaparse, es decir, las sociedades con valores colectivistas también poseen valores jerárqui­cos.

EL ESTUDIO DE LA CULTURA EN PSICOLOGÍA SOCIAL • 49

Finalmente, con el objeto de poder conocer cómo se comportan las diferentes naciones en función de las dimensiones culturales que terminamos de exponer, en el Anexo se muestran las puntuaciones, por país, según los modelos que comparten la misma unidad de análisis. Es decir, se presentan los datos para la unidad de análisis colectiva.

A partir de aquí, el resto del capítulo se centrará en la parte aplicada de lo que venimos analizando sobre las diferencias culturales. En este sentido, abordaremos el proceso de integración de los inmi­grantes, las pautas de interacción entre personas socializadas en diferentes culturas, así como la adap­tación a nuevos contextos culturales.

TRABAJANDO 1UNTOS HACIA. LA INTEGRACIÓN

En la última década se han producido importantes flujos migratorios. Así, cada año crece el número de personas que se trasladan a otros países por razones de trabajo, estudio o bien porque huyen de una situación económica o política desfavorable en su país de origen. Sea como fuere, cualquier migración conlleva un contacto intercultural. Es por ello que tanto los psicólogos como ios trabajadores sociales, entre otros profesionales, se han centrado en intentar dar respuestas a esta demanda social.

En general, tal y como señalan Páez y Zlobina (2007), la inmigración es un fenómeno complejo que supone muchos retos a afrontar, tanto para los inmigrantes como para la sociedad de acogida. Por una parte, la sociedad receptora tiene que encontrar el mejor modo de incorporar a sus nuevos integrantes y saber manejar las diferencias culturales, religiosas y de organización social que traen consigo las per­sonas extranjeras. Por otra, los inmigrantes deben adaptarse psicológica y culturalmente al nuevo con­texto que representa la sociedad de acogida. Estos procesos de adaptación de la sociedad de acogida y de los inmigrantes se enmarcan en el proceso de aculturación (para una descripción más detallada sobre la aculturación consúltese en este manual el capítulo sobre «Psicología Social del Prejuicio y la Acul­turación»).

En el caso de los inmigrantes, este proceso de aculturación consiste en modificaciones en sus patro­nes de conducta, en su identidad etnocultural, es decir, engloba su sentido subjetivo de pertenencia y todos los demás cambios producidos por el hecho de vivir en un país distinto. Por ejemplo, Blanco (2000) diferencia cinco áreas donde se producen los cambios originados por la migración (véase Cuadro 2.5).

Si bien es cierto que cuando dos culturas entran en contacto experimentan cambios e influencias mu­tuas, la tendencia general es a que exista desigualdad en la magnitud de dichas modificaciones e influen­cias, y que una cultura tenga más dominio sobre la otra, lo que posibilita el poder llegar a diferenciar entre una cultura dominante y su relación con el conjunto de grupos minoritarios no dominantes. Esto no quiere decir que el grupo dominante no perciba los cambios durante el contacto ya que, realmente, la aculturación supone a menudo el crecimiento de la población, una mayor diversidad cultural, la frag­mentación social, y la aparición de reacciones negativas—cono el prejuicio, la discriminación y el ra­cismo— (véase, en este sentido, el Capítulo 5), así como cambios socio-políticos. Sin embargo, el impacto de la aculturación será más fuerte sobre los grupos minoritarios, los cuales se transformarán du­rante el contacto, conduciendo este hecho a la modificación de los rasgos que les definen culturalmente y que serán, por tanto, diferentes a los que poseían previamente al acercamiento.

 

En este sentido, Palacín (2005) señala que no es extraño que en los servicios sociales se pregunten qué hay de diferente en las personas de origen inmigrante (en su cultura) que justifique el desarrollo de programas específicos o metodologías diferenciadas. De esta forma, los programas sociales se debaten entre dos polos, bien analizar la cultura de los inmigrantes o, bien, ignorar las diferencias y atender a las especificidades individuales de la persona que acude al servicio. No obstante, entre estos dos extre­mos encontrarnos posiciones intermedias, como es el desarrollo de competencias en mediación cultural por parte de muchos Trabajadores sociales.

