Emotividad vs Literalidad. Una lucha incansable.

LAS MUJERES SON EMOTIVAS AL HABLAR, LOS HOMBRES LITERALES

Debido a que el vocabulario no posee una zona localizada en el cere­bro femenino, las mujeres consideran que definir con precisión una palabra es totalmente irrelevante. Por eso, se tomarán licencia poética con las palabras y utilizarán la exageración de forma continua para dar mayor énfasis a sus frases. Sin embargo, deben tener precaución porque los hombres interpretarán cada una de sus palabras de forma lite­ral y creerán todo cuanto digan.

En esta discusión, el hombre define las palabras que la mujer em­plea en su lucha por llevar la razón. A ver si estas frases le suenan familiares:

Robyn: Nunca estás de acuerdo con lo que digo.

John: ¿A qué te refieres con nunca? He estado de acuerdo conti­go en estas dos últimas cosas, ¿no?

Robyn: Siempre discutes lo que te digo y siempre quieres tener la razón.

John: ¡Eso no es verdad! Siempre no te discuto lo que dices. Esta mañana he estado de acuerdo contigo y también anoche y el sábado pasado. Así que no puedes decir que siempre te discuto las cosas.

Robyn: Dices eso cada vez que saco este tema.

John: Sabes que no es cierto. No lo digo cada vez.

Robyn: Y sólo me acaricias cuando te apetece hacer el amor.

John: Venga. Deja de exagerar. No sólo te acaricio cuando…

Ella continúa discutiendo y recurriendo a sus sentimientos para com­batirle. Él, en revancha, utiliza la definición de palabras. La discusión llega a tal punto que ella se niega a hablarle o él se va para evitar que llegue a mayores. Para mantener una discusión constructiva, el hombre tiene que entender que la mujer utilizará palabras sin referirse a su sentido literal, por eso, no tiene que tomárselas al pie de la letra ni intentarlas definir. Pensemos en el típico ejemplo. Si una mujer dice: «Dios mío, si me sentase al lado de una mujer que llevase el mismo vestido que yo, me moriría. No me podría pasar nada peor». En reali­dad ella no quiere decir que no le podría pasar nada peor o que se moriría, pero si el hombre sigue con sus estructuras analíticas le contestará: «No, no te morirías y hay cosas mucho peores» una respuesta muy sarcástica para una mujer. Por la misma regla de tres, la mujer también tiene que aprender que tiene que discutir con un hombre lógicamente y desarrollar sus argumentos uno a uno. Las mujeres no deben emplear los «multidiscursos» con el hombre, ya que sus misiles no alcanzarían el blanco deseado.

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