NOTAS

NOTAS

1. Curt (1994) pretendía desbaratar el modo en que la investigación «interdisci­plinar» en psicología social reifica por separado las distintas aportaciones

disciplinares apelando a la investigación «transdisciplinar» El libro fue escri­to por un colectivo que recurre al pseudónimo de «Beryl Curt», con la idea de parodiar y subvertir la lealtad de la psicología británica al trabajo de Cyril Burt. El trabajo consiste en una extraña combinación de construccionismo social e investigación cuantitativa.

2. La obra de Le Bon (1896/2000) sobre las masas es el texto más influyente y referente para un número de estudios psicológicos sobre los instintos de la «manada», o «instinto gregario», y la «mente grupal» (véanse, por ejemplo, Trotter, 1991; McDougall, 1927).

3. Las pretensiones marxistas de abordar la naturaleza de la «vida cotidiana» se han interesado por los efectos de la rutina y la revolución de la conciencia, lle‑

gando a la conclusión de que la teoría psicológica oficial suele ser de escasa utilidad (véanse, por ejemplo, Hayes, 1996; Hoggett, 1996). Para trabajos interesantes actuales sobre estas temáticas que incluyen referentes más amplios de la teoría social y la acción política, véanse Bratsis (2006) y Stephenson y Papadopoulos (2006).

4. Para una historia de la revolución a cargo de una persona que la vive desde dentro y apunta estas ideas, véase Trotsky (1977/1985); y para un análisis del origen de la burocracia, véase Trotsky (1973/1981).

5. Por ejemplo, véase el análisis de Colletti (1970) del origen de la antigua ideo­logía zarista de la nación y la familia en la época de Stalin; véase, también, Zaretsky (1976/1978) para un estudio de las implicaciones de las políticas marxistas y feministas.

6. Véase Friedman (199o) sobre la Unión Soviética de los años veinte como telón para el desarrollo de los planteamientos de Vygotsky.

7. Véase Vygotsky (1962/2005) para una traducción incompleta de uno de sus trabajos clave dirigido a los lectores estadounidenses. Bickley (1977) alude al trabajo de Vygotsky como una psicología «materialista dialéctica». Walkerdine (1982) revisa y elabora esta distinción entre Piaget y Vygotsky.

8. Newman y Holzman (1993) defienden que Vygotsky planteaba una «psicología revolucionaria». Véase también Holzman (1996) sobre cómo el trabajo de Vygotsky debería ser «completado» (por Newman). Para una exposición clási­ca de esta singular propuesta marxista-vygostkiana en psicología, véase Hood y Newman (1983), y para un análisis más actual de hacia dónde apunta el tra­bajo de Newman, véase Holzman y Mendez (2003).

9. Greenslade (1996) analiza el estudio revolucionario del lenguaje de Valentin Voloshinov (1973/2009).

 

IAN PARKER

lo. Véase Holzman (2006) para una colección de artículos que revisa el estado actual de la perspectiva vygotskiana y de la teoría de la actividad.

11. Kozulin (1989/2001) ofrece una explicación interesante de las ideas de Vygotsky, y para un tratamiento más extenso (en ocasiones muy reaccionario) del contexto más amplio del trabajo de Vygotsky, véase Kozulin (1994).

12. Véase Fanon (1967/1977y1970/2009). Heartfield (2002) plantea la interesante idea sobre la gran influencia de la lucha algerina en el desarrollo de la teoría existencia­lista y el posestructuralismo en Francia.

13. Séve (1978/1975). Shames (1981) realiza un análisis del trabajo de Séve, y para una aproximación más crítica al trabajo de Séve y el lugar que ocupaba en el contexto del partido comunista francés, véase O’Donnell (1982).

