Epílogo ADOLESCENTES: EL FUTURO DE LA SOCIEDAD

Epílogo

 

ADOLESCENTES: EL FUTURO DE LA SOCIEDAD

Al final, el poder que hay detrás del desarrollo es la vida.

ERIK ERIKSON

Psicoanalista norteamericano, siglo XX

A principios del siglo XXI, el bienestar de los adolescen­tes es una de nuestras principales preocupaciones. Todos deseamos lo mejor para su futuro porque son el futuro de cualquier sociedad. Los adolescentes que no desarrollan todo su potencial, que están destinados a hacer menos contribuciones a la sociedad de las que ésta necesita, y que no ocupan un puesto como adultos productivos com­prometen el futuro de la sociedad a la que pertenecen. En este epilogo, analizaremos una serie de importantes temas y cuestiones relacionadas con el desarrollo adolescente y después presentaremos una serie de ideas que nos permi­tan comprender la belleza, el poder y la complejidad del desarrollo adolescente.

Nuestro viaje a través de la adolescencia ha sido lar­go y complejo, y hemos tratado muchos aspectos de la vida de los adolescentes. Éste es un buen momento para que mire hacia atrás y se pregunte qué ha aprendido. ¿Qué teorías, estudios o ideas le impactaron más o le parecie­ron más importantes? ¿Qué ha aprendido sobre su propio desarrollo cómo adolescente? ¿Ha habido algo de lo que ha aprendido que le haya hecho replantearse cómo se de­sarrollan los adolescentes? ¿Cómo se desarrolló hasta convertirse en la persona que es ahora?

Temas y cuestiones sobre el desarrollo adolescente

Si miramos hacia atrás y reflexionamos sobre el conteni­do de los capítulos de Adolescencia, emergen diversos te-mas y diferentes cuestiones. A continuación nos deten­dremos en un pormenorizado análisis.

Se ha exagerado la importancia de los conflictos y el estrés

Crecer nunca ha sido fácil. De todos modos, la mejor for­ma de retratar la adolescencia no es como una etapa de rebelión, crisis, patología y desviación. Una forma mucho más adecuada de describir la adolescencia es como una etapa de evaluación, toma de decisiones, compromiso y búsqueda de un lugar en el mundo. La mayoría de los problemas que tienen los jóvenes actuales no son inhe­rentes a la juventud en sí misma. Lo que necesitan los adolescentes es acceder a un abanico de oportunidades le­gítimas y contar con el apoyo a largo plazo de adultos que estén profundamente comprometidos en su cuidado.

Por lo que se refiere a los gustos, las costumbres y ma­neras, los jóvenes de todas las épocas han parecido radica-les, desconcertantes y distintos a los adultos —en aspecto, comportamiento, gustos musicales, corte de pelo y vesti­menta—. Pero es un enorme error confundir el entusiasmo del adolescente por probar nuevas identidades y disfrutar comportándose de formas moderadamente escandalosas con la hostilidad hacia los estándares paternos y sociales. Hacerse ver y poner a prueba los límites son formas habi­tuales que tienen los adolescentes de acercarse a la acep­tación, más que al rechazo, de los valores paternos.

A pesar de que durante mucho tiempo se ha presen­tado una imagen demasiado negativa de la adolescencia, es cierto que muchos adolescentes actuales corren el ries­go de no desarrollar todas sus potencialidades. Efectiva-mente, algunos adolescentes experimentan mucho estrés. Esto se pone de manifiesto en un aspecto muy importan-te de los adolescentes: no son un grupo homogéneo. Existen muchas formas distintas de retratar la adolescen­cia, dependiendo del grupo particular de adolescente que tomemos como punto de referencia.

