Las anteojeras. Ver más allá de las propias narices.

LA MISTERIOSA DESAPARICIÓN DE LA MANTEQUILLA

Todas y cada una de las mujeres del mundo se ha visto protagonizando la siguiente conversación con un hombre plantado enfrente de la nevera.

David:              «¿Dónde está la mantequilla?»

Jan:                   «Pues en la nevera.»

David:             «Ya he mirado, pero no veo la mantequilla por nin­gún lado.»

Jan:                  «Pues mira bien porque está ahí. La he dejado hace diez minutos.»

David:             «No. La habrás dejado en otro sitio porque te repito que la mantequilla no está en la nevera.»

Jan se levanta cansada de discutir, va a la cocina, alarga el brazo hasta la nevera y, por arte de magia, saca una barra de mantequilla. Muchos hombres inexpertos creen que se trata de un truco y acusan a sus mujeres de esconderles las cosas en los cajones y los armarios. Los calcetines, los zapatos, los calzoncillos, la mermelada, la mantequilla, las llaves del coche, la cartera… todo está en casa, pero ellos son incapaces de verlo. Las mujeres no tienen ningún problema porque, con su amplio ángulo de visión, de un vistazo perciben todos los alimentos de la nevera o los objetos de un cajón sin tener que mover la cabeza. Los hombres tienen que mover la cabeza de arriba abajo y de lado a lado, concentrándose en la búsqueda de los objetos «desaparecidos».

Estas diferencias de visión tienen implicaciones importantes en nues­tras vidas. A modo de ejemplo, las estadísticas de las compañías aseguradoras de automóviles demuestran que las mujeres tienen menos proba­bilidades de recibir golpes laterales en un accidente provocado en un cruce que los hombres. El tener mayor visión periférica les permite detectar que los coches se están acercando por su lado. Sin embargo, es cierto que tienen mayor probabilidad de chocar por la parte trasera o la delantera en su intento de aparcar en línea porque al realizar las manio­bras tienen que poner a prueba sus habilidades espaciales.

 

«Goldie, no podemos seguir así… !Algún día Sam se quitará las anteojeras!»

Sin duda, la vida de una mujer será menos estresante cuando entienda los problemas que los hombres tienen para ver las cosas de cer­ca. También resultará menos estresante para un hombre creer a la mujer cuando le dice: «¡Está en el armario!» y continuar su búsqueda.

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