Edipo y la víctima propiciatoria 76

EDIPO Y LA VICTIMA PROPICIATORIA

La crítica literaria se concibe como una investigación de las formas o de las estructuras, como una suma, un sistema, un método o un código de diferencias lo más precisas y ajustadas posible, de «matices» cada vez más delicados. Aunque no tenga nada que ver con las «ideas generales», el cami­no que buscamos no es el de la diferencia. Si bien es cierto que la inspi­ración trágica corroe y disuelve las diferencias en la reciprocidad conflictiva, no hay un solo procedimiento de la crítica moderna que no se aparte de la tragedia y no se condene a ignorarla.

Esto es especialmente cierto en el caso de las interpretaciones psicoana­líticas. Edipo rey aparece como particularmente rico en observaciones psico­lógicas. Es posible demostrar que el punto de vista psicológico en el sentido literario y tradicional falsea en su mismo principio la lectura de la obra.

Con frecuencia se elogia a Sófocles por haber creado un Edipo fuerte­mente individualizado. Este héroe tendría un carácter «muy suyo». ¿En qué consiste este carácter? A esta pregunta se responde tradicionalmente que Edipo es «generoso» pero «impulsivo»; al comienzo de la obra se admira su «noble serenidad»; respondiendo al deseo de sus súbditos, el rey decide consagrarse al misterio que les abruma. Pero el menor fracaso, la menor demora, la menor provocación hacen perder al monarca su sangre fría. Cabe, pues, diagnosticar una «propensión a la cólera»: el propio Edipo no deja de reprochársela, designándola, según parece, como aquella debi­lidad única pero fatídica sin la cual no existe un héroe realmente trágico.

Comienza con la «noble serenidad»; pero le sigue la «cólera». Tiresias suscita un primer acceso; Creonte es la causa del segundo. En el relato que hace de su pasado, Edipo nos cuenta que siempre ha actuado bajo la influencia de este mismo «defecto». Se censura de la excesiva importancia que concedía, anteriormente, a unas palabras dichas al azar. Un compañero de borracheras, en Corinto, le había tratado de hijo supuesto. Ya era la cólera, por consiguiente, lo que llevaba a Edipo fuera de Corinto. Y es

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