14. Marx (1845/1974) emplea esta frase en su Tesis sobre Feuerbach.

15. Véase Leonard (1984) como un intento de aplicar los análisis de Séve en el contexto del trabajo social británico.

16. Tolman (1994) proporciona una excelente introducción de la obra de Holzkamp y del contexto político que propiciaría el desarrollo de la «psicología crítica» ale­mana. Para una explicación del estado actual de esta corriente de psicología crítica en Alemania, véase Held (2006), y en Austria, Sanin (2006).

17. La obra colectiva de Tolman y Maiers (1991) es la mejor introducción en inglés a la gama de trabajos que constituyen esta tradición. Para una breve introduc­ción, véase Maiers y Tolman (1996) y Holzkamp (1992).

18. Véase Haug (1987, 2000) para una discusión teórica y ejemplo del «trabajo de memoria».

19. Un análisis de la sociedad del espectáculo fue realizado por Debord (1972/1999). Para una historia y un análisis de la influencia del pensamiento de Debord y el situacionismo, véase Plant (1993/2008).

20. Véase Parker (1995b) para una sucinta explicación de la formación psicológi­ca de Foucault.

21. La biografía intelectual de Macey (1994/1995) proporciona una descripción de la etapa de Foucault en Túnez.

22. Para una explicación véase Macey (1994/1995).

23. En una serie de entrevistas, Foucault (1991) reflexiona acerca de la influencia de Marx en su trabajo.

24. Miller (1989/1990) proporciona una valoración (psicoanalítica) de las com­plejas relaciones de Foucault con el psicoanálisis. Para una destacada crítica marxista del psicoanálisis, véase Timpanaro (1976).

25. Deleuze y Guattari (1977/1995) estuvieron muy cerca de esta idealización de la esquizofrenia, principalmente como reacción a las vertientes psicoanalíticas que tendían a demonizarla.

26. Véase Foucault (1977/2008) para un análisis de la vigilancia en la sociedad capitalista del siglo XIX.

27. Esta idea se plantea en las conclusiones de Las palabras y las cosas (Foucault, 1970/1985). El autor cuestiona la «imagen» del hombre como referente último en la producción del conocimiento, en lugar de los seres humanos concretos. Aun así, las críticas tienden a ignorar esta distinción con alevosía y premedi­tación.

28. Blackman (1994) ofrece una explicación esclarecedora dirigida a los psicólo­gos de la reelaboración crítica de la historia según Foucault, entendida como una «historia presente», y de su desarrollo de la «genealogía» como una moda­lidad de investigación histórica y escritura.

29. No sorprende que desde el propio estalinismo, los decepcionados con lo que con­sideraban una política «revolucionara» autoritaria y desfasada, divisaran equivoca­damente una alternativa en el «eurocomunismo» socialdemócrata reformista.

 

LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA

Dada su experiencia en la política de partido «marxista», era comprensible que llegaran a la conclusión de que la única manera de proceder era optar por una corriente «posmarxista» (por ejemplo, véase Laclau y Mouffe, 2001/1987). Para un análisis de los efectos de la falta de democracia en la tradición estalinista junto a la lógica centrífuga del «socialismo en un país», véase Mandel (1978).

3o Véase Sawacki (1991) para una crítica feminista de Foucault.