Debemos reducir drásticamente la cantidad de adolescentes que corren el riesgo de no desarrollar todo su potencial

Aunque hemos hecho hincapié en que la mayoría de los adolescentes concluyen con éxito el largo viaje que su‑

 

pone la adolescencia, hay algunos que no consiguen desa­rrollar todo su potencial porque sus padres no les dedican la atención ni les dan la educación pertinente, los centros educativos no les proporcionan la instrucción adecuada y la sociedad no les ofrece el apoyo que necesitan. No cabe duda de que los adolescentes que no desarrollan todo su potencial y no contribuyen de forma eficaz al progreso de la sociedad no han recibido la atención individual y el apoyo adecuado durante su proceso de desarrollo. Los adolescentes necesitan padres que les quieran, supervisen su desarrollo, sean sensibles a sus necesidades, posean una profunda comprensión de su propio desarrollo y del desarrollo de sus hijos y les ayuden a alejarse de las con­ductas que representan una amenaza para la salud.

También necesitamos centros educativos que hagan mayor hincapié en que los currículos docentes se ajusten al nivel de desarrollo de los alumnos y presten más aten­ción a la salud y al bienestar de los adolescentes. Esto es algo que se debe conseguir en todos los niveles educati­vos, pero especialmente en los institutos de enseñanza se­cundaria. Debemos conceder mayor importancia a la po­lítica social, especialmente en lo que respecta a las formas de romper el ciclo de la pobreza, que afecta a más del 25 por 100 de los adolescentes norteamericanos. Es pre­ciso reformular los valores políticos de los estados para que reflejen una mayor preocupación por las condiciones inadecuadas en que viven demasiados de ellos. Para dis­minuir el número de adolescentes que corren el riesgo de no desarrollar plenamente sus potencialidades, se precisa la cooperación entre diferentes las instituciones y organi­zaciones sociales, y dedicar una atención especial a la prevención e intervención precoces.

El desarrollo adolescente está inmerso en contextos socioculturales e históricos

A lo largo de todo el libro hemos insistido mucho en la importancia de tener en cuenta los contextos en que acon­tece el desarrollo adolescente. Por contexto entendemos el marco en el que se produce el desarrollo, que está influido por factores históricos, económicos, sociales y culturales. Los contextos incluyen las familias, los centros educa­tivos, los grupos de iguales, la iglesia, el barrio, las ciu­dades, Estados Unidos, Canadá, Rusia, Francia, Japón, Egipto, etc. —cada uno de los cuales posee un legado his­tórico, económico, social y cultural lleno de significado.

Sólo en un siglo y en una nación: el siglo XX y Esta-dos Unidos, las sucesivas generaciones de adolescentes fueron testigos de cambios históricos sorprendentes, in­cluyendo dos guerras mundiales, la Depresión del 29 y sus consecuencias económicas, la llegada de la televisión y de los ordenadores, el crecimiento del nivel educativo y la modificación de los roles de género. A medida que se iban sucediendo las generaciones, las minorías étnicas iban incrementando su legado cultural.

La interdependencia global ya no es cuestión de creen­cias o preferencias. Es una realidad ineludible. Incremen‑

tando nuestros conocimientos sobre el comportamiento, los valores y la naturaleza del desarrollo adolescente en las distintas culturas del mundo, podemos aprender mu­chas cosas sobre los aspectos universales del desarrollo adolescente, las variaciones culturales que hay en este de­sarrollo, y cómo interactuar más eficazmente con los ado­lescentes para convertir este planeta en un lugar más pa­cífico y acogedor.

Entendiendo mejor nuestra propia cultura también po­dremos mejorar las vidas de los adolescentes. Resulta ur­gente analizar cómo repercute el hecho de pertenecer a una u otra etnia sobre el desarrollo adolescente, debido a los cambios drásticos que están teniendo lugar en la com­posición étnica de muchos países. Por ejemplo, en Es­tados Unidos, se espera que las poblaciones asiática, hispana y afroamericana crezcan a un ritmo mucho más rápido que la población angloamericana en el futuro pre­visible. Habrá un momento a principios del siglo XXI en que un tercio de la población norteamericana pertenece­rá a estas minorías étnicas.

