Profundización del concepto. La perspectiva de Jacobson.

Las primitivas ideas de Hartmann (7, 8) dieron a Jacobson (13) la posibilidad de elaborar más profundamente el concepto de self que engloba —según ella— a la persona total del individuo, incluyendo al cuerpo y sus partes y a la organización psíquica y sus partes. Esta autora piensa que en la primitiva etapa de indiferen­ciación yo-ello existe lo que denomina el «self psicofisiológico pri­mario» en el cual hay simultáneamente fuerzas libidinosas y fuerzas agresivas que, tomando por objeto a este self psicofisiológico prima­rio, dan nacimiento al narcisismo y al masoquismo primario *.Cuando se inicia el desarrollo del yo, éste incorpora en su acervo mnémico representaciones de los objetos, y a medida que el indivi­duo crece, va diferenciando lo interno de lo externo y, por lo tanto, el self de los objetos. Así se diferencian también las «representa­ciones en el yo» que paulatinamente se separan en «representacio­nes de objetos» y «representaciones del self». El masoquismo y el narcisismo secundarios corresponderían a cargas agresivas y libidino­sas de estas representaciones del self, contenidas en el yo y ya dife­renciadas.

Sobre el tema de la representación del self dentro del yo, haremos una breve digresión. Según Jacobson, esta representación surge de dos fuentes: **

1) Por incorporación directa de las sensaciones que emanan de la actividad funcional del organismo, tanto psíquico como físico.

2) Por la percepción indirecta —a la manera de la percepción sensorial— del self tomado como objeto del yo.

En el comienzo de la vida se confunden dentro del yo tanto las fuentes directa e indirecta que dan lugar a la representación del self, cuanto las percepciones que dan lugar a las representacio­nes de objeto. Al no estar diferenciadas las representaciones del self de las representaciones de objeto, tampoco lo están las nociones de mundo interno y mundo externo que se asientan, naturalmente, en una clara discriminación en el yo de ambos tipos de represen­taciones. Este estado primitivo de indiferenciación es un punto regresivo al cual se vuelve en la enfermedad psíquica, perdiéndose la diferenciación lograda entre self y objetos, entre mundo interno y mundo externo, entre realidad y fantasía. Esto correspondería, dentro de la nomenclatura kleiniana, a una regresión particular por fracaso de los mecanismos disociativos, que lleva a la indiferen­ciación entre realidad-fantasía, sujeto-objeto, mundo interno – mun­do externo, símbolo – objeto simbolizado.

La representación del self en el yo contiene:

1) Las características, potencialidades, funciones del cuerpo, la apariencia corporal, su anatomía y fisiología.

2) La imagen del yo, de los sentimientos, pensamientos, deseos, impulsos y actitudes —conscientes y preconscientes— y la idea de la propia conducta física y mental.

3) El ideal del yo y el superyó. Ideales y escalas de valores conscientes y preconscientes. Una estimación del grado de efectivi­dad de la autocrítica.

4) La parte del ello que comunica con el yo.

5) Un concepto de la suma total de los aspectos parciales arriba mencionados, que integra al self en una entidad organizada y dife­renciada de su ambiente.

De la diferenciación y permanencia de las representaciones del self en el yo depende el sentimiento de la identidad. El indi­viduo sabe que es él mismo a través de los cambios, en la medida en que su yo contiene una clara representación de su self y de los cambios que éste ha experimentado en el transcurso del tiempo, con conservación de su unidad.

El yo es, al comienzo, ese aspecto del funcionamiento mental encargado de ordenar la realidad en figura y fondo en relación con

los estímulos del momento y con las experiencias pasadas, lo cual permite diferenciar al self (figura) del no-self (fondo) (2) . Por otra parte, el tacto y el dolor son experiencias que contribuyen al logro de esta diferenciación (12) .

La identidad contiene dos aspectos: uno referido al self y otro referido al yo y vinculado con su función sintética.

Lo que se evidencia en el self son las infinitas secuencias de transformaciones corporales y de conducta que ocurren durante la vida del individuo. La percepción del self permite obtener una constante, derivada de esa multitud de transformaciones. Esta cons­tante es una característica de nuestro mundo interno y una expe­riencia de nuestro self. El self tiene una dimensión temporal que abarca las fases cambiantes de la niñez, la adolescencia y la adultez. La vida futura se incluye en la experiencia de nuestro self, que también engloba todos los «selves» pasados de la vida y los poten­ciales no vividos aún (16) . Nos cabe una pregunta: ¿es posible definir al yo como el agente actual del self, como receptor, orga­nizador y efector del self en cada momento? Creemos que sí.

En la organización psicótica se desarrolla un falso  self desti­nado a proteger al verdadero hasta el momento en el cual una situación ambiental más favorable —o la regresión inducida por la situación analítica— permite «descongelar» la situación y que el verdadero self, que había quedado encubierto, sea reconquistado por el yo (21) .

* Este concepto parece encerrar una contradicción, ya que si hay fuerzas que toman por objeto al self, es necesario también que haya un sujeto (yo) que sea capaz de establecer el vínculo entre estas fuerzas y el self. Se hace imprescin­dible, por lo tanto, la ratificación de la existencia de un yo temprano, tal como lo postula la escuela kleiniana. También se nos ocurre que parece existir cierto paralelo entre lo que Freud denominó yo corporal y el concepto de Jacobson de self psicofisiológico primario. Finalmente, le dejamos planteada una pregunta al lector: cuando Freud decía que el yo es ante todo un yo corporal, ¿se refería a que el yo es ante todo un self, puesto que él consideraba a las funciones yoicas como de aparición tardía?

** La percepción sensorial externa es excluida como fuente de la repre­sentación del self en el yo.

 

 

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