REPARACION

REPARACION

Hubo muchos ejemplos similares de reparación por medios maníacos. Por ejemplo, con los muebles del cuarto construyó un par de casas acopladas*, una para él y otra para mí. Actuó de modo que, mientras yo durmiera de noche, él treparía por un agujero mágico en la pared y entraría en mi casa. Luego robaría las cañerías y todas mis fuentes de agua. Al descubrirlo a la mañana siguiente, yo

 

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llamaría al plomero en un estado de gran angustia. Entonces quien aparecería en, mi puerta como un radiante plomero sería Piffie, de pie orgullosamente frente a mí, ¡como un brillante caballero al rescate!

En contraposición, quisiera presentar un material que, considero, muestra un encuentro genuino con la ansiedad, a la edad de cinco años. Quería copiar el dibujo de un libro pero no pudo hacerlo satisfactoriamente. Trató de obligarme a que lo hiciera por él, y cuando también esto le falló, gritó, se enfureció conmigo y me pateó, rompió el dibujo y derribó o desordenó los muebles. Luego pareció derrumbarse y se volvió muy alejado. Se paró en un rincón del cuarto con aspecto exhausto y vacío, mirando delante de sí con los ojos en blanco y tirándose del pelo. Aunque se recuperó algo, permaneció desgraciado y distante por dos días.

Durante el tercer día reunió unos diez pedacitos de su dibujo y los pegó cuidadosamente con cinta adhesiva. Dijo: «Dígame nuevamente qué ha sucedido». Repetí las interpretaciones que había hecho en los días anteriores. Después de cada oración él decía: «Y entonces, ¿qué?». Relacioné la destrucción del dibujo con mi propia destrucción representando a la madre y su sentimiento de que él, entonces, sólo me tenía como la madre rota dentro de sí. Esta vez no dijo: «Y entonces, ¿qué?», sino «Y entonces yo estaba muy triste».

En esta ocasión me pareció que sentía que el objeto había sido fragmentado por un ataque —no disecado de manera de poder controlarlo—. Elaboró la ansiedad hasta el punto de que fue comprensible, en lugar de alejarla hasta quitarle signifi­cado. El hecho de pegar nuevamente los pedazos del dibujo no fue una reparación maníaca dependiente de la negación de la culpa y del robo de cualidades omnipo­tentes. Su genuina naturaleza se evidenció por estar acompañada de una reintegración de la experiencia y por una restauración del mismo objeto que pudo funcionar en relación con él de una manera más valiosa que antes. Reparaciones de esta naturaleza no sólo restauran el statu quo, sino que representan «aprender de la experiencia» —un paso hacia la madurez que enriquece la personalidad–.

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