Para ayudar a los adolescentes de los distintos grupos étnicos a desarrollar todo su potencial, es preciso tener en cuenta las siguientes cuestiones:

  • Reconocer la diversidad en el seno de los distintos grupos étnicos. El hecho de no reconocer esta di­versidad lleva a estereotipar y a hacer generaliza­ciones inadecuadas y perjudiciales.
  • Entender que existen diferencias legítimas entre los distintos grupos étnicos y culturales. El hecho de reconocer y aceptar estas diferencias es importante para relacionarse adecuadamente en un mundo di-verso y multicultural. Durante demasiado tiempo, las diferencias entre las personas pertenecientes a minorías étnicas y el grupo mayoritario se han ca­racterizado como deficitarias de las primeras.
  • Reconocer y aceptar las similitudes existentes en­tre los distintos grupos étnicos y culturales cuando se han asumido incorrectamente muchas de sus di­ferencias. Durante la mayor parte de la historia, Es­tados Unidos ha tenido un marcado sesgo a favor de la raza blanca y la clase media. La búsqueda de similitudes entre los angloamericanos y los ciuda­danos de Estados Unidos pertenecientes a las dis­tintas minorías étnicas es importante porque las di­ferencias interpretadas incorrectamente implican la elaboración de estereotipos y el desarrollo de pre­juicios.
  • Reducir la discriminación y los prejuicios. La dis­criminación y los prejuicios siguen siendo una constante en la vida de muchos adolescentes —en las relaciones interpersonales, en los medios de co­municación y en las conversaciones cotidianas—. Los crímenes, los problemas, la pobreza, los erro-res y el deterioro se atribuyen con frecuencia a los individuos pertenecientes a minorías étnicas sin analizar detenidamente sus circunstancias.

 

Considerar todas las cuestiones implicadas en las in-fluencias culturales y étnicas. Necesitamos analizar los problemas desde distintos puntos de vista y ani­mar a los adolescentes a hacer lo mismo. Si no bus­camos explicaciones e interpretaciones alternativas de los problemas, es posible que nuestras conclu­siones, y las de los adolescentes, se basen exclusi­vamente en expectativas, prejuicios, estereotipos y experiencias personales.

La familia desempeña un papel importante en el desarrollo adolescente

Hubo un momento de la historia no demasiado alejado en el tiempo en el que se escucharon rumores acerca de la escasa influencia de la familia en la vida de los adoles­centes y se dijo que la familia, tal y como se conocía hasta entonces, se estaba empezando a desintegrar. Aunque es cierto que la estructura de muchas familias ha experi­mentado grandes cambios a consecuencia del incremento de los divorcios, la cantidad de mujeres que tienen un trabajo remunerado y las familias reconstituidas, la fami­lia sigue siendo un importante contexto de socialización en el desarrollo adolescente. Independientemente del tipo de cultura y de la estructura familiar donde crezca un ado­lescente, éste se beneficiará enormemente si uno o ambos progenitores se implican activamente en su educación, le proporcionan afecto y apoyo, le ayudan a desarrollar su autocontrol y le proporcionan un ambiente que potencie su salud y bienestar.

Los buenos padres saben en qué consiste el desarro­llo adolescente, supervisan la vida de sus hijos de forma eficaz y van adaptando su comportamiento a medida que éstos van creciendo y madurando.

Un aspecto especialmente preocupante es que en mu­chos países industrializados hay adolescentes que crecen en familias de escasos recursos económicos y experi­mentan los riesgos y el estrés asociado a la pobreza. En múltiples puntos de Adolescencia hemos comentado va­rios programas dirigidos a los adolescentes que viven en áreas económicamente desfavorecidas. Actualmente estos programas están mejorando las vidas de miles de adoles­centes, pero es preciso ampliar sus ámbitos de aplicación para que puedan ayudar a muchos más.

Para aquellos lectores que quieran ser padres en el futuro o que ya lo sean, quiero subrayar lo importante que es tomarse en serio la educación de los hijos. Es pre­ciso recordar que ser padre supone invertir una conside­rable cantidad de tiempo —así que, si usted tiene hijos, debería estar dispuesto a comprometerse día tras días, se-mana tras semana, mes tras mes, año tras año, para pro­porcionar a sus hijos apoyo, afecto y un ambiente seguro y estimulante donde puedan desarrollar todo su potencial como seres humanos. Esto compete tanto a las madres como a los padres. Aunque se ha producido un incremento de la cantidad de tiempo que estos últimos pasan con sus hijos adolescentes, todavía hay demasia‑

dos padres que no desarrollan relaciones adecuadas con sus hijos adolescentes.

