Memoria y pensamiento

CAPÍTULO 7

 

Memoria y pensamiento

 

¿Existe algo más complejo que la mente humana?

Pensemos por un momento en el inmenso ma­terial almacenado en la memoria: el número del seguro social, la capital de los estados, la letra del himno nacional, los números telefónicos de los seres queridos, la alineación de nuestro equipo favorito de fútbol soccer, las calificaciones del úl­timo examen escolar. ¿No es extraordinario un sis-tema de archivo que permite recordar al instante una canción de los Beatles o la receta predilecta? ¿De qué manera tanta información cabe y se organiza en el cerebro?

Y yendo más allá del tema de la memoria, ¿cómo pensamos?, ¿en qué forma resolvemos los proble­mas?, ¿cómo creamos ideas? En la existencia huma­na no hay misterios más fascinantes, y los psicólogos apenas han comenzado a investigar el pensamiento humano. Con la expresión procesamiento de infor­mación designan todas las actividades cognitivas y mentales: desde la memorización de listas de núme­ros hasta la creación de poemas y de nuevas tecnolo­gías. Este proceso se compone de tres etapas: entrada, procesamiento central y salida. La entrada es la in-formación que recibimos a través de los sentidos. El procesamiento central es el almacenamiento (en la

memoria) y la clasificación u ordenación (por el pen­samiento) de esta información dentro del cerebro. La salida denota las ideas y acciones que resulta del pro-cesamiento.

CAPTACIÓN DE INFORMACIÓN

La información es cualquier hecho que aminora la incertidumbre. Por ejemplo, cuando la luz de un semáforo pasa de rojo a verde, suministra infor­mación: reduce la incertidumbre sobre si el conduc­tor debe o no pisar el acelerador. La información se transmite a través de los sentidos en múltiples formas: voces, sonidos musicales, sabores dulces, olores penetrantes, imágenes vivaces, texturas duras, picaduras dolorosas. En todo momento una confusa serie de imágenes, sonidos, olores y otras sensacio­nes compiten por nuestra atención. Si aceptáramos todos esos estímulos, nos sentiríamos agobiados. Dos procesos nos ayudan a reducirlos a una cantidad manejable: la atención selectiva y la extracción de características.

 

Atención selectiva

Se da el nombre de atención selectiva a la capacidad de escoger entre varios estímulos sensoriales dispo­nibles. Por ejemplo, si uno se encuentra en una gran fiesta donde la música toca a todo volumen y todo mundo habla, podrá concentrarse en la voz de un amigo e ignorar el resto de los sonidos. En cierto modo, la atención selectiva es como sintonizar un canal de radio o de televisión.

A diferencia de la televisión, la atención selectiva no bloquea por completo los otros estímulos. Quizá estemos escuchando lo que dice un amigo, pero al mismo tiempo prestamos atención a la información que nos llega por otros canales. Si alguien menciona nuestro nombre en una conversación a tres metros

de distancia, lo oiremos y nos concentraremos en ella. Si alguien pasa a nuestro lado en traje de baño, con aletas y tubo de respiración, repararemos en su pre­sencia. El «fenómeno de la fiesta», nombre que algu­nas veces se le da a la atención selectiva, nos permite concentrarnos en una cosa sin ignorar totalmente lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

En los experimentos de laboratorio, los investiga-dores han demostrado de qué manera la atención selectiva afecta al cerebro (Hernández-Peón, 1961). Por ejemplo, si le pedimos a un grupo de personas que presten atención a un estímulo auditivo, aumen­ta el tamaño de las ondas cerebrales que registran su respuesta al sonido. Mientras eso sucede, las ondas que registran la respuesta a lo que se ve disminuyen porque no prestan atención a los estímulos visuales.

 

 

Y ocurrirá lo contrario, si a esas mismas personas se les pide que se concentren en los estímulos visuales (las ondas cerebrales de respuesta a estímulos visua­les se acrecentarán y se aminorarán las de los estí­mulos auditivos). En un experimento similar se demostró que cierto tipo de onda cerebral disminu­ye pero sin que desaparezca, cuando a los sujetos se les da un problema por resolver o se entabla una con­versación con ellos. Tales experimentos parecen in­dicar que el cerebro evalúa de alguna manera la importancia de la información que se recibe por va­rios canales. Permite que la información más impor­tante llegue a los centros cerebrales superiores, a la vez que suprime la que carezca de importancia.

¿Qué hace que un estímulo sea más importante que otro? La información que favorece la satisfacción de necesidades como el hambre y la sed tienen prio­ridad absoluta. (Así, si alguien tiene mucha hambre, prestará más atención a su comida que a la plática de la mesa.) También damos prioridad a los estímulos desconocidos y novedosos. Un tercer factor de la aten­ción es el interés: cuanto más interés tengamos en una cosa, mayores probabilidades habrá de que nos fije­mos en ella. Por ejemplo, casi todos «sintonizamos nuestra frecuencia auditiva» cuando oímos men­cionar nuestro nombre, pues nos interesa lo que la gente dice de nosotros. Asimismo, si empezamos a sentir interés por el ajedrez, repentinamente co­menzaremos a prestar atención a los artículos de prensa acerca de este juego, a los tableros de ajedrez en los escaparates de las tiendas a los libros especia­lizados y a referencias del juego en conversaciones diarias (por ejemplo, «jaque al rey»). A veces no se trata de estímulos nuevos, estaban en el ambiente el año anterior y hace dos años, pero simplemente no nos interesaban lo suficiente como para que nos fijá­ramos en ellos. No obstante nuestro interés se modi­ficó y esos estímulos se volvieron importantes y ahora son significativos y reciben nuestra atención.

Extracción de características

La atención selectiva no es más que el primer paso en la reducción de la entrada (de estímulos). El se­gundo paso consiste en decidir en cuáles aspectos del canal seleccionado nos concentraremos. Este proce­so, cuyo nombre es extracción de características, con­siste en identificar las características sobresalientes

 

Figura 7.2

¿Puedes descubrir en esta fotografía los rostros escondidos? Para hacerlo debes extraer las características que definen el rostro humano de una gran cantidad de información irrelevante y engañosa.

de la información sensorial. Si queremos identificar de qué modelo es un automóvil, observamos determi­nadas características (la forma de las defensas, la pro-porción entre altura y longitud, etc.). En términos generales, ignoramos aspectos como el color, el tapi­zado y las llantas, que poco nos dicen sobre el mode­lo. De manera análoga, al leer nos concentramos en las palabras importantes, sin fijarnos casi en palabras como «el», «y» o «por ejemplo».