  1. Véase Harris (1990) para un examen de la psicología en el contexto de la izquierda estadounidense, y Harris (1995) para una discusión de las relacio­nes histórica entre la psicología y el marxismo en Estados Unidos.
  2. Las revindicaciones de la «primera ola» tuvieron lugar a principios del siglo XX, en su mayoría en torno al derecho al voto. La «segunda ola» fue impulsada por las revueltas de los sesenta, y la «tercera ola» surgió al comienzo del siglo XXI. Véanse Rowbotham (1973/1980) para un recorrido histórico de las pri­meras dos olas, y Zavos et al. (zoos) para materiales de la «tercera ola» (relacionados con la militancia feminista en el ámbito de la psicología).
  3. Véase Gamble (zoo’) para los debates internos del feminismo, y Eisenstein (1996) para una explicación de sus posibles implicaciones prácticas (centrada en los femócratas en Australia).
  4. Haraway (1989) ofrece un análisis pormenorizado de la primatología y de las conclusiones a las que llegan los psicólogos a partir de su estudio.
  5. [N. del T.]: los experimentos de Harlow separaban a las crías de sus madres biológicas, dándoles la opción de dos madres sustitutas: una cubierta de tela afelpada y otra hecha de alambre. Aun cuando sólo la segunda les proporcio­naba alimento (mediante un biberón con leche), los monos preferían pasar hambre al lado de la madre afelpada, de tacto suave, en lugar de la madre de alambre, fría, pero funcional.
  6. Véase Burman (1994/1998) para un análisis crítico del funcionamiento ideo­lógico de estas investigaciones en la psicología del desarrollo.
  7. Para un análisis de la importancia del «punto de vista» en las investigaciones y la acción política desde el materialismo histórico feminista, véase Hartsock (1987).
  8. Gordo López y Cleminson (2004) analizan cómo diferentes prácticas tecnoló­gicas en distintos momentos históricos forjan determinadas formas de relaciones sexuales y de subjetividad.
  9. Véase Haraway (1991/1995) para un análisis de estas cuestiones.

4o. Véase Gordo López y Parker (1999) para una obra colectiva sobre estas temá­ticas.

  1. Obviamente, el manifiesto de Haraway (1991/1995) también está disponible en la red.
  2. Marsden (1999: 73).
  3. Para una visión más escéptica de la teoría «queer» desde la psicología feminis­ta, véase Kitzinger y Wilkinson (1994).
  4. 44.   Precarias a la deriva (zoo5) esboza este abordaje feminista por medio de sin­gladuras (derivas) psicogeográficas a través de emplazamientos cotidianos.
  5. Para un análisis favorable a los servicios de salud mental en Nicaragua, tras diez años de revolución, véase Harris y Shefer (1990). Para un análisis excesi­vamente halagüeño del sistema de salud mental cubano, véase Michie (1979).
  6. Lowy (1988) ofrece un estudio marxista de la teoría de la liberación y sus con­secuencias para las políticas revolucionarias.
  7. Obviamente, el dilema que se plantea es si se «defiende» una revolución sin denunciar los abusos del poder, en cuyo caso se defendería el liderazgo del aparato del partido, o si se defiende el proceso revolucionario oponiéndose a la intervención imperialista, a la vez que se apoya a las voces democráticas revolucionarias de los disidentes.

 

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  1. Para los trabajos del Radical Statistics Group, véanse las obras colectivas de Irvine et al. (1979) y de Dorling y Simpson (1999).
  2. Jiménez-Domínguez (2005: 66).

5o. Véase Martín-Baró (1994/1998) para una colección de escritos en torno a la psicología de la liberación.

  1. Para una crítica afín con la idea global del proyecto, véase Jiménez-Domínguez (1996).
  2. Por ejemplo, véase Davies y Gannon (2006). Un análisis aceptable de las cues­tiones conceptuales del «trabajo de la memoria» corre a cargo de Stephenson (2003).
  3. Durrheim (1997) analiza las implicaciones de la retórica de la «paz» en el periodo de transición durante el cual se desmanteló el apartheid. Este trabajo forma parte de una serie de estudios del «análisis del discurso», que muestra cómo el contexto político en Sudáfrica da lugar a una perspectiva mucho más crítica que la «psicología discursiva» británica. Otros ejemplos de estos traba­jos se encuentran en Levett (1997). Hook (2004) es un ejemplo ilustrativo del trabajo crítico en psicología desarrollado en Sudáfrica.
  4. Zavos et al. (2005) ofrecen una panorámica y una ampliación del trabajo femi­nista militante a favor y en contra de la psicología.
  5. Véase Collins (2003) como ejemplo de «investigación- acción» basada en una política revolucionaria.

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