EL CONTROL DE LAS EMOCIONES SE RIGE POR DETERMINADAS NOCIONES ACERCA DE SU FUNCIONAMIENTO
El proceso de hablar sobre uno mismo y de enfrentarse a las emociones precisa de un marco teórico que separe el pensamiento del sentimiento y de la reificación o cosificación de determinadas «emociones». Semejantes cimientos de las terapias psicológicas se perfilaron a partir de la observación de las personas en situaciones poco comunes, en las que fueron engañadas y manipuladas. Por
IAN PARKER
ello las descripciones psicológicas de las «emociones» y sus principales diferencias están muy vinculadas al contexto cultura que da cabida al desarrollo de la psicología, así como a las condiciones artificiales en las que estas emociones fueron «descubiertas»14. Por tanto, dichos cimientos están unidos de manera improvisada a las nociones igualmente sospechosas y culturalmente específicas de la «represión» y la «expresión».
En una cultura psicologizada como la nuestra actualmente el hecho de ocultar las emociones es problematizado y, por el contrario, expresarlas es considerado como saludable. De este modo, la faceta «terapéutica» de la antigua psicología mecanicista funciona como la otra cara de la misma práctica disciplinaria Mientras que la tradición «racionalista» procuraba evitar cualquier aspecto de la experiencia humana que no fuera totalmente observable y cuantificable, el mismo proceso de regulación de lo que debía o no analizarse abonó el terreno para que surgiera la corriente opuesta. En fin, la psicología racionalista trazó una línea divisoria entre razón y sentimiento, permitiendo que los sentimientos susceptibles de ser tomados en consideración sigan circunscritos a una idea prefijada y prescriptiva de psicología humana. Y en el marco más amplio de la cultura, fuera de los departamentos de la psicología, la psicologización avanza a través de prácticas que requieren que las personas hablen a los expertos sobre sus sentimientos15.