LAS NOCIONES DE CAPACIDAD PARA DESEMPEÑAR DETERMINADAS TAREAS, Y SU VINCULO CON LA CLASE SOCIAL, SE BASAN EN LA ‘INTELIGENCIA’

LAS NOCIONES DE CAPACIDAD PARA DESEMPEÑAR DETERMINADAS TAREAS, Y SU VINCULO CON LA CLASE SOCIAL, SE BASAN EN LA ‘INTELIGENCIA’
En los países superdesarrollados los menores aprenden a trabajar en las escuelas, en donde también son iniciados en los trabajos futuros que mejor se adapten a ellos. Por su parte, los psicólogos emplean un concepto de «inteligencia» tautológico y vacío de sentido para deter¬minar el destino de los aptos para el trabajo intelectual (las personas que a la larga se forman como psicólogos inclusive) y el de aquéllos cuyas cualidades son más compatibles con el trabajo manual.

LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA
Los test de «capacidades» y «aptitudes» para evaluar y decidir acerca de las distintas modalidades de educación fueron versiones más complejas de los antiguos test de inteligencia. Aun así, la selección realizada por los psicólogos debía asemejarse a la selec¬ción natural, a pesar del gran esfuerzo que les supuso adaptar los test y a pesar de la manipulación e invención de datos que tuvieron que hacer para adaptarlos a la agenda ideológica como pasamos a detallar.
El primer psicólogo de selección de personal contratado por el gobierno, Cyril Burt, trabajó para el Ayuntamiento de Londres diseñando test para clasificar a los menores y asignarles distintos programas educativos en función de sus capacidades. Los estudios de Burt sobre las diferencias de clase con respecto a la inteligencia pretendían mostrar que éstas eran hereditarias y de este modo naturalizar aún más el sistema de clases británico. No obstante, los resultados fueron publicados en revistas que él mismo editaba. Años más tarde se supo del engaño de Burt, quien se había in¬ventado la existencia de ayudantes de investigación en el estudio, una existencia igual de ficticia que la propia noción de inteli¬gencia23.
Así se estableció la interrelación entre los programas de escolarización y distintos modelos de mente, hasta el punto de que la idea de que debe prepararse a los menores para el mundo del trabajo fue exportada a otras culturas, en las que desde siempre los niños y las niñas trabajaban desde edades muy tempranas. Por tanto, los debates acerca del «trabajo infantil» empezaron a perfi¬larse a partir de una separación culturalmente específica entre el «trabajo» y el «juego», y desde un concepción occidental de lo que «un menor» ha de ser24.

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