Los adolescentes merecen una educación mejor

A lo largo de Adolescencia hemos insistido repetidamen­te en la importancia que tiene la educación sobre el de­sarrollo adolescente. Existe un amplio consenso sobre la necesidad de hacer algo para mejorar los centros educa­tivos. Necesitamos centros educativos que hagan más hin­capié en una educación que se ajuste al nivel evolutivo de los alumnos. Esta es una meta a conseguir en todos los niveles educativos, pero especialmente en la enseñanza secundaria obligatoria.

A la sociedad de la información y del pensamiento del siglo xxi no le bastan los métodos educativos que sim­plemente incorporan y reciclan la información facilitada por los profesores y otras figuras de autoridad. Los ado­lescentes de hoy en día, que se convertirán en los adultos del mañana, necesitan una educación que les enseñe a pensar por sí mismos y a generar nuevas ideas. Esta trans­formación está ocurriendo en algunos centros de ense­ñanza, pero no en todos.

Los centros educativos y las clases para adolescentes también deben reducirse de tamaño, hacer más hincapié en la educación para la salud y el bienestar, implicar a los padres y a los líderes locales, ofrecer mejores servicios de asesoramiento y orientación y ser más sensibles a las di­ferencias individuales en el desarrollo. Resumiendo, para respetar realmente el desarrollo de los adolescentes, los centros de enseñanza secundaria necesitan una reestruc­turación general.

Los adolescentes merecen vivir y desarrollarse en un mundo dónde los roles de género sean más equitativos

Otra dimensión importante de la vida de los adolescentes que hemos de tener en cuenta si queremos ayudarles a de­sarrollar plenamente su potencial es el género. A lo largo de Adolescencia hemos comentado repetidamente que el mundo de los adolescentes y los adultos no ha sido muy justo en lo que a los roles de género se refiere. Los ado­lescentes pertenecientes a minorías étnicas no son lo úni­cos que han crecido en un mundo caracterizado por los sesgos y la discriminación; les ha ocurrido lo mismo a las adolescentes de sexo femenino.

Una meta importante de este libro ha sido evaluar los roles de género de los adolescentes actuales y fomentar la equidad entre los géneros. Yo (el autor de este libro) tengo dos hijas de más de veinte años. A medida que Tracy y Jennifer iban creciendo, hubo muchas ocasiones en que percibí que eran víctimas de sesgos y discrimina­ciones por motivo de su género —en el instituto, en el equipo de atletismo y en muchos otros ámbitos de su vida. Mi mujer y yo queríamos que nuestras hijas tuvie­ran la oportunidad de desarrollar plenamente sus poten-

 

cialidades sin que estuvieran limitadas por una sociedad y unas figuras de autoridad sexistas. Queríamos que de­sarrollaran no sólo las facultades propias del rol tradicio­nal femenino, como las habilidades sociales, sino también otras virtudes consideradas tradicionalmente masculinas, como la asertividad, que les ayudarían a convertirse en personas competentes. Ojalá todas las adolescentes tuvie­ran las mismas oportunidades y, si tenemos nietas, ojalá que, cuando sean adolescentes, ellas no tengan que rom­per tantas barreras motivadas por el género como sus ma­dres.

El conocimiento sobre el desarrollo adolescente se ha beneficiado de una diversidad de teorías y de una amplia base de investigaciones

Existen diversas teorías que han hecho importantes con­tribuciones a nuestra comprensión del desarrollo adoles­cente. Desde las teorías sociales de Erikson y Bronfen­brenner hasta la teoría cognitiva de Piaget, todas ellas han aportado piezas importantes al puzzle del desarrollo ado­lescente. Sin embargo, no existe ninguna teoría que pueda predecir, explicar y organizar el paisaje rico, complejo y multifacético que supone el viaje del desarrollo adoles­cente. El hecho de que una teoría no baste para explicar todo el desarrollo adolescente no se debe entender como un defecto de la teoría. Cualquier teoría que intente ex­plicar el desarrollo adolescente al completo será dema­siado general. Los conocimientos sobre desarrollo ado­lescente han ido avanzado gracias a teorías específicas que se han centrado en aspectos claves en una o dos di­mensiones, más que a teorías que intentan explicarlo todo.

