Bion destaca las vicisitudes posibles para el místico o el genio que introduce una idea revolucionaria en la sociedad. Sería función de la sociedad poner a disposición de sus miembros al genio o a la «idea mesiánica» que éste postula. Esto se hace mediante las leyes, si se trata de una sociedad; o de los dogmas, si se refiere a una religión; o de las reglas o leyes si corresponde a una ciencia. Debido a que la idea nueva puede ser vivida como disruptiva para el medio, el grupo-sociedad puede fracasar en su función de contenerla adecuadamente y podrá reaccionar como un «continente» que ahoga y priva de vida al «contenido-idea nueva» a la que atribuye el peligro de un «cambio catastrófico» (1) .
La angustia frente al cambio puede surgir entonces no sólo como consecuencia de los conflictos internos del individuo sino también en estrecha relación con el mundo externo (vínculo de integración social de su identidad) . Por lo general, el individuo tiene la sensación de que hay algo que permanece constante en él, cualesquiera que sean los cambios y las vicisitudes que ocurren externamente a su persona. Sin embargo, existen circunstancias en que el sujeto puede no tolerar los cambios que ocurren en la realidad. Esto puede hacer que tambalee su sentimiento acerca de la «identidad» del, mundo externo y, concomitantemente, el sentimiento de identidad del self. Eso lleva entonces a una angustia frente al cambio que determina la necesidad de reasegurarse de que todo permanece igual, de que las estructuras no se modifican, ya que eso implica para ese tipo de individuos una amenaza a su sentimiento de identidad. La tendencia o necesidad de evitar cambios puede alcanzar, en ocasiones, un alto grado de patología, llevando mediante la compulsión a la repetición, a conservar a cualquier costo (la neurosis misma, la enfermedad somática o la psicosis) los aspectos y modalidades del mundo externo y del yo que no se quiere exponer al cambio.
Es importante señalar entonces que la falta de crecimiento y de cambio equivale al estancamiento psíquico, a la esterilidad emocional; en otras palabras, a una muerte psíquica. Por influjo de la angustia neurótica se tiende a la compulsión a la repetición, a seguir modelos viejos, estructuras previas, evitando reemplazarlas por nuevos modelos, privando así al individuo de la posibilidad de vivir y moverse en el mundo de la realidad externa y de la realidad psicológica.