Veamos, a continuación, en qué consiste el choque cultural, así como una serie de pautas de interac­ción que permiten mediar entre culturas.

Choque cultural

Cambio en ias pautas de fecundidad, concretamente, una disminución de natalidad y acercamiento a las tasas de natalidad de la sociedad receptora.

Mejora de las condiciones de vida en lo referente al nivel de ingresos, pero inestabilidad y precariedad laboral al mismo tiempo.

Resocialización en el nuevo entorno y procesos de discriminación y exclusión social.

Área Demográfica:

Área Económica:

Área Social:

Área Identitaria:            Pérdida de identidad.

• – n

Vivencia, en el caso de las mujeres, en un entorno cultural más igualitario.

Área Cultural:

La diversidad cultural plantea en ocasiones malentendidos, conflictos, así como transformaciones en la cultura de acogida. En este sentido, tal y como señala Basabe (2007), conocer las fuentes del choque cultural y explorar las diferencias culturales debe servir para comprender algunas de las claves culturales que explican los distintos comportamientos, así como para abordar eficazmente el trabajo social con per­sonas procedentes de otras culturas.

______________ rTrirr-1

EL ESTUDIO DE LA CULTURA EN PSICOLOGÍA SOCIAL • 51

El choque cultural es un sentimiento de profunda desorientación que experimentan las personas y los grupos cuando se adaptan a una nueva cultura. Es la percepción de una distancia o diferencia cultural en las creencias, prácticas culturales, normas y valores entre la cultura de origen y la nueva cultura de la sociedad con la que una persona entra en contacto.

Las consecuencias del choque cultural es lo que se ha denominado estrés de aculturación. En general, las investigaciones han mostrado, en grupos muy diversos (emigrantes económicos, refugiados, estu­diantes internacionales, trabajadores internacionales cualificados, etc.), que la distancia cultural se aso­cia al estrés, problemas psicológicos y dificultades de aprendizaje sociocultural (Basabe, 2007).


Estado general de depresión y frustración

Tensión o fatiga cultural, sobrecarga por la necesidad de operar permanentemente de forma consciente y voluntaria (irritabilidad)

Sorpresa, disgusto, ansiedad, ocasionadas por el hecho de tomar conciencia de las diferencias

 

Además, tal y corno puede apreciarse en el Anexo, fa posición de los países cle procedencia de los inmigrantes en comparación con España nos revela que las diferencias culturales son de grado y no ab­solutas, es decir, dependen del grupo de comparación. Por ejemplo, los latinoamericanos se sienten más colectivistas que los españoles, así que ellos nos perciben a nosotros como más individualistas, pero los españoles son a su vez más colectivistas que muchos europeos (Basabe, 2007).

Por último, las personas procedentes de sociedades más lejanas culturalmente necesitarán adquirir más conocimientos y habilidades para desenvolverse e interaccionar con éxito en el país de acogida. Pasemos a exponer en qué consiste este entendimiento intercultural, según Páez y Casullo (2000).

Cómo interaccionar con las personas que pertenecen a culturas colectivistas

Si tratamos con personas que provienen de una cultura más colectivista (véase en el Anexo el indi­cador de IDV «individualismo» y recuérdese que las naciones que muestran menor puntuación son más colectivistas) hay que tener en cuenta que funcionan de manera más grupal, valoran más las reuniones, el pasar el tiempo juntos con toda la familia o con un grupo amplio de personas. En caso de los latino­americanos, por ejemplo, «toda la familia» se mueve unida, acéptelo y sea «hien educado» y respetuoso, manifieste más muestras de respeto hacia los padres o ancianos.

Además, mantener la imagen social o una «buena cara» es muy importante en las culturas colectivistas. Tenga cuidado en «amenazar» a alguien con su crítica, no lo desmienta directa y públicamente aunque us­ted sepa que lo que dice es incorrecto o exagerado. También realizar una crítica delante de todo el mundo aunque sea constructiva, puede herir los sentimientos riel otro, ya que no separan la crítica de las ideas o acciones de una persona. Se suele producir, por tanto, la sensación de que uno es descalificado y atacarlo.