El conocimiento sobre el desarrollo adolescente tam­bién se ha beneficiado de un esfuerzo de la investigación que ha experimentado una considerable expansión en las dos últimas décadas. La ciencia del desarrollo adoles­cente se está convirtiendo en un campo altamente espe­cializado en el que el incremento del corpus de conoci­mientos se basa en normas claramente definidas, prácticas ejemplares, procedimientos matemáticos para analizar los datos y elaboración de inferencias a partir de los análisis.

Los adolescentes se benefician tanto

de la investigación básica como de la aplicada

A lo largo de los catorce capítulos de Adolescencia he­mos comentado tanto investigaciones básicas como apli­cadas. La investigación básica se refiere a aquellos estu­dios cuyo principal propósito consiste en incrementar el conocimiento en sí mismo, más que en encontrar aplica­ciones prácticas. Sin embargo, la investigación aplicada supone el estudio de cuestiones que tienen una implica­ción práctica directa, relacionada a menudo con la modi­ficación del comportamiento humano. Las investigacio­nes sobre política social son aplicadas, no básicas.

Un especialista en desarrollo que haga investigación básica se puede preguntar: ¿en qué difiere el desarrollo cognitivo infantil del adolescente? Sin embargo, un espe­cialista en desarrollo que haga investigación aplicada se puede preguntar: ¿cómo pueden utilizarse los conoci­mientos sobre el desarrollo cognitivo de los niños y de los adolescentes para educarlos de forma más eficaz o para ayudarles a afrontar mejor el estrés?

La mayoría de los estudiosos del desarrollo conside­ran que tanto la investigación básica como la aplicada contribuyen, a la larga, a mejorar las vidas de los adoles­centes. Aunque la investigación básica a veces genera co­nocimientos que se puede aplicar para mejorar el bienes­tar de los adolescentes, no garantiza esta aplicación. Pero insistir en que la investigación sea siempre aplicada o re-levante es como intentar cultivar flores cuidando exclusi­vamente los brotes y desatendiendo las raíces.

El desarrollo adolescente está influido

por la interacción entre la herencia y el ambiente

La herencia y el ambiente son necesarios incluso para que existan los adolescentes. La herencia y el ambiente ope­rar conjuntamente —o cooperan— para producir la esta­tura, el peso, la habilidad para chutar una pelota, la inte­ligencia, la capacidad lectora, el temperamento y el resto de las capacidades adolescentes.

En el Capítulo 1, expusimos la controversia herencia-ambiente, que consiste en debatir si el desarrollo está bá­sicamente influido por la herencia y la maduración (na­turaleza) o por el ambiente y la experiencia (crianza). Este debate no tiene visos de desaparecer, pero en la ac­tualidad casi todos los expertos en desarrollo son inte­raccionistas y aceptan que el desarrollo adolescente es producto de ambos: la herencia y el ambiente. La genéti­ca de la conducta sigue intentando especificar con mayor precisión la naturaleza de la interacción entre la herencia y el ambiente mediante conceptos como las interacciones genotipo/ambiente pasivas, evocativas y activas y las in-fluencias ambientales compartidas y no compartidas.

El desarrollo adolescente implica tanto continuidades como discontinuidades

Algunos expertos en desarrollo enfatizan la continuidad del desarrollo, es decir, la idea de que el desarrollo im­plica cambios graduales y acumulativos desde la concep­ción hasta la muerte. Otros señalan la discontinuidad del desarrollo, es decir, consideran que el desarrollo consiste en una secuencia de etapas claramente diferenciadas a lo largo del ciclo vital.