La capacidad de extraer las características signi­ficativas de un estímulo ayuda a identificarlo y com­pararlo con otros estímulos. Por ejemplo, podemos distinguir el rostro de las personas y, al mismo tiem­po, percibir las semejanzas. Quizá descubramos que los miembros de una familia se parecen en la nariz y, pese a ella, distingamos a cada uno basándonos en otros rasgos físicos.

Claro que, en cierta medida, la extracción de ca­racterísticas se basa en la experiencia, es decir, en saber lo que hemos de buscar. Esto se aprecia so­bre todo cuando es preciso realizar distinciones finas. Se requiere mucha experiencia para distin­guir un Rembrandt original de una copia bien hecha. El público en general no puede distinguir la calidad

 

de la ejecución de dos buenos pianistas que tocan el mismo concierto, pero un experto musical sí. Lo mis­mo sucede con los catadores de vino; al degustar un vino no todas las personas pueden distinguir la cali­dad del sabor, el año de cosecha y otras característi­cas pero el catador experto sí.

A semejanza de la atención selectiva, la extrac­ción de características es un proceso evaluativo. Si alguien lee una novela por placer, posiblemente bus-que los pasajes «más picantes». Si tú lees una biogra­fía histórica para preparar un examen escolar, seguramente harás lo mismo. Pero, al no encontrar ese tipo de pasajes, empezarás a concentrarte en otros hechos.

ALMACENAMIENTO DE
INFORMACIÓN

Para que puedan ser utilizadas, los estímulos que lle­gan al cerebro se han de registrar, conservar y, quizá, «archivar» para consulta futura. Este almacenamiento de entradas se conoce con el nombre de memoria. Los psicólogos distinguen tres clases de memoria, cada una de las cuales tiene un propósito diferente y duración: el almacenamiento sensorial guarda la información unos cuantos instantes; la memoria a corto plazo la mantiene en la mente cerca de veinte segundos; la memoria a largo plazo la conserva de modo indefinido.

Almacenamiento sensorial

Los sentidos —la vista, el oído y los demás— pa-recen ser capaces de retener una entrada durante una fracción de segundo antes que desaparezca. Por ejemplo, cuando vemos una película, no reparamos en los vacíos entre los cuadros. Las acciones pare­cen fluir continuamente, porque cada marca se con­serva en el almacenamiento sensorial hasta que llega la siguiente.

Este fenómeno lo demostró Sperling (1960) en un experimento muy ingenioso. Con un taquistoscopio (aparato que presenta una imagen por muy poco tiempo) mostró, durante un venteavo de segundo, un grupo de letras a los sujetos. Los estudios anteriores habían demostrado que, si se presenta un estímulo como éste

T D R S R N F Z K

las personas normalmente podrán recordar cuatro o cinco letras. Según Sperling, los sujetos tomaban una fotografía mental de las letras y podían releer sólo unas cuantas antes que desapareciera la imagen. A los participantes les dijo que presentaría un tono des­pués de proyectarles las letras sobre la pantalla del taquistoscopio. Después de escuchar un tono alto, pudieron repetir el renglón superior, después de un tono medio el renglón intermedio y después de un tono bajo el renglón de la parte inferior. Una vez que los sujetos aprendieron este sistema, lograban recor­dar cualquier renglón de letras. Así Sperling demos­tró que las personas retienen una breve imagen del estímulo visual, de modo que pueden leer los ele­mentos en el renglón correcto después que la imagen ha desaparecido de la pantalla.

La información que los sentidos conservan unos cuantos momentos todavía no ha sido reducida ni analizada. Es como una fotografía o una cinta mag­netofónica de corta duración, pero con detalles «muy vivos». Sin embargo, cuando llega a la siguiente fase —la de la memoria a corto plazo— ya ha sido anali­zada, identificada y simplificada, para que guarde y maneje cómodamente un tiempo más largo.

Memoria a corto plazo

En ella se guardan los datos de que tenemos concien­cia en un momento dado. La memoria a corto plazo no necesariamente requiere prestar atención. Segu­ramente alguna vez habrás escuchado parcialmente lo que dice tu interlocutor y luego él te ha acusado de no prestarle atención. Lo niegas y para probar tu inocencia le repites palabra por palabra lo que te dijo. Puedes hacerlo porque guardaste las palabras en la memoria a corto plazo. Sin embargo, casi rara vez se registra el sentido de lo que dices si no repites las palabras en voz alta. El hecho de repetir las palabras te obliga a fijarte en ellas. A esto los psicólogos lo llaman repaso.

Repaso. Si quieres conservar la información en la memoria a corto plazo más de algunos segundos, deberás repetírtela en voz alta o mentalmente. Así, cuando buscas un número telefónico, podrás recor-

 

dar los siete dígitos el tiempo suficiente para marcar-los, si los repites varias veces. Si te distraes o come-tes un error al marcar, lo más probable es que tengas que volver a consultar el número: desapareció de la memoria a corto plazo.

Los psicólogos miden este tipo de memoria ob­servando cuánto tiempo puede un sujeto retener un trozo o una parte de información sin repaso. El experimentador le muestra una tarjeta con tres letras, como CPR. Al mismo tiempo lo obliga a pensar en otra cosa, a fin de evitar que las repase. Por ejemplo, le pedirá que tan pronto le proyecte la tarjeta empie­ce a contar hacia atrás de tres en tres, comenzando con el número 798. Si el sujeto realiza esta tarea sólo durante un tiempo breve, casi siempre recordará las letras. Pero si por más de 18 segundos se le impide que las repase, olvidará la información. En conclu­sión, la memoria a corto plazo parece durar menos de 20 segundos si no se repasa.

liso de trozos o grupos. La memoria a corto plazo es limitada no sólo en cuanto a duración, sino tam­bién en cuanto a su capacidad. Por ejemplo, si alguien proyecta rápidamente ante tus ojos una serie de dígi­tos, podrás retener en la memoria inmediata apenas entre siete y ocho de ellos. Después de ese número, empezarás a confundirlos entre sí. Lo mismo suce‑

dería si los elementos inconexos fueran un conjunto de palabras aleatorias. Tal vez no notemos este límite de la capacidad de retención, porque en condiciones normales no tenemos que guardar tantos objetos in-conexos en la memoria inmediata. O bien los elemen­tos están relacionados entre sí (como cuando oímos hablar a la gente) o bien se repasan y se colocan en la memoria a largo plazo.

El aspecto más interesante de este límite, des-cubierto por George Miller (1956), es que consta de unos siete elementos de cualquier tipo. Cada uno puede ser una colección de muchos otros, pero se­guirá habiendo solamente uno si todos están integra-dos en un «trozo». Así pues, podemos recordar cerca de siete conjuntos inconexos de iniciales —como COMSAT, DDT, SST o las iniciales de la nuestra esta­ción favorita de radio, aunque no pudiéramos recor­dar todas las letras individuales. Ello se debe a que previamente hemos conectado o agrupado las inicia-les, de modo que DDT es un elemento y no tres.

