CÓMO CONVENCER A UNA MUJER . El arte de la persuación.

CÓMO CONVENCER A UNA MUJER

Nunca dé a una mujer indicaciones del tipo «diríjase hacia el norte» o «vaya unos cinco km hacia el oeste» porque requieren su habilidad orientativa. Sin embargo, puede darle indicaciones que contengan pun­tos de referencia como «conduzca hasta llegar al McDonald’s y des­pués diríjase hacia ese edificio que tiene el rótulo de National Bank». Así, la mujer puede utilizar su visión periférica para ver los puntos de referencia y dirigirse al destino. Los constructores y arquitectos pier­den millones en todo el mundo en tratos empresariales al presentar a las mujeres que tienen que tomar las decisiones, planos y proyectos en dos dimensiones. El cerebro masculino podría convertir el plano en tres dimensiones y observar mentalmente el edificio terminado, pero para una mujer se trata tan sólo de páginas con líneas irrelevantes. Un plano tridimensional o una imagen computerizada venderían, sin duda, una casa a una mujer. Con toda esta información, la mujer no debería volverse a sentir como una idiota cuando mira un mapa. Déselo al hombre, le corresponde a él saberlo descifrar.

Para un hombre, es mucho más relajante orientarse y conducir mien­tras que la mujer le habla sobre monumentos o señales que se van encontrando por el camino. Como sabemos, un hombre posee unas facultades verbales inferiores a la mujer, por lo que parece justa su supremacía en cuanto a habilidad espacial se refiere. Así, podrá llegar sin problemas a la casa de su nueva novia, aunque después no sepa qué decirle.

EL SUFRIMIENTO DE APARCAR EN LÍNEA

Si le pidiesen que observase a los coches que están aparcados en línea en la calle, ¿podría decir cuáles han sido aparcados por hombres y cuá­les por mujeres? Una investigación llevada a cabo por una autoescuela británica reveló que en el Reino Unido los hombres obtenían una media del 82 por ciento de precisión al aparcar su coche en línea cerca de la acera y un 71 por ciento lo lograba a la primera. Las mujeres sólo obtuvieron un 22 por ciento de precisión, y la mediocre cifra del 23 por ciento de logros a la primera. En Singapur, un estudio de similares características, obtuvo un resultado del 66 por ciento de precisión en el caso de los hombres, con un porcentaje de 68 por ciento de logros a la primera, mientras que las mujeres sólo representaron un 19 por ciento en el test de precisión y sólo el 12 por ciento lo consiguió a la primera. En letra pequeña: «¡Si ve a una conductora de Singapur, aléjese como un rayo!». Los hombres que mejor aparcan son los alemanes, con un porcentaje del 88 por ciento de logros en el primer intento. Las prue­bas de conducción que realizan las autoescuelas demuestran que las mujeres suelen darse más maña para aparcar en batería marcha atrás que los hombres durante las prácticas, pero que en situaciones reales suelen tener menos destreza que los varones. Este hecho se debe a que las mujeres tienen mayor habilidad para aprender una tarea y repetirla, siempre y cuando las circunstancias sean las mismas. Sin embargo, en el tráfico real cada situación presenta nueva información y nuevos datos, por lo que la habilidad espacial del hombre les aventaja en la resolución del aparcado.

La mayoría de las mujeres prefieren dar vueltas hasta encontrar un sitio de aparcamiento más espacioso, aunque eso suponga caminar más hasta el destino, que tener que dar marcha atrás y maniobrar para apar­car el coche en un sitio justo.

Si las mujeres fuesen alcaldesas, prohibirían aparcar
en línea y en batería marcha atrás.

Últimamente muchos pueblos y ciudades han introducido líneas que forman un ángulo de 450 para aparcar en batería marcha atrás, ya que se ha demostrado que es más seguro que el conductor mire al frente para arrancar. Aun así, la opinión de las mujeres no ha cambiado y siguen odiando tener que aparcar en batería porque tienen que recurrir a su escasa habilidad espacial para estimar ángulos y distancias. Llevamos a cabo un seguimiento de 20 ayuntamientos que han puesto en práctica este tipo de aparcamiento en batería marcha atrás y descubrimos que no había prácticamente mujeres involucradas en esta decisión. Casi siempre lo habían determinado hombres. Seguramente, si la mayor parte de los funcionarios de un ayuntamiento fuesen mujeres, estaría prohi­bido aparcar tanto en batería marcha atrás como en línea y diseñarían aparcamientos de una columna en batería, para evitar tener que calcu­lar ángulos y distancias. Este método requeriría un terreno muy espa­cioso, pero evitaría muchos accidentes.

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