El desarrollo implica tanto continuidades como dis­continuidades. Por ejemplo, a pesar de que las etapas de Piaget reflejan una discontinuidad, en el sentido de que los adolescentes pasan de pensar de una forma operacio­nal concreta a hacerlo de una forma operacional formal, los investigadores han constatado que la inteligencia de

 

los niños y la de los adolescentes presentan más conti­nuidades de las de se creía en el pasado. ¿Quién tiene ra­zón? Probablemente ambos. Como señaló Piaget, la ma­yoría de los individuos que tienen un pensamiento operacional concreto no piensan de forma hipotética y no solucionan problemas de forma científica. En este senti­do, el desarrollo se produce por etapas, como propuso Piaget. Pero, tal y como señalan los teóricos del procesa-miento de la información, el pensamiento de los adoles­centes no está estructurado en etapas tan claramente de-limitadas como creía Piaget.

El desarrollo adolescente está influido tanto

por las experiencias tempranas como por las tardías

El desarrollo adolescente está determinado tanto por las experiencias tempranas como por las tardías. De todos modos, los expertos en desarrollo todavía siguen deba-tiendo sobre la medida en que cada uno de estos tipos de experiencias influye sobre el desarrollo. Los defensores de las experiencias tempranas sostienen que las expe­riencias que se tienen durante la primera etapa de la vida, sobre todo durante la primera infancia, son más impor­tantes que las experiencias posteriores. Creen, por ejem­plo, que, para tener un desarrollo óptimo en la adoles­cencia e incluso en la etapa adulta, es necesario haber sido criado por unos padres cercanos, sensibles y afec­tuosos durante el primer año de vida. Y afirman que las experiencias posteriores que se tengan en la infancia y la adolescencia no son tan importantes en la trayectoria evo­lutiva de un individuo.

Sin embargo, otros expertos en desarrollo recalcan que las experiencias tardías son tan importantes como las tempranas en el desarrollo adolescente. Es decir, el hecho de poder contar con unos padres cercanos, sensibles y afectuosos durante los años de enseñanza primaria y de adolescencia es tan importante para el desarrollo como su presencia durante la primera infancia. En las culturas oc­cidentales predominan los partidarios de las experiencias tempranas, mientras que en las orientales predominan los defensores de las experiencias tardías. El debate sigue abierto.

El desarrollo adolescente está determinado por la interacción entre los procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales

Los procesos biológicos implican cambios físicos en el cuerpo del adolescente, abarcando, por ejemplo, los ge­nes heredados de los padres y los cambios hormonales asociados a la pubertad. Los procesos cognitivos impli­can cambios en el pensamiento y la inteligencia del ado­lescente, como memorizar un poema o resolver un pro­blema de matemáticas. Los procesos socioemocionales implican cambios en las relaciones que tiene el adoles­cente con otras personas, las emociones y la personalidad, por ejemplo, las conversaciones íntimas entre dos amigos,

la tristeza o la depresión de una chica o la timidez e in­troversión de un chico.

En muchos apartados de este libro hemos visto que los procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales se encuentran estrechamente relacionados. Por ejemplo, la biología repercute sobre el temperamento de un adoles­cente, influyendo especialmente sobre lo tímido o socia­ble que es. Una educación paterna y escolar inadecuadas pueden repercutir negativamente sobre el desarrollo inte­lectual de un adolescente. Los cambios cognitivos influ­yen significativamente sobre lo que piensan los adoles­centes sobre sus padres y amigos. Tanto las teorías como las investigaciones sobre el desarrollo adolescente se es­tán volviendo cada vez más integradoras y menos com­partimentalizadas, a medida que se van estableciendo más conexiones entre los distintos dominios.

El desarrollo adolescente implica tanto aspectos comunes a todos los adolescentes como variaciones individuales

Todos los adolescentes se desarrollan siguiendo un patrón general. En cierto modo, cualquier adolescente se desa­rrolla como el resto. La mayoría de los adolescentes son criados por uno o varios adultos que tienen más poder que ellos; mantienen relaciones con sus iguales, van a un cen­tro educativo, adquieren mayor independencia e intentan desarrollar una identidad propia.