Uno de los trucos para retener pronto mucha in-formación consiste en agrupar los elementos confor­me van llegando a la memoria. Si relacionamos los elementos de los grupos, habrá menos que recordar. Por ejemplo, recordaremos mejor los nuevos núme­ros telefónicos en grupos de dos o tres (555-6794 o 555-67-94) que en una cadena de siete dígitos (5-5-5‑

 

Figura 7.3

Observa sólo por un momento la figura de la izquierda. Ahora sin verla responde: ¿Cuántos puntos viste? Después haz lo mismo con la figura de la derecha. Probablemente estarás más seguro y tu respuesta será más precisa, porque la organización de los puntos en un reducido número de grupos facilita el proceso de información.

 

6-7-9-4). Utilizamos el agrupamiento para recordar estímulos visuales y verbales.

A pesar del uso de trozos (agrupamiento), la me­moria a corto plazo no es más que un dispositivo tem­poral. Contiene información clasificada como de «posible interés». Si vale la pena recordarla, deberá ser transferida a la memoria a largo plazo.

Memoria a largo plazo

En ella se almacena información para uso futuro. Podemos concebirla como una especie de archivo de nombres, fechas, palabras y rostros. Cuando afirma­mos que alguien tiene buena memoria, generalmen‑

te queremos decir que puede recordar gran cantidad de este tipo de información. Pero la memoria a largo plazo contiene además representaciones de infinidad de experiencias y sensaciones. Quizá hace mucho que no piensas en el hogar de tu niñez, pero probable-mente todavía puedes visualizarlo.

La memoria a corto plazo incluye todos los pro­cesos que hemos descrito. Supón que alguien va a ver una obra de teatro. Al decir los actores sus parla­mentos, los sonidos fluyen a través del almacena-miento sensorial. La atención selectiva excluye el resto de los sonidos y la extracción de características con-vierte los sonidos en palabras. Éstas se acumulan en la memoria a corto plazo, formando frases, oracio­nes y párrafos con sentido.

 

Figura 7.4

Flujo del procesamiento de información. La entrada a los sentidos se almacena temporal-mente y parte de ella se transmite hacia la memoria a corto plazo. La información puede conservarse aquí por repaso o bien se envía a la memoria a largo plazo. El material guardado en la memoria a corto y a largo plazos sirve para tomar decisiones. El proceso de decisión origina salidas como hablar, escribir o moverse.

 

En forma muy parecida, el espectador se concen­tra en la acción y en el escenario cambiante. Juntos, una y otro forman trozos o grupos en su memoria. Al cabo de una o dos horas habrá olvidado todo menos los parlamentos más interesantes, pero almacenó el signiñcado de los parlamentos y de las acciones en la memoria a largo plazo. Al día siguiente, podrá ofre­cer una descripción de la obra escena por escena. A lo largo de este proceso, se suprime la información me-nos importante y tan sólo se mantienen los aspectos esenciales. Un mes después, el espectador quizá no recuerde más que una idea general de la trama y posi­blemente algunos momentos especialmente impresio­nantes. Con el tiempo tal vez no recuerde nada de la obra. Otros elementos más recientemente almacena-dos bloquean el acceso a los recuerdos anteriores o los reemplazan. Pero si vuelve a ver la obra teatral, pro­bablemente reconozca los parlamentos y prevea las acciones. Aunque la obra se ha vuelto menos accesi­ble, sigue guardada en la memoria a largo plazo.

La memoria y el cerebro

¿Qué sucede en el cerebro cuando algo se guarda en la memoria a largo plazo? Nos hallamos ante una pregunta que ha generado muchas discusiones. Aun-que los psicólogos coinciden en que deben ocurrir algunos cambios en el cerebro, no saben exactamen­te en qué consisten.

Algunos investigadores piensan que la memoria es resultado de cambios en la forma de las moléculas proteínicas del cerebro. En un experimento, se adies­tró a varios ratones para que corrieran por un labe­rinto, evitando los pasillos donde recibirían una descarga eléctrica. Después les inyectaron una sus­tancia química que altera la producción de proteínas en el cerebro. Luego de recibir la inyección, los ani­males ya no recordaban el camino seguro para salir del laberinto (Flexner, 1967). Años atrás, un grupo de investigadores (Flood, Bennett y Orme, 1975) lo­graron controlar el grado de «amnesia» de los rato­nes inyectándoles varias dosis de esa sustancia durante ciertos periodos después de realizado el adiestramiento. Cuanto más grande era la dosis de la sustancia bloqueadora de las proteínas, más olvi­dadizos se volvían los ratones. Una teoría establece que la senilidad se relaciona con el fin de la produc­ción de proteínas en el cerebro.

Otra teoría se centra en las transformaciones de tipo químico-eléctrico del cerebro. Es posible que la

retención se produzca cuando se alteran las caracte­rísticas químicas de la sinapsis. Cuando se aprende algo, algunas vías cerebrales se facilitan y otras se inhiben. En el momento actual, resulta imposible de­cir cuál de las dos teorías es la más verosímil.

Para complicar aún más las cosas, existe una con­troversia en torno al sitio del cerebro donde residen los recuerdos. Karl Lashley (1929) sostuvo que nin­guna célula, o grupo de células, puede extirparse para destruir un recuerdo. De hecho, comprobó que debía destruir casi toda la parte superior del cerebro de una rata para eliminar la memoria de un problema que el animal había aprendido a resolver. De ahí que, para muchos psicólogos, los mismos recuerdos pueden guardarse en varias partes del cerebro; por eso al destruir un área simplemente se suprime una copia. En años más recientes, Richard Thompson (1976) y otros estudiosos han puesto en tela de juicio las ideas de Lashley. Según ellos, con técnicas fisiológicas más refinadas se podrán identificar algunas vías específi­cas del aprendizaje.

Las ideas anteriores tienen el carácter de conjetu­ras. Sin embargo, muchos psicólogos piensan que en un futuro cercano se llegarán a conocer mejor los pro­cesos que rigen la memoria.

RECUPERACIÓN DE
INFORMACIÓN

La información almacenada es inútil si no puede re-cobrarse de la memoria. Si olvidaste darle a tu mamá una tarjeta de felicitaciones en el día de su cumplea­ños, poco te consolará el hecho de que tengas la fe-cha archivada en el cerebro. Todos hemos pasado por la penosa experiencia de no lograr recordar el nom­bre de un amigo. Una de las cosas más frustrantes en la vida es tener una palabra «en la punta de la len-gua», pero no poder recordarla.