Cómo interaccionar con las personas que pertenecen a culturas femeninas

Si trata con una persona de cultura más femenina que la española (muchos países de América Latina, por ejemplo), recuerde que allí se valora más la armonía y la expresión de cariño. Se espera que Ud. sea simpático y «bien educado». Aproxímese más a las personas de lo que es habitual en España. Si se lo hacen a Ud. no mal interprete las intenciones de estas personas. El tocarle o tener una distancia física menor de lo que está acostumbrado no significa obligatoriamente una intención de ligue, sino una ma­nifestación de simpatía y amistad.

Asimismo, las culturas femeninas valoran el trato más gentil y suave. Evite gritar o discutir fuertemente por motivos de la vida cotidiana. Se interpretará como una desconsideración y un signo de rudeza.

Cómo interaccionar con las personas que pertenecen a culturas masculinas

Si trata con personas de culturas más masculinas que la suya, no espere que tengan el mismo nivel cle expresividad emocional que Ud. No lo interprete corno falta de interés o simpatía, sino como que en este tipo de sociedades no se potencia la expresión explícita de emociones, no se permite ser «blan­do». Se espera que uno se mantenga firme aunque sufra, sobre todo si es un hombre.

En las culturas masculinas se valora más el logro y la orientación a la tarea, así que puede que el cli­ma en el trabajo, por ejemplo, le parezca muy duro. Se evita hablar mucho y se suele procurar más el

it

ir

5 4 • PSICOLOGÍA SOCIAL

cumplimiento de los objetivos laborales. Sea más directo y explicite claramente lo que quiere decir. No insinúe, sino exprese sus ideas con claridad y de una forma más definida.

Antes de concluir con estas pautas de interacción entre culturas, es necesario puntualizar que estas orientaciones son generales. Sin duda alguna, cada persona aparte de pertenecer a una cultura con cier­tas pautas de pensamiento y conducta (valores culturales compartidos) tiene su propio autoconcepto y experiencias vitales (Páez y cols., 2003).

Adaptación a otros contextos culturales

A continuación se ofrecen una serie de estrategias de adaptación en función de los diferentes marcos culturales. No están todas las combinaciones posibles, pero también somos conscientes de que conociendo lo que es adaptativo en el polo de una dimensión (por ejemplo, la adaptación en contextos con alta dis­tancia jerárquica) uno podrá desenvolverse mejor en el otro polo. De este modo, se presentan algunas in­clicaciones para las personas que deciden o tienen que relacionarse con colectivistas y que poseen una alta distancia jerárquica, o que son más masculinos que ellos, sin olvidarnos qué es lo que se espera de nosotros cuando interaccionamos con personas socializadas en otros contextos culturales diferentes al nuestro.

Adaptación a culturas colectivistas con alta distancia jerárquica. Estos contextos culturales estarían representados por África del oeste, Guatemala y Panamá. Así, si Ud. tiene que adaptarse a estas culturas es importante que:

Se tome su tiempo para expresar una idea y, además, es fundamental que tenga en cuenta que «todos los caminos conducen a Roma».

Recuerde que el tiempo es flexible y que la puntualidad no es una norma social.

Tenga en cuenta que no hay normas que diferencien los distintos tipos de interacción (laboral / amistad).

Respete los títulos, la edad y las conexiones de una persona, al margen del tema de la interacción que estén tratando.

Conozca que lo público y lo privado, lo laboral y la amistad están profundamente mezclados.

Examine el conjunto de la situación y no exprese abiertamente emociones y pensamientos cuando sean conflictivos o pongan en entredicho la opinión de una persona que ostenta poder.

Exprese demandas y orientaciones afectivas ambiguas y sutiles, que permitan varias interpretacio­nes, con el objeto de salvar la cara de su interlocutor.

Adaptación a culturas masculinas. Países con elevadas puntuaciones en este indicador cultural son, entre otros, Austria, Estados Unidos, Japón, México y Venezuela. En estas culturas la adaptación será mejor si:

Conoce que se valoran la competición y la dureza.