Pero también ningún adolescente es igual a otro ni si­guen una misma trayectoria evolutiva; cada uno de ellos es único y está escribiendo su propia historia individual. Un adolescente puede crecer entre los inmaculados jardi­nes de un barrio residencial de clase media o en un gue­to del centro de una gran ciudad. Un adolescente puede ser alto y otro bajo. Uno puede ser un genio y otro tener retraso mental. Un adolescente puede recibir malos tratos durante toda su infancia y otro puede crecer en un am­biente familiar cálido y afectuoso. Uno puede estar muy motivado por el aprendizaje y otro puede «pasar» literal-mente de los estudios.

El desarrollo adolescente está determinado por influencias internas/externas y del yo y/o de otras personas

Todavía existe una gran controversia sobre si los adoles­centes son responsables de su propio desarrollo (interno, autodeterminado) o si éste está fundamentalmente or­questado por fuerzas externas procedentes del exterior. Sin embargo, la mayoría de los expertos reconocen que el desarrollo no está enteramente determinado por fuerzas ajenas o externas ni tampoco exclusivamente por fuer-zas internas y autogeneradas. Intentar separar las in-fluencias internas de las externas o las influencias del yo y de los demás es un proceso extraordinariamente com­plejo porque los adolescentes siempre están inmersos en un contexto social en el que participan otras personas.

 

Para ser exactos, los adolescentes no son indefensas ma­rionetas vapuleadas por el entorno. En cualquier situa­ción, los adolescentes llevan consigo ciertas capacidades o propensiones evolutivas y actúan sobre la situación. De todos modos, interactúan simultáneamente con otras per­sonas que les dan sus propias visones sobre el mundo, que ellos aprenden y a veces acaban haciendo suyas.

A veces, los adolescentes actúan como científicos soli­tarios, escribiendo sus propios libros de sueños y realidad, como propuso Piaget; otras veces, se implican socialmen­te con buenos profesores y otros adolescentes, como pro-puso Vygostky.

La cultura norteamericana, especialmente la masculi­na, ha tendido a subrayar la importancia de la autodeter­minación y el individualismo. Y las culturas occidentales europeas han incorporado en gran medida este interés in­dividualista). Sin embargo, durante los últimos años las mujeres han cuestionado que la autodeterminación sea un valor humano más importante que la vinculación a otras personas y las habilidades interpersonales. Y, a medida que los psicólogos se han ido interesado más por otras culturas, han empezado a reconocer que muchas de ellas, especialmente las orientales, potencian valores que hacen hincapié en la preocupación por los demás, la interde­pendencia y las relaciones armónicas. Es importante que eduquemos a los adolescentes para que no sólo valoren el «yo» como entidad separada, la individualidad y la auto-determinación, sino para que también valoren la vincula­ción con los demás, la preocupación por éstos y la armo­nía en las relaciones.

El comportamiento de los adolescentes tiene múltiples determinantes

Un aspecto importante a la hora de pensar sobre el com­portamiento de cualquier adolescente es que está deter­minado por múltiples factores. Cuando nos preguntamos qué es lo que provoca determinado comportamiento ado­lescente, intentamos explicarlo aludiendo a una sola cau­sa. Consideremos a un adolescente de 12 años llamado Bobby. Su profesor dice que está teniendo problemas en los estudios porque vive sólo con su madre. La implica­ción de esta afirmación es que el hecho de que Bobby no viva con su padre es la causa de sus problemas académi­cos. El hecho de que su padre no viva con él puede ser un factor que contribuye al bajo rendimiento académico de Bobby, pero hay muchos otros factores que también pueden estar implicados en este comportamiento. Estos factores incluyen su herencia genética y multitud de ex­periencias ambientales y socioculturales, tanto actuales como pasadas. Al analizar más detenidamente las circuns­tancias de Bobby, tal vez averigüemos que no sólo falta su padre en casa, sino que el sistema de apoyo de su fa­milia extensa siempre ha sido débil. También podemos descubrir que vive en un barrio de baja extracción social donde hay escasos servicios recreativos, pocas biblio­tecas y poco apoyo para las familias. Es posible que el

sistema escolar del que depende la educación de Bobby no se caracterice precisamente por intentar ayudar a los adolescentes de bajo rendimiento y no esté interesado en desarrollar programas dirigidos a los adolescentes que vi-ven en condiciones desfavorables. Podríamos encontrar todavía más razones que ayudaran a explicar el hecho de que Bobby vaya mal en los estudios, pero las menciona-das bastan para ilustrar la importancia de centrarse en una sola causa para explicar el comportamiento de un adolescente. El comportamiento de Bobby, al igual que el de todos nosotros, está determinado por múltiples fac­tores.