El problema de la memoria consiste en almace­nar miles de elementos en forma tal que se encuentre el que se necesita en el momento preciso. La solución a la recuperación es la organización. Puesto que la memoria humana es extraordinariamente eficiente, debe estar muy bien organizada. Los psicólogos aún no saben cómo está organizada, pero en busca de indi­cios siguen estudiando los procesos que intervienen en la recuperación.

 

Reconocimiento

La memoria humana está organizada de tal modo que facilita muchísimo el reconocimiento, es decir, las personas recuerdan con mucha exactitud si conocen

o no algo. Si alguien te pregunta el nombre de tu maestro de primer año, tal vez no lo recuerdes, pero lo más probable es que reconozcas el nombre si lo escuchas. De manera parecida, una prueba de opción múltiple hará que el estudiante recuerde conocimien‑

 

preguntó a algunos: «¿A qué velocidad iban los autos cuando chocaron?» La estimación pro-medio fue de 34 millas (55 km) por hora. Cuando sustituyó la palabra «chocaron» por «estre­llaron» en la pregunta anterior, otro grupo de estudiantes recordó que los automóviles iban a una velocidad mucho mayor: 41 millas (66 km) por hora.

Loftus (1979,1980) también descubrió que la memoria de un evento puede distorsionarse en el proceso de la evocación. Hechos impactantes, como los que incluyen violencia, pueden alterar a veces la capacidad de formar un recuerdo resistente al tiempo. Sin un recuerdo fuerte y claro del evento, los testigos oculares tenderán más a incorporar información falsa en la memoria. Por ejemplo, si un policía le pide a un testigo describir la pistola usada en un robo, el testigo tal vez recuerde el arma a pesar de que el ladrón nunca la sacó.

Los abogados defensores conocen muy bien los efectos que las preguntas sugerentes ejer­cen sobre los recuerdos. El testimonio experto por parte de psicólogos acerca de la naturaleza de la memoria humana y los factores que influyen en la exactitud de una identificación se necesitarán algunas veces para convencer a los jurados de que sean más críticos, al evaluar el testimonio de testigos oculares. Aun después de esto, están propensos a creer que el ojo es una cámara fotográfica y que la memoria se parece a un videotape.

 

 

 

LA PSICOLOGÍA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO

Problemas de la memoria selectiva. Algunas veces los problemas de la memoria pueden presentar aspectos sorprendentes. Un ejemplo es La prospagnosia, en la cual el paciente no reconoce rostros familiares, ni siquiera su propia imagen. Quienes la sufren si perciben otros aspectos de la cara, como el hecho de que exprese felicidad o tristeza.

La prospagnosia casi siempre se debe a un ataque parapléjico o a una lesión del cráneo y muestra cuan específicos o selectivos pueden ser a veces los problemas de la memoria.

Otro ejemplo de uno de estos problemas es el caso de un hombre de 34 años de edad que sufrió

un ataque parapléjico. Después recuperó sus capacidades, pero le era prácticamente imposible recordar el nombre de frutas y verduras comunes. Sin embargo, identificaba los objetos si le leían los nombres. Los problemas de memoria selectiva como los anteriores indican que los recuerdos están organizados en categorías. De alguna manera una categoría individual se desconecta del sistema global de la memoria.

 

 

 

tos que no podría utilizar en una prueba práctica. La capacidad de reconocer indica que en la memoria está guardada mucho más información de la que podría­mos imaginar.

El proceso del reconocimiento nos ayuda a en-tender mejor cómo la información se encuentra al­macenada en la memoria. Reconocemos el sonido de un instrumento musical (digamos, el piano), sin im­portar la música que se toque. También reconocemos una canción cualquiera que sea el instrumento en que

se ejecuta. Este patrón de reconocimiento denota que un elemento de información puede ser «puesto en un índice» o catalogada en varios «encabezados», para que podamos localizarlo en varias formas. Así, la «hermosa cajera del Banco Nacional» podría estar catalogada bajo «Banco Nacional», «personas de ser-vicio», «amigas potenciales», «rubias» y algunos otros encabezados. Cuanto mayor sea el número de cate­gorías en que está archivado un elemento, más fácil será recuperarlo de la memoria.

 

El recuerdo

Más notable aún que la capacidad de reconocer la información es la de recordarla. El recuerdo (o recor­dación) es la reconstrucción activa de la información. Piensa unos momentos en cuántos recuerdos se re-quiere en una simple conversación. Los interlocuto­res utilizan muchas palabras que contienen todo tipo de información, a pesar de que cada palabra y trozo de información ha de obtenerse individualmente del almacén de la memoria.

El recuerdo consiste en algo más que la búsque­da y obtención de trozos de información. En él par­ticipan el conocimiento, las actitudes y expectativas del individuo. Esto se demostró en el siguiente experimento. Un investigador mostró a un grupo de niños de corta edad una botella de agua de colores inclinada. Después les pidió que de memoria dibu­jaran lo que habían visto. La mayor parte de los di­bujos se parecían muy poco a la imagen original. Sin embargo, seis meses más tarde, cuando a los mis­mos niños se les pidió dibujar la botella que habían visto, la mayor parte trazó una imagen más fiel de la original. Por lo visto, ahora tenían una mejor idea de qué aspecto debería tener la botella inclinada (Inhel­der, 1969).

A causa de este proceso de reconstrucción, las memorias cambian con el tiempo. Se simplifican, en­riquecen o distorsionan, según las experiencias y

Figura 7.6

A niños entre cinco y siete años de edad se les mostró una botella medio llena, con agua de colores e

inclinada, como la que se observa en este dibujo. Después de que todos la vieron, se les pidió dibujarla de memoria. (Ver figura 7-7.)

actitudes que el individuo tenga a lo largo de su vida. Por ello, algunas veces se producen errores de me­moria. Uno de ellos recibe el nombre de confabula­ción: el individuo «recuerda» información que nunca se almacenó en la memoria. Generalmente este fenó­meno ocurre cuando el individuo recuerda fragmen‑

 

 

 

 
 

 

 

Figura 7.7

Dibujos hechos por los niños a quienes se mostró la botella, a) Los niños de siete años de edad no lograron reproducir de memoria este dibujo, b) Dibujo realizado por uno de estos niños seis meses más tarde. Aunque había transcurrido medio año y había olvidado el objeto su reproducción mejoró porque se había hecho una mejor idea del aspecto de las botellas y de cómo se comporta el agua.

 

tos de una situación e inventa el resto para llenar los huecos. Esto es precisamente lo que hacen los testi­gos oculares de algún delito: llenan las lagunas de su memoria con conjeturas razonables, sin que se per-caten de ello.

Hay personas que no necesitan reconstruir la in-formación por poseer una memoria eidética, llama-da generalmente «memoria fotográfica». Pueden recordar con asombrosa exactitud todos los detalles de una fotografía, de un texto o de una experiencia basándose en un breve contacto con ellos. Actualmen­te se discute la exactitud de la memoria fotográfica. Algunos investigadores señalan que es más común en los niños que en los adultos.