Tiene en cuenta que las formas de relacionarse entre géneros son diferentes. Así, las interacciones entre personas del mismo sexo tienden a ser más cercanas que las relaciones entre géneros opues­tos.

Recuerda que no se reconocen las flaquezas, ni las debilidades.

EL ESTUDIO DE LA CULTURA EN PSICOLOGÍA SOCIAL • 55

En general, la adaptación implica un conocimiento del otro, un aprendizaje del nuevo contexto cul­tural y conlleva la transformación de conductas y, en ocasiones, también de los modos de establecer re­laciones. En definitiva, requiere el desarrollo de habilidades sociales en espacios multiculiurales que fa­vorezcan y refuercen las relaciones de convivencia.

 

Como hemos visto al inicio del capítulo, la información obtenida a partir de las unidades de aná­lisis en Psicología Social nos brinda la posibilidad de encuadrar el estudio de las diferencias cultu­rales dentro del dominio societal, teniendo en cuenta, por tanto, la unidad de análisis de carácter colectivo. Posteriormente, y tras la presentación del concepto cultura, hemos de considerar que no prevalece un único criterio que la defina, ya que el estudio de la cultura conlleva un análisis del conjunto de normas, valores, actitudes y conductas compartidas por un grupo de personas. Este aná­lisis debe realizarse atendiendo a la distinción entre lo emic y lo clic. En concreto, lo emic parte de la exploración de las diversas formas en que un comportamiento se desarrolla en un contexto determinado, mientras que lo etic enfatiza la conducta universal.

A lo largo de este capítulo hemos querido hacer hincapié en cómo influye el contexto cultural sobre el comportamiento del individuo. Es por ello que nos hemos centrado en analizar las dife­rencias entre culturas individualistas-colectivistas, masculinas-femeninas, con baja o alta distancia jerárquica, etc. Estas dimensiones sobre el conocimiento cultural parten del modelo sociocultural de Hofstede y se complementan con la teoría de valores culturales de Schwartz (conservadurismo vs. autonomía, jerarquía vs. igualitarismo, dominio vs. armonía). Así, la comprensión de dichos modelos nos va a permitir afrontar con mayor éxito el reto que supone tener que habituarse a un nuevo marco cultural o tener que interaccionar con personas socializadas en otras normas sociales. En definitiva, el estudio de las diferencias culturales entre grupos debería servirnos para buscar me­tas comunes, que mejoren la convivencia intercultural y la integración social, aminorando —en la medida de lo posible— el choque cultural.

Finalmente, hemos tratado de destacar que en sociedades cada vez más multiculturales, los Tra­bajadores sociales deben ser capaces de relacionarse y comunicarse con personas muy diversas. En conclusión, deben conocer cuáles son los comportamientos que se ven influenciados por la cultura y saber cómo mediar en las diferencias interculturales, intentado ofrecer pautas de interac­ción y estrategias de adaptación para una adecuada relación intercultural.

EL ESTUDIO DE LA CULTURA EN PSICOLOGÍA SOCIAL • 57

LECTURAS RECOMENDADAS Y REFERENCIAS EN INTERNET

Fernández, I. y Basabe,    t2007). Psicología Social y Cultura. En J. F. Morales, M. Moya, E. Gaviria e I. Cuadrado (Coords.). Psicología Social (3′ Ed., pp. 63-95) Madrid: McGraw-Hill.

En este capítula se presentan, de manera pormenorizada, diferentes modelos sobre valores que ayudan a entender las diferencias culturales, concretamente, el de Hofstede, Triandis, Schwartz, Fiske, Trompenaars e Inglehart. Además, el lector puede examinar algunos de los factores ecológi­cos, socioeconómicos y macro-sociales que se vinculan a la variabilidad cultural en las investiga­ciones transculturales.

Morales, 1. F. (2004). Aspectos transculturales del estudio de los grupos. En C. 1-luici y J. F. Morales (Dirs.). Psicología de los Grupos 1. Estructura y Procesos. (pp. 51-79J Madrid: UNED.

