Ideología y juventud.

Un enfoque actual del campo político-social, económico y aun científico nos muestra un panorama sumamente complejo, confuso y confusionante. La terrible velocidad y variedad de las comunica­ciones en todo el mundo hace que el individuo joven reciba simul­táneamente gran cantidad de mensajes desde toda clase de distan­cias, de distinta calidad y carácter, que no puede metabolizar ni sintetizar. Por el contrario, se transforman en mensajes que pueden llegar a ser ambicios o contradictorios. El «ambiente» se ha hecho muy vasto desde una edad muy temprana. La «comunicación ma­siva» que lleva a la incomunicación, la publicidad de toda clase, el uso estupefaciente de la televisión, la alienación creada por las condiciones de trabajo, la violencia —en todas sus expresiones—como pautas culturales intrusivas y los sistemas de represión ideo­lógica de toda clase son algunos de los muchos factores responsables de la confusión alienante del sentimiento de identidad que, por actitud reactiva o defensa desesperada, empuja —a veces— a una elección compulsiva de una determinada ideología para salir del caos y evitar el peligro del derrumbe de la identidad.

Es importante comprender, por ejemplo, la esencia de los mo­vimientos de protesta. En un congreso psicoanalítico se discutió si tales expresiones de rebeldía, especialmente en la gente joven, im­plicaban fallas en su integración y dificultades en la adquisición de su identidad o, por el contrario, indicaban una identidad mejor establecida con fuerza suficiente para hacerse voceros de verdades que otros niegan. Nos inclinamos por este último criterio, aunque por todo lo descripto anteriormente se haga difícil para muchos adquirir una identidad y una ideología suficientemente elaboradas y maduras, y puedan tender a soluciones ideológicas inmaduras, compulsivas, que reflejan una seudoidentidad.

Sin embargo, en la auténtica reacción de rebeldía de los jóvenes contra las generaciones mayores hay una búsqueda perentoria de un cambio radical en las actuales estructuras sociales y de una nueva «identidad social», por así decirlo. Estas manifestaciones de protesta por parte de la juventud tienen en común el rechazo de la sociedad de los mayores y la lucha contra el conformismo, el des­potismo y la violencia encubierta.

Merced a la necesidad de destruir lo viejo y lo enfermo para construir lo nuevo y sano se pone de manifiesto la tendencia repa­ratoria de la juventud.

 

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