Vejez.

También la vejez implica una nueva crisis que se caracteriza esencialmente por las ansiedades determinadas por las limitaciones de la capacidad física agravadas por enfermedades, la disminución parcial o total de la capacidad y oportunidades de trabajo, y el recrudecimiento de los temores frente a la muerte. Surge, a veces un sentimiento de desesperación, por no aceptar la muerte come límite definitivo. La desesperación traduce la vivencia de que el tiempo es demasiado corto para el intento de iniciar otro tipo de vida y para probar diferentes alternativas en el futuro. Se puede expresar por misantropía, el desprecio hacia personas o instituciones, y una actitud permanente de queja y desagrado (4) .

En cambio, la capacidad de dar y recibir amor de los hijos de identificarse con ellos, permite enfrentar la muerte con menor persecución, mantener unido el propio pasado con el presente, que lo aprendido en el pasado sea recuperado para el presente, mantener el interés en el futuro, y que la vejez sea la edad de la sabiduría.

 

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