Vínculo de Integración Social.Repercusión de los cambios sociales en la construcción de la identidad.

Este vínculo de integración social, con todas sus vicisitudes, presenta en la actualidad una importancia decisiva, dadas las características específicas que connotan una organización social en crisis con las implicaciones inherentes a las situaciones de cambio de sus estructuras fundamentales.

La capacidad de seguir sintiéndose, el mismo en la sucesión de cambios forma la base de la experiencia emocional de la identidad. Implica mantener la estabilidad a través de circunstancias diversas y de todas las transformaciones y cambios del vivir.

Pero la evolución de cada individuo es una serie ininterrumpida de cambios, pequeños y grandes, a través de cuya elaboración y asimilación se va estableciendo el sentimiento de identidad, ya que la falta de crecimiento y de cambio es equivalente al estanca­miento psíquico y a la esterilidad emocional: en otras palabras, a una muerte psíquica.

Sin embargo, existen circunstancias en que el sujeto puede no tolerar los cambios que ocurren en sí mismo o en la realidad. Esto puede hacer que tambalee su sentimiento acerca de la «iden­tidad» del mundo ex terno y, concomitantemente, el sentimiento de identidad del self. Eso lleva entonces a una angustia frente al cambio que determina la necesidad de reasegurarse de que todo permanece igual, de que las estructuras no se modifican, ya que eso implica para ese tipo de individuos una amenaza a su sentimiento de identidad. La tendencia o necesidad de evitar cambios puede alcanzar, en ocasiones, un alto grado de patología, llevando a una compulsión a la repetición, a la necesidad de conservar a cualquier costo (a veces la neurosis misma, la enfermedad somática, la psi­cosis) los aspectos y modalidades de la realidad y del self que no se quiere exponer al cambio.

La consolidación del sentimiento de identidad depende no solamente del mundo interno del individuo sino también de una serie de factores sociales y económicos que pueden obrar en el sen­tido de facilitarla u obstaculizarla.

Acontecimientos que impliquen cambios sociales importantes pueden convenirse en factores desencadenantes de reacciones de extrema angustia, porque son vividos por muchos individuos como pérdidas o amenazas de pérdida de aspectos de la identidad del sea.

El cambio implica inevitablemente una incursión en lo desco­nocido, comprometerse con hechos futuros que no son previsibles y afrontar sus consecuencias. Inexorablemente esta situación pro­voca dudas, sentimientos de ansiedad y depresión, y la tendencia a aferrarse a lo conocido y familiar para evitar lo nuevo.

Un enfoque actual del campo político-social, económico y aun científico, nos muestra un panorama sumamente complejo, confuso y confusionante. El desarrollo tecnológico ha adquirido un impulso que nunca había tenido antes y que la mente humana no puede absorber al mismo ritmo. La terrible velocidad de las comunica­ciones en todo el mundo hace que el individuo esté recibiendo simultáneamente gran cantidad de mensajes desde toda clase de distancias, de distinta calidad y carácter, que no puede metaboli­zar ni sintetizar. Por el contrario, se transforman en mensajes que pueden llegar a ser ambiguos o contradictorios. El «ambiente» se hace muy vasto desde una edad muy temprana. La «comunicación masiva» que lleva a la incomunicación, la publicidad de toda clase, él uso estupefaciente de la televisión, la alienación creada por las condiciones de trabajo, la violencia —en todas sus expresiones—como pautas culturales intrusivas, y los sistemas represivos de toda clase son algunos de los muchos factores responsables de la confu­sión alienante del sentimiento de identidad que, por actitud reactiva o defensa desesperada, empuja —a veces— a una elección compulsiva de una determinada ideología para salir del caos y evitar el peligro del derrumbe de la identidad.

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