En este capítulo se realiza una detallada y amena exposición de los aspectos transculturales so­bre los grupos humanos, con especial interés sobre la interacción de personas que proceden de di­ferentes grupos culturales.

Páez, D., Fernández, I., Ubillos, S. y Zubieta, E. (2003). Psicología Social, Cultura y Educación. Ma­drid: Pearson / Prentice-Hall.

En este manual se incluyen, con detalle, parte de los modelos que sirven para estructurar las di­ferencias culturales. Específicamente, se analizan los antecedentes y consecuencias de las climen­siones postuladas por Hofstede. A lo largo de los 26 capítulos que constituyen la obra, se pueden ir analizando los diferentes ‘procesos psicosociales y la cultura. Además. se muestran investigaciones transculturales que permiten analizar !as diferencias culturales, así como ofrecer una visión actua­lizada de las experiencias interculturales.

Smith, P.B., Bond, M.H. y Kagitcibasi, C. (2006). Understanding Social Psychology Across Cultures. Living and working in a changing world. Londres: Sage.

Esta obra, estructurada en tres secciones y constituida por 13 capítulos, es una excelente revisión de los estudios transculturales realizados en Psicología Social. Al final de cada capítulo se exponen una serie de preguntas con el objeto de afianzar los contenidos que se han ido presentando ante­riormente.

jittp://www.ac.vvvywu.erki/– cul t u re/

En esta página, cle la Universidad occidental de Washington, se puede acceder a diferentes pu­blicaciones, en inglés, sobre Psicología y Cultura. La página está estructurada en dieciséis secciones, que van desde el estudio de los conceptos y definiciones, pasando por el análisis del desarrollo hu­mano (infancia, adolescencia y vejez), hasta la investigación de la enfermedad mental a través de

las culturas.

 

http://www.ehu.es/psytioarod/

Esta página corresponde al grupo de investigación consolidado de la Universidad del País Vasco, dirigido por el Profesor Darío Páez. Esta Web incluye más de 100 publicaciones sobre diferentes áreas de Psicología Social, con especial interés en el estudio de la cultura, el conocimiento social de las emociones y los factores psicosociales en relación con la salud.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Páez, D. y Zubieta, E. (2003). Cultura y Psicología Social. En D. Páez, I. Fernández, S. Ubillos y E.
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ANEXO: Puntuaciones por nación para los modelos de Hofstede y Schwartz

 

Naciones

Valores individualistas

Valores de distancia de Poder

Valores de Masculinidad y

Evitaciónde la Incertidumbre

Orientación

temporal

11/V , A. A.

A, 1.  i onseivarlunstni I

PDI

lerarquía

Igualitarismo

MAS

Dominio

11A1

Armenia

África del este 27      

64

.  

41

  52 .  
África del oeste 20 . .  

77

  .

46

  54 . 16
Alemania 67      

35

   

66

  65 . 31
Argentina 46     .

49

.  

56

. 86    
Australia 90 3,5 4,12 4,06

36

2,36 4,98

61

4,09 51 4,05 31
Austria 55 .    

11

   

79

. 70    
Bélgica 75 .   .

65

. .

54

. 94 .  
Brasil 38 3,3 4,13 3,97

69

2,64 4,92

49

4,16 76 4,02 65
Canadá 80      

39

   

52

. 48   23
Chile 23 .   .

63

.  

28

. 86 .  
China continental   3,32 4,27 3,97

3,7 4,49

4,37   3,71 118
Colombia 13      

67

.  

64

  80 .  
Corea del sur 18   .  

60

.  

39

. 85 . 75
Costa Rica

Dinamarca

15

74

.

4,01

.

4,58

.

3,64

35

18

.

1,86

.

5,52

21

16

3,97 86

23

,

4,16

 
Ecuador

El Salvador

8

19

. .

.

 

78

66

.  

63

40

,

.

67

94

   
España 51 3,97 4,9 3,42

57

2,03 5,55

42

4,11 86 4,53  
Estados Unidos 91 3,65 4,2 3,9

40

2.39 5,03

62

4,34 46 3,7 29
Filipinas

Finlandia

32

63

.