Los adolescentes se beneficiarán de un enfoque interdisciplinario para explicar su desarrollo

A algunos de los lectores de este libro, les estará impar-tiendo la asignatura sobre adolescencia o desarrollo ado­lescente un psicólogo del desarrollo, a otros se la estará explicando otro profesional especializado en desarrollo humano o relaciones familiares, a otros un psicólogo es-colar o un profesor que pertenezca a un departamento de educación, a otros un pediatra o un enfermero, y habrá otros que tendrán como profesores a profesionales pro­cedentes de otras disciplinas. El campo del desarrollo adolescente cada vez es más interdisciplinar. Nuestro co­nocimiento sobre los adolescentes y sobre cómo mejorar sus vidas se ha beneficiado y se seguirá beneficiando de las contribuciones de académicos y profesionales pro­cedentes de diversas disciplinas, incluyendo la psicolo­gía del desarrollo, la pedagogía, la psicología educativa, la pediatría, la enfermería, la psicología clínica, la orien­tación profesional, la psiquitría, la sociología, la antro­pología y el derecho. La colaboración entre psicólogos del desarrollo, pediatras, enfermeros y psiquiatras es un ejemplo de este trabajo multidisciplinar; el estudio de cómo influye el desarrollo en la salud de los adolescen­tes es un reflejo de esta tendencia multidisciplinar.

EL VIAJE DE LA ADOLESCENCIA

Hemos llegado al final del libro. Espero que pueda vol-ver la vista atrás y decir que ha aprendido muchas cosas sobre los adolescentes, no sólo sobre otros adolescentes sino también sobre su propia adolescencia y sobre cómo esos años contribuyeron a afrontar la persona que es us­ted hoy. Las inspiradas palabras del filósofo S0ren Kier­kegaard captan la importancia de mirar hacia atrás para entendernos a nosotros mismos: «La vida se vive hacia delante, pero se entiende hacia atrás». También espero y deseo que aquellos lectores que en el futuro se converti­rán en padres de adolescentes y/o trabajarán con adoles­centes —sea como profesores, como orientadores o como líderes comunitarios— sientan que ahora entienden me­jor en qué consiste la adolescencia. Les dejo con el si­guiente conjunto de ideas e imágenes que permiten en-

 

La adolescencia no es, bajo ningún concepto, una eta-pa fácil de la vida. Los adolescente se sienten como si fue­ran invencibles, creen que lo saben todo y están bastante seguros de ello. Se visten con muchos colores y lucen como el zodíaco, deambulando frenéticamente de una punta del mundo a la otra, tanto mental como literalmen­te. En muchos sentidos, los adolescentes de hoy en día son privilegiados, pues disfrutan de un poder económico sin precedentes. Al mismo tiempo, tienen que atravesar una preparación aparentemente interminable para la vida.

Prueban una forma de tras otra, intentando encontrar la suya propia. Cuando tienen un aspecto desgarbado y es­tán llenos de granos, se enteran de que existe el sexo. Jue­gan impetuosamente a «juegos de adultos», pero están confinados a una sociedad de adolescentes. Desean que sus padres les entiendan y esperan que sus padres les con-cedan el privilegio de entenderles a ellos. Su generación es el cable quebradizo a través del cual trasmitirán al pre­sente lo mejor y lo peor de la generación de sus padres. Al fin y al cabo, sólo hay dos legados duraderos que los padres pueden dejar a los jóvenes —uno es las raíces y el otro las alas.

JOHN W. SANTROCK

 

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