La mente de los que poseen una memoria foto-gráfica. En un interesantísimo libro, titulado The Mind oía Mnemonist (1968), el psicólogo ruso A. R. Luria presenta uno de los casos mejor documenta-dos de personas dotadas de una memoria extraordi­naria. En los años 20 el reportero de un periódico acudió al laboratorio de Luria para participar en un experimento de memoria. El psicólogo se asombró al enterarse de que S (así llamó al reportero) podía repetir fácilmente 30, 50 o 70 números después de escucharlos una vez. Los repetía hacia atrás y hacia adelante con la misma facilidad. Cuando Luria le preguntó algunas de las mismas listas más de cin­cuenta años después, S todavía las recordaba.

Quizá a raíz de las pruebas del doctor Luria, S comenzó otra carrera como memorizador profesio­nal: repetiría las complicadas listas proporcionadas por las personas en una audiencia. ¿Cómo lo hizo? Cada palabra o número evocaba ricas imágenes vi­suales que recordaba sin dificultad. Por ejemplo, en una ocasión la audiencia le facilitó la siguiente fór­mula sin sentido:

S consiguió repetirla exactamente tras estudiarla unos cuantos minutos. Más tarde le contó al doctor Luria una historia que había inventado para recordar la fórmula.

«Neiman (N) llegó y golpeó el suelo con su bas­tón (.). Volteó hacia arriba y vio un árbol alto que se parecía al símbolo de la raíz cuadrada (¥ ) y pensó para sí: ‘No es extraño que el árbol se haya marchita‑

do y haya empezado a mostrar sus raíces. Después de todo, ya estaba aquí cuando construí esas dos ca­sas (d2) (49), así sucesivamente.

Pero la vida de un memorizador no está exenta de problemas y dificultades. Uno de los principales problemas de S consistía en aprender a olvidar. Su cerebro estaba lleno de viejas listas de palabras, nú­meros y cartas. Aun cuando procuraba descansar, su mente se inundaba de imágenes vivaces del pasado. También le era difícil leer: toda palabra evocaba mul­titud de imágenes y le costaba mucho concentrarse en el significado de un pasaje. En parte por estos pro­blemas, el doctor Luria escribió: S es una persona des-organizada y poco ingeniosa» (65).

Olvido

De cuando en cuando todo mundo sufre pérdida de memoria. Estamos seguros de haber visto antes a al­guien, pero no recordamos dónde. A veces tenemos la palabra apropiada en la punta de la lengua, pero… Cuando es imposible recordar la información que se encuentra en la memoria a largo plazo, se dice que ocurre el olvido. Éste puede deberse al deterioro, la interferencia o la represión.

Algunas entradas de información se desvanecen o se deterioran con el tiempo. Como se mencionó con anterioridad, los estímulos se diluyen rápidamente en la memoria sensorial y en la memoria a corto pla­zo. En cambio, no se sabe con certeza si lo mismo sucede con los recuerdos de la memoria a largo pla­zo. Sabemos que un golpe en la cabeza o la estimula­ción eléctrica de ciertas áreas del cerebro puede ocasionar pérdida de memoria. Se pierden los recuer­dos más recientes; al parecer se conservan los más antiguos. El hecho de que la información olvidada se recupere por medio de la meditación, la hipnosis o la estimulación del cerebro indica que al menos algu­nos recuerdos nunca desaparecen. En cambio, la in­terferencia o represión hacen que se pierdan.

La interferencia designa el bloqueo o supresión de un recuerdo por memorias anteriores o subsecuen­tes. Ese bloqueo es de dos tipos: proactivo y retroac­tivo. En la interferencia proactiva, el bloqueo lo realiza una memoria anterior. En la interferencia retroactiva, lo realiza una memoria posterior. Su-pongamos que te mudas a una casa nueva. Ahora debes recordar un nuevo domicilio y número tele-fónico. Al principio te resulta difícil recordarlos

 

 

Recuerdo de los compañeros del bachillerato

Pocos de nosotros olvidaremos alguna vez nuestra época de estudiantes de bachillerato, con todos sus momentos hermosos y tristes. Pero, ¿cuántos recordamos los nombres y rostros de los compa­ñeros de clase después de diez, veinte, treinta y hasta cuarenta años después de la graduación? Según un estudio, más de los que cabría suponer.

Para averiguar la duración de la memoria a largo plazo, los investigadores mostraron a casi 400 graduados de bachillerato, cuya edad fluctuaba entre 17 y 74 años, fotografías de sus álbu­mes de esa época. A continuación se citan algunos resultados sorprendentes:

  • 35 años después de la graduación, las personas lograban identificar el rostro de nueve de

diez de sus condiscípulos. La matrícula de la escuela no influía en su respuesta.

  • 15 años después de la graduación, podían recordar 90% de los nombres de sus condiscípulos.
  • El recuerdo de los nombres comenzaba a desvanecerse entre el 70% y 80% cuando la edad

de los sujetos oscilaba entre 30 y 40 años.

  • Generalmente las mujeres recordaban mejor los nombres y los rostros.

Los investigadores explican estos resultados tan insólitos señalando la forma en que se obtiene este tipo de información. El depósito de nombres y rostros se acumula durante los años de bachille­rato, y la repetición constante contribuye a consolidarla en la memoria por décadas.

Por tanto, si tienes miedo de olvidar a tus compañeros de clase que dejaste en el pasado, no te preocupes. Seguramente formarán parte de tu memoria durante muchos años.

Poro más detales consúltese a Harry P. Bahrick, Phyllis O. Bahrick, and Roy P. Wittinger, «Those Unforgettable High School Days,» Psychology Today, December, 1974.

 

 

 

porque interfiere la memoria del domicilio y del nú­mero telefónico anteriores (interferencia proactiva). Más tarde, conoces la nueva información pero te es difícil recordar los datos anteriores (interferencia re­troactiva).

Es posible que la interferencia sí suprima de modo permanente algunos recuerdos. Otras veces los da-tos anteriores no se han perdido. La información se

encuentra en alguna parte de la memoria; sólo que no podemos hallarla. Según Sigmund Freud, a veces el bloqueo no es accidental. El individuo suprime de manera inconsciente los recuerdos de urta experien­cia aterrizadora o molesta. A este tipo de olvido se le llama represión. El material todavía existe en la me­moria, pero se ha vuelto inaccesible por ber tan per-turbador para el sujeto.

 

 

 

¿REALIDAD O MITO?

Un aroma agradable contribuye a recordar
las experiencias placenteras.