3,51

.

4,62

.

3,84

94

33

2,03 .

5,26

64

26

,

3,63

44

59

.

4,54

19
Francia 71 4,41 5,15 3,35

68

2,16 5,45

43

3,89 86 4,31  
Gran, Bretaña 89      

35

   

66

. 35   25
Grecia 35 3,96 4,09 3,68

60

2,01 5,35

57

4,53 112 4,39 .
Guatemala 6 .   .

95

  .

37

. 101 . .
Holanda 80 3,51 4,44 3,68

38

2,26 5,39

14

3,98 53 3,98 44
Hong kong 25 3,1I 4,08 4,04

68

2,83 4,85

57

4,18 29 3,34 96

 

IDV= Individualismo-colectivismo, PDI= Distancia jerárquica, MAS= Masculinidad-feminidad, UAt= Evitación de la incertidumbre y Orientación temporal: Puntuaciones en las Dimensiones Culturales de Hofstede (2001). A mayor puntuación mayor individualismo, distancia jerárquica, masculinidad, evitación de la incertidumbre y orientación a largo plazo.

A. A.= Autonomía Afectiva, A. I.= Autonomía Intelectual, Conservadurismo, jerarquía, Igualitarismo, Dominio y Armonía: Puntuaciones medias de los Valores Culturales de Schwartz (1994). Las respuestas van de 7 (máxima importancia) a 0 (no importante) y el -1 se refiere a ,)opuesto a las valores culturales».

ANEXO: Puntuaciones por nación para los modelos de Hofstede y Schwartz (cont.)

 

Naciones

Valores individualistas

Valores de distancia de Poder

Valores de Masculinidad y

Evitaciónde la Incertidumbre

Orientación

temporal

IDV

A. A.

A. I. 1ConsHrvaclorismo

PD’

jerarquía

Igualitarismo

MAS

Dominio

UAI

Armonía

India

48

.     77   . 56   40 .

61

Indonesia

14

.     78 .   46   48 .

Irán

41

  . . 58     43   59  

Irlanda

70

. . . 28   . 68   35 .

Israel

54

3,62 4,31 1,51 13 2,83 4,88 47 4,16 81 3,05

Italia

76

2,95 4,6 3,82 50 1,69 5,57 70 1,08 75 4,8

Jamaica

39

. . . 45 . . 68   13  

lapón

46

3,54 4,68 3,87 54 2,86 1,69 95 4,27 92 4,07

80

Malasia

26

3,16 4,07 446 104 2,43 4,66 50 4,34 36 3,5

México

30

3,23 4,2 •,03 81 2,35 4,99 69 4,34 82 4,67

Noruega

69

. . . 31 . . 8 . 50 .

Nueva Zelanda

79

3,98 4,36 3,73 22 2,38 5,15 58 4,23 49 3,99

30

Países árabes

38

3,27 4,07 4,33 80 3,17 4,88 53 4,22 68 3,05

Pakistán

14

.     55 .   50 . 70  

Panamá

11

    . 95     44   86 .

Perú

16

  . . 64 . . 42   87  

Polonia

3,13 4,09 4,31   2,53 4,82   4 . 4,1

32

Portugal

27

3,5-1 4,12 3,76 63 2,08 5,62 31 4,25 104 4,29

Singapur

20

3,04 3,68 4,38 74 2,75 4,79 48 3,93 8 3,72

48

Sudáfrica

Suecia

65

71

.   ,

.

49

31

    63

5

  49

29

.

33

Suiza

G8

4,24 5,33 3,25 34 2,2 5,19 70 4,18 58 4,5

Tailandia

20

3,62 4,08 4,22 64 3,32 4,34 34 3,99 64 3,93

56

Taiwán

17

3,21 3,93 4,31 58 2,85 4,68 45 4,11 69 4,17

87

Turquía

37

3,25 1,12 4,27 66 3,3 5,12 45 3,9 85 -1,26

Uruguay

36

      61     38   100  

Venezuela

12

      81     73   76  

Yugoslavia

27

      76   . 21 . 88  

 

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