UNA POLÍTICA NO PREFIJADA

UNA POLÍTICA NO PREFIJADA

Los políticos conservadores han empezado a percatarse de que recurrir abiertamente a las cuestiones psicológicas les reporta mayor apoyo que los tediosos argumentos económicos20. Los llama­mientos a insistir en el Bienestar General en lugar de en el Producto Interior Bruto (PIB) no son mera propaganda encubierta para justi­ficar una mayor intervención militar21. Por el contrario, este cam­bio de énfasis centrado en el Bienestar General está dirigido exclu­sivamente al electorado femenino de clase media, alentándole a «conciliar» su trabajo y su vida. A modo de parodia cruel de las pro­clamas del feminismo socialista que sostienen que lo personal es político, el papel actual de la psicología en el debate político supo­ne colocar la pieza personal del rompecabezas en un lugar privile­giado, como si fuera nuestra parte más auténtica y la que debemos cuidar con devoción. En cierto sentido, estamos ante un conocido ardid reaccionario que consiste en considerar a las madres como el sostén de la familia y el pilar de la sociedad, unas concepciones comunes en muchas sociedades autoritarias22. No obstante, en el momento actual, cuando la «psicología» es más asequible, pode­mos probar y contrastar con mayor facilidad este tipo de sinsenti­dos para pasar a preguntar: ¿qué reivindicaciones cabría plantear­nos para abordar seriamente estas cuestiones y, de este modo, apartar a la psicología de la esfera sociopolítica?

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