Realidad. En un experimento, se les pidió a los sujetos recordar los hechos relacionados con varias palabras. Cuando en el cuarto había un aroma agradable, tendían más a recordar los eventos positivos que los nega­tivos.

 

Estado de ánimo y memoria

En 1968, Sirhan Sirhan asesinó a Robert Kennedy en un hotel de Los Ángeles. Sirhan se halla­ba en estado de gran agitación cuando cometió el crimen. Al ser interrogado inmediatamente después, no recordaba en absoluto el hecho. Se llamó entonces a un hipnotizador, quien re-creó los eventos del asesinato. Mientras Sirhan escuchaba, empezó a mostrar agitación y fue recordando más y más detalles del crimen. Algunas veces, mientras se hallaba en trance, describía en voz alta los hechos; otras veces registraba sus recuerdos apuntándolos en forma automática, sin percatarse de lo que escribía (Bower, 1981). En un estado no hipnótico, Sirhan nunca tenía conciencia de esos recuerdos y hasta negaba haber cometido el asesinato.

El caso de Sirhan constituye un ejemplo extraordinario de memoria dependiente del esta-do. La teoría de este tipo de recuerdo descansa sobre la suposición de que los hechos apren­didos durante un estado emocional se recordarán mejor cuando el sujeto retorna a él.

Con el propósito de conocer mejor la influencia que el estado de ánimo tiene en la memo­ria, el psicólogo Gordon Bower realizó una serie de estudios de laboratorio. En uno de ellos, hipnotizó a un grupo de sujetos y los hizo sentirse felices. Mientras se encontraban en ese estado, les dio una lista de palabras para que la aprendieran. En otra sesión volvió a hipnoti­zarlos; sólo que esta vez hizo que se entristecieran y les dio una lista distinta de palabras por aprender. Más tarde fueron hipnotizados de nuevo y se les pidió recordar cualquiera de las listas que habían recibido con anterioridad. Bower comprobó lo siguiente: los sujetos que trataban de recordar una lista en el mismo estado de ánimo en que la habían aprendido recordaban más palabras que los que trataban de recordar la lista que habían aprendido en el otro estado de ánimo.

Bower también hizo que los sujetos llevaran un registro diario de los eventos emocionales de su vida. Más tarde los hipnotizó y les pidió recordar los incidentes que habían registrado. Descubrió que los que habían sido puestos en un estado de ánimo triste recordaban más hechos desagradables de su vida que aquellos a quienes se les había hipnotizado para que estuviesen alegres. También recordaban más hechos negativos de su niñez cuando se encon­traban en un estado de ánimo triste que los hechos felices cuando estaban en un estado de ánimo feliz.

Este recuerdo dependiente del estado de ánimo lo explica Bower señalando que el estado de ánimo sirve de señal para recuperar información. Cuando se almacena un recuerdo, que-da asociado a determinada emoción y a acciones o personas específicas. Más tarde el estado emocional es una especie de marcador del hecho en la memoria. Cuando nos hallamos en el mismo estado de ánimo, tenderemos más a localizar la memoria marcada.

La investigación de Bower tiene aplicaciones prácticas. Primero, si queremos aumentar al máximo el recuerdo del material, una manera de hacerlo es evocarlo en una circunstancia o contexto emocional semejantes a aquel en que lo aprendimos. Por ejemplo, si la tensión que experimentamos al estudiar para un examen se acompaña también de tensión cuando lo realizamos, seguramente recordaremos mejor el material estudiado. A menudo, los alumnos se relajan cuando estudian para un examen y muestran ansiedad cuando lo realizan; en opi­nión de Bower, esto no es recomendable.

 

LA PSICOLOGÍA EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

El método SQ3R. En inglés las siglas SQ3R se refieren a lo siguiente:

1)  Survey = hojea: en este paso se leen rápidamente los encabezados para saber de qué trata la sección o

apartado.

2)  Question = preguntar: en este paso cada encabezado se convierte en pregunta para no olvidar lo que

debes aprender.

3)  3R. Son tres pasos que en inglés empiezan con r (read = leer, recite = recitar y review = reparar). Es decir,

en inglés tenemos 4 mnemotécnicos que se refieren en realidad a 5 pasos en español.

Por tanto, en español la designación mnemotécnica de este método de estudio debería ser:

Hojear

Preguntar Leer

2R (dos pasos que empiezan con r: recitar y repasar)

En gran medida, la eficacia de este método se debe a que el estudiante se ve obligado a reflexionar activamente sobre el contenido de la lectura.

 

 

 

Cómo mejorar la memoria

Las técnicas para mejorar la memoria se basan en una organización eficiente de lo que se aprende y en agru­parla en paquetes o trozos de fácil manejo. El carác­ter significativo, la asociación, la ausencia de interferencias y el nivel del aprendizaje original son factores que influyen en la capacidad de recobrar datos de la memoria.

Cuanto más significativo sea algo, más fácil será recordarlo. Por ejemplo, habrá mayores probabilida­des de que recuerdes las cinco letras GMAOI, si estu­vieran organizadas formando la palabra AMIGO. De manera análoga, recuerdas mejor las cosas si las aso­cias a otras que ya están almacenadas en la memoria o bien con una profunda experiencia emocional. Se­gún dijimos antes, cuanto mayor sea el número de «encabezados» o categorías en las cuales esté catalo­gado un recuerdo, más accesible será. Si una entrada de información se analiza y cataloga bajo muchos encabezados, cada asociación servirá para evocarla. Si asociamos la nueva información con sonidos, sa­bores, olores, texturas y otros estímulos intensos, cual-quiera de ellos evocará el recuerdo. Cuanto más sentidos usemos al tratar de memorizar algo, mayo-res probabilidades habrá de que lo recuperemos des­pués. Éste es uno de los secretos para mejorar la memoria.

Por motivos similares, una estrategia eficaz para proteger un recuerdo contra la interferencia consiste

en aprenderla hasta el cansancio, es decir, seguir re-pasándola aun después de que se conoce bien. Otra manera consiste en abstenerse de estudiar simultá­neamente material parecido. En vez de estudiar his­toria inmediatamente después de sociología, te aconsejamos estudiar biología. Otro método consiste en espaciar el aprendizaje. Tratar de asimilar gran-des cantidades de información en una sola sesión pro­voca mucha interferencia. Es mucho mejor estudiar un poco a la vez.

Mnemotécnica. Con este nombre se designan los métodos para utilizar la asociación cuando se quiere memorizar información. Los antiguos griegos memo-rizaban sus discursos caminando mentalmente en su hogar o en el vecindario y «poniendo» cada línea del discurso en un lugar diferente. Una vez efectuadas las asociaciones, recordaban el discurso recorriendo mentalmente sus pasos y «recogiendo» cada línea. Un método más común son las rimas de que nos servi­mos para recordar el número de cada mes («Treinta días tiene septiembre»).

