MATERIAL CLINICO N° 1

MATERIAL CLINICO N° 1

Sylvia, una mujer de alrededor de 35 años, pero aún con el aspecto de una niña púber frágil y bonita, había estado internada en un hospital durante ocho años, donde se la consideró por momentos maníaco-depresiva y otras veces catatónica. Sufría de severa anorexia y su vida en la sala estaba dividida entre largos períodos en que yacía inerte en su cama, y momentos más breves de actividad febril como fregona y mucama de todo servicio bajo .el tiránico control de otra paciente, Millie, quien parecía gobernar la sala mediante una camarilla. Esta Fax Romana, que parecía aceptable para el personal, sólo se quebraba cuando alguna paciente (Sylvia incluida) «se volvía loca» y comenzaba a «destrozar». Lo primero se refería fundamentalmente a ataques verbales a las otras pacientes y al personal, y lo segundo significaba romper ventanas y vajilla. Estos estallidos se atribuían a invasiones por parte de visitantes «del mundo» en el equilibrio de poder de Millie. «Si sólo nos dejaran en paz»* cantaba Sylvia a menudo, con lo cual también se refería a la intrusión por parte del análisis al que era llevada en taxi por una enfermera. Ella insistía en que el sistema no podía tolerar más de dos interferencias de este tipo por semana.

A medida que se aproximaba la interrupción del análisis debido a laS vacacio­nes de Pascuas, Sylvia comenzó a destrozar y a volverse loca, e intentó con fre­cuencia suicidarse mediante medios ingeniosos, aunque relativamente ineficaces, cada vez que regresaba al hospital después de la sesión. A la penúltima sesión trajo dos breves sueños:

(a)       Millie estaba cortando la lechuga y distribuyéndola;

(b)       Amy podría destrozar un pequeño tanque que estaba fuera de su cuarto.

Los sonidos inquisitivos del analista o su evidente incomprensión lograron obtener de ella algunas asociaciones: a veces les dan lechuga en las comidas que Millie preside no cocinando sino sirviendo. En el sueño no había comida, sólo lechuga. Amy es una «destrozona» y se siente trastornada durante las vacaciones cuando la sala se vacía de sus miembros menos permanentes u otros vuelven al hogar con sus familias. El «tanque» en el sueño era de vidrio, con capacidad sufi­ciente como para contener aproximadamente medio litro y con graduaciones en el costado, corno un termómetro.

Estos dos sueños y sus asociaciones se interpretaron de manera simple como

 

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significando algo semejante a: si al menos usted nos dejara en paz (lechuga sola sin otra comida)* y no despertara sentimientos de amor (Amy), no nos sentiría­mos impelidas a destruir nuestra capacidad (graduada, pero capaz de contener aproximadamente medio litro) de gratitud (tanque, en inglés tank; gracias: thanks; gracias a usted: thank you) cuando se van y nos dejan solas en Pascuas (la sala, vacía).

No pretendo defender la validez de esta interpretación, sino más bien con­centrarme en sus implicaciones respecto de la función del lenguaje en la paciente. Es característico de ella, al salir bamboleándose como una vieja del consultorio al final de la sesión, murmurar algo semejante a «lo siento» o «gracias» según si trajo o no material para análisis, particularmente sueños. Si no ha sido capaz de cooperar, llorará en su viaje de vuelta al hospital o intentará tirarse del taxi, es­trangularse con su bufanda o envenenarse con píldoras escondidas.

Creo que es posible ver claramente la imagen de desesperación, como niños aferrados uno a otro en un campo de concentración, totalmente sometidos a sus perseguidores, revolviendo basura para comer y luchando contra todo lo que pue­da despertar falsas esperanzas de rescate. El sonsonete » iDéjennos en paz!» parece un eco que se desintegra en un sonido disártrico (Let us alone!, lesalon), un mero sonido áspero, mientras se apartan de la ternura, mientras el pensamiento queda -reducido a una imagen, la imagen onírica de Millie y la lechuga sola. De manera análoga, las palabras de gratitud se reducen a un sonido deformado, y la mamadera vacía invita a destrozarla en cuanto trae promesas de algo mejor. Se debe compren­der que para esta joven, en los años previos a su internación, el mundo exterior se había convertido en un loquero en el cual ella vagaba de cama en cama, borracha en su confusión, buscando un objeto que la llenara de amor. Necesitaba que fuera un objeto sin graduaciones de generosidad, que nunca se vaciara, que nunca perma­neciera fuera de la puerta de su boca (cuarto), para no tener que recordarlo y estarle agradecida.

Quiero resaltar la forma en que los sueños revelan que la estructura proposi­cional del pensamiento «Déjennos en paz» y «Gracias», se ha conservado en la imagen del sueño, pero la función del lenguaje ha comenzado a perder sus raíces en las proposiciones y a deteriorarse en un balbuceo de borracho. Debe observar­se, sin embargo, que la imagen tiene una directa relación del tipo del equívoco, del juego de palabras, a través de la homonimia, con el deteriorado lenguaje y claramente se mantiene en una posición secundaria: es un derivado. En el sueño encontramos las reliquias del lenguaje, como el arqueólogo encuentra los restos de una cultura en los escombros de un basural. El mundo psicótico de la Pax Romana de Millie no necesita del lenguaje sino sólo de órdenes, equivalen­tes a los silbidos y los gestos con que se adiestra a los perros. Ni la comunicación de los estados mentales ni la información acerca del mundo exterior son necesa­rias, ya que todas las funciones del yo son llevadas a cabo por el tirano y ningu­na por los esclavos. Pero la comunicación es necesaria para protegerse de los in­trusos, el analista en particular, y para este propósito basta un ruido para indicar

 

EL MUTISMO                                                                                 1 75

el estado mental: » Denospas! ¡Diento! ¡Graas!»*. Uno podría pensar que la estructura sintáctica está preservada, si no fuera porque los sueños nos muestran que ha sido reemplazada por una imagen con sólo una relación homonímica con el lenguaje. Sólo la música ha sido preservada de la proposición original, e incluso parece desafinada y tocada con descuido.

El segundo ejemplo clínico se propone esclarecer un segundo tipo de mutis­mo, en el cual el lenguaje interno está preservado; el deseo de comunicar infor­mación y los estados mentales no parecen deteriorados, pero una alteración deli­rante del objeto hace que la vocalización del lenguaje resulte redundante.

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