Otra técnica mnemónica consiste en hacerse una imagen mental que contenga la información por re­cordar: cuanto más chistosa, mejor.

Las técnicas mnemónicas no son mágicas. En rea­lidad, suponen trabajo adicional: inventar palabras, historias y otros recursos. Pero el simple hecho de tratar de hacerlo te ayudará a recordar.

 

Figura 7.8

Éste es un mnemotécnico para recordar que Picasso fue cubista. A menudo cuanto más rara sea la imagen mental, más ayudará a retener la información que nos resulta difícil recordar.

 

PROCESAMIENTO CENTRAL
DE INFORMACIÓN

Si el almacenamiento y la recuperación fueran los únicos procesos con que manejamos la infor­mación, seríamos simplemente cámaras fotográfi­cas y proyectores de excelente calidad. Pero el pro-cesar nos permite hacer cosas en comparación con las cuales las más complejas computadoras pare­cen juego de niños. Estos procesos —el pensamiento y la solución de problemas— son extremadamente impresionantes cuando muestran originalidad y crea­tividad.

Pensamiento

Podemos decir que el pensamiento consiste en modi­ficar y reorganizar la información guardada en la memoria, a fin de generar nueva información. Gra­cias a él podemos integrar cualquier combinación de

palabras de la memoria y producir oraciones nunca antes elaboradas como (ésta).

Unidades del pensamiento. Los procesos del pen­samiento se basan en varios medios o unidades del pensamiento: imágenes, símbolos, conceptos y reglas. Existe una ciencia que se ocupa sólo de estos proce­sos del pensamiento: la lógica.

La unidad más primitiva del pensamientos es la imagen, es una representación mental de un hecho u objeto. La representación generalmente no es una copia exacta; por el contrario, contiene tan sólo los aspectos sobresalientes del original. Por ejemplo, si un adulto intenta visualizar a su abuela que falleció cuando él tenía siete años de edad, probablemente no recuerde más que algunos detalles: quizá el color de su cabello o una joya que usaba.

Una unidad más abstracta del pensamiento es el símbolo, sonido o diseño que representa un objeto o cualidad. Los símbolos más comunes del pensamien­to son las palabras: cada una es un símbolo que re-

 

 

Figura 7.9

Este problema fue ideado por el psicólogo Edward De Bono, quien piensa que el pensa­miento dirigido normal no es suficiente para resolver problemas nuevos y originales. En su método hay que utilizar el pensamiento no dirigido, a fin de crear nuevas formas de ver el problema.

 

presenta algo. Una imagen representa una vista o so-nido específicos; en cambio, un símbolo puede tener varios significados. El hecho de que los símbolos di­fieran de lo que representan nos permite pensar en situaciones u objetos que no están presentes, recorrer el pasado y el futuro, imaginar cosas y situaciones que nunca existieron ni existirán. Los números, le-tras y los signos de puntuación son símbolos muy co­nocidos de ideas que no tienen existencia concreta.

El símbolo recibe el nombre de concepto cuando designa una clase de objetos o hechos que poseen atri­butos comunes o los atributos propiamente dichos. «Animales», «música», «líquido» y «gente buena» son ejemplos de conceptos basados en los atributos co­munes de objetos y experiencias que pertenecen a cada una de las categorías. Así el concepto «animal» distingue un grupo de organismos de cosas como los automóviles, zanahorias y el queso roquefort. Los conceptos nos permiten agrupar grandes cantidades

de información. No es necesario que consideremos como específico cada nuevo elemento de información, puesto que ya sabemos algo acerca de la clase de ob­jetos o experiencias a las cuales pertenece.

La cuarta y más compleja unidad del pensamien­to es la regla, enunciado de una relación que existe entre los conceptos. He aquí algunos ejemplos: una persona no puede estar en dos lugares al mismo tiem­po; la masa permanece constante a pesar de sus cam­bios de aspecto.

Las imágenes, símbolos, conceptos y reglas cons­tituyen las estructuras fundamentales de la actividad mental. Nos ofrecen una forma económica y eficien­te de representar la realidad, de manipularla y reor­ganizarla, de idear formas diferentes de operar. Un estudiante puede reflexionar sobre todas las carreras que le ofrece su universidad, ponderar los pros y los contras y decidir cuál escoger sin tener que probar todas.

 

Tipos de pensamiento. Pensamos en dos formas diferentes. La primera, denominada pensamiento dirigido, es un intento sistemático y lógico por al­canzar una meta en particular, como la solución de un problema. Es una modalidad que depende prin­cipalmente de símbolos, conceptos y reglas. El otro tipo, llamado pensamiento no dirigido, consiste en el flujo libre de los pensamientos por la mente, sin que se busque una meta ni se siga un plan; depende más bien de las imágenes.

El pensamiento no dirigido suele ser rico en imá­genes y sentimientos. Ejemplos típicos de él son los ensueños, las fantasías y las ilusiones. La gente recu­rre a este tipo de pensamiento cuando se relaja o tra­ta de evadir el aburrimiento o las preocupaciones. Este tipo de pensamiento a veces aporta ideas muy originales respecto a las metas o creencias persona-les. Los científicos y artistas aseguran que algunas de sus ideas más creativas surgen de las digresiones de su pensamiento cuando han dejado momentánea-mente de lado un problema.

Por el contrario, el pensamiento dirigido es pro-positivo y deliberado. Por medio de él resolvemos problemas, formulamos y seguimos reglas, estable­cemos y luchamos por cumplir nuestros objetivos.

Solución de problemas

Una de las funciones centrales del pensamiento diri­gido consiste en resolver problemas, esto es, cerrar mentalmente la brecha existente entre una situación actual y una meta deseada. La brecha puede estar entre el hambre y la comida, una columna de cifras y un total, la falta de dinero y las facturas por pagar, un cáncer y un tratamiento. En todos los ejemplos citados, para llegar a la solución del problema se re-quiere un poco de pensamiento dirigido.

Estrategias. En la solución de problemas se necesita aplicar estrategias, o sea métodos específicos para abordarlos. Una estrategia consiste en dividir un pro­blema complejo en otros más pequeños y más fáciles de resolver. Por ejemplo, se acerca el final del semes­tre o del año escolar y tu vida es un verdadero desas­tre. Ni siquiera tienes tiempo para amarrarte las agujetas. Resuelves el problema dividiéndolo en par-tes más pequeñas: estudiar para el examen de mate­máticas; terminar el trabajo cuya entrega ya está retrasada; cancelar la cena con tu novia; programar

un régimen de estudio sistemático para no perder la poca salud mental que te queda, etcétera.

En algunos problemas deberás tomar como pun­to de partida la meta que te hayas propuesto. Los escritores de novelas de misterio a menudo utilizan este método: deciden cómo terminar la historia («quién lo hizo») y luego idean una trama que lleve a ese final.

En otros problemas deberás analizar varias for­mas de llegar a la meta deseada. Supongamos que una mujer necesita estar en Guadalajara a las 11 de la mañana del 7 de julio para asistir a una conferencia de negocios. Revisa las partidas y llegadas de los autobuses y trenes, los vuelos de las líneas áreas y las compañías de alquiler de autos. El único tren que parte esa mañana a Guadalajara llega a las 5 de la mañana (demasiado temprano) y en el mismo caso está el primer autobús, el primer avión arriba a las 11 de la mañana (muy tarde). Por tanto, decide alqui­lar un automóvil e ir manejando.

Cuando decidimos cuál estrategia aplicar en una situación determinada, casi siempre analizamos el problema para ver si se parece a una situación ante­rior. Seguramente podremos aplicar con éxito una estrategia que nos dio resultado en el pasado. Cuan­to más original sea el problema, más difícil será dise­ñar una estrategia para solucionarlo.

Inclinación. Hay ocasiones en que ciertas estrate­gias útiles quedan conectadas de manera permanen­te con el proceso de solución del problema. Cuando una estrategia se convierte en hábito, recibe el nom­bre de inclinación: estamos «propensos» a abordar el problema en determinada forma. Por ejemplo, un jugador de ajedrez siempre intenta controlar los cua­tro cuadros del centro. Cada vez que su oponente ata-ca, responde buscado la forma de recobrar el control de esos cuadros. Tiene una «inclinación» por esta es­trategia. Si eso le ayuda a ganar, muy bien. Pero al­gunas veces una inclinación dificulta la solución del problema y entonces recibe el nombre de rigidez. En ese caso está la conducta del individuo que no se adapta ni cambia según las circunstancias.

Una forma en que una inclinación puede interfe­rir con la solución de un problema es la rigidez fun­cional, esto es, la incapacidad de imaginar nuevas funciones de objetos conocidos. En los experimentos referentes a este tipo de rigidez, se les pide a los suje­tos resolver un problema en que deben emplear un

 

 

Figura 7.10

Con los materiales que muestra esta fotografía, ¿cómo montarías verticalmente la vela en una pared de madera, en forma tal que puedas encenderla? Este problema lo formuló Cari Duncker para probar la eficacia con que la gente logra superar la rigidez funcional. La solución viene en la figura 7.14.

 

objeto conocido en una forma nueva (Duncker, 1945). Puesto que están propensos a utilizarlo en la forma habitual, tenderán a prestar atención tan sólo a las características relacionadas con su uso ordinario. Su respuesta es rígida.

Otro tipo de rigidez ocurre cuando se hace una suposición errónea acerca de un problema. En la fi-gura anexa, por ejemplo, el problema estriba en co­nectar los puntos con cuatro líneas rectas sin levantar el lápiz. A la mayor parte de las personas les será difícil resolver el problema, ya que erróneamente suponen que no deben salir del área de los puntos.

Los que tratan de resolver un problema mostra­rán una tercera clase de rigidez. Casi todos buscan métodos directos de resolver los problemas y no cap-tan las soluciones que requieren pasos intermedios.

La rigidez puede superarse si nos percatamos de que nuestra estategia no funciona y buscamos otras formas de acometer el problema. Cuanto más habi­tual sea la situación, más difícil será modificar la con­ducta para solucionarla. La rigidez es menos probable tratándose de problemas originales, o a los que nos hemos enfrentado pocas veces.

Creatividad

La creatividad es la capacidad de utilizar la infor­mación en forma tal que el resultado sea nuevo, ori­ginal o significativo. La solución de un problema

siempre exige un poco de creatividad. Sin embargo, ciertas formas de solución son simplemente más bri­llantes, elegantes o eficientes. Los psicólogos no sa­ben con exactitud por qué algunos individuos piensan más creativamente que otros, aunque han identifica-do algunas de las características del pensamiento creativo, entre ellas la flexibilidad y la capacidad de recombinar elementos para lograr la intuición (lla­mada también comprensión súbita). También la edu­cación influye cuando en la escuela se ha enfrentado al alumno a que encuentre la solución de problemas por ellos mismos.

 

 

Figura 7.12

¿Cómo resolverías este problema? Ocho soldados deben cruzar un río, pero la única forma de hacerlo es usar un bote pequeño en el que juegan dos niños. El bote puede transportar al máximo a los dos niños y un soldado. ¿De qué manera atravesarán los soldados? La respuesta la encontrarás en la figura 7.14.

 

vento original han sido producidos por alguien que no haya pasado largos años estudiando un tema. El creativo toma la información recopilada por él y por otros y la estructura de una manera totalmente nue­va. El brillante filósofo y matemático Sir Isaac Newton, quien descubrió las leyes del movimiento, dijo en cierta ocasión: «He visto más lejos que otros porque me apoyé en los hombros de verdaderos gi­gantes del pensamiento.» En otras palabras, consi­guió recombinar los descubrimientos de grandes científicos que le habían antecedido y llegar a verda­des nuevas y de mucho alcance.

Otro resultado de una ingeniosa recombinación es el poema tan original de Samuel Taylor Coleridge: «Kubla Khan». Los estudios demostraron que casi to­das las palabras y frases proceden directamente de las lecturas y la experiencia personal del autor. Cole­ridge recombinó esos elementos durante un periodo de pensamiento no dirigido: un periodo de sueño provocado por drogas. Al despertar tenía en la men­te todo el poema, pero sólo logró escribir una parte de él antes de ser interrumpido por alguien que lla­maba a su puerta. Cuando quiso reanudar la escritu­ra del poema, éste ya se había esfumado de su mente.

 

 

Figura 7.14

Soluciones a los problemas expuestos en el capítulo. Nótese que en cada caso para resolverlos hay que romper con ciertos hábitos del pensamiento, a) En el problema del prestamista que planteó De Bono, es difícil imaginar que puede quitársele el control de la situación a ese poderoso personaje, b) Para resolver el problema de la vela, hemos

de observar la caja de cerillos y la de las velas como algo más que simples contenedores que se desechan. La cuerda es inútil para resolver el problema en sí, pero sirve para confundir, c) Como ya se indicó en el texto, la solución de este problema queda bloqueada, si se supone que no deben traspasarse los límites marcados por los puntos, d) Las respuestas a la

prueba de flexibilidad requieren ignorar las asociaciones comunes y buscar las menos predecibles. e) Los primeros pasos para resolver el problema de cruzar el río. Una vez que el sujeto descubre el primer paso de la solución, quedará más confundido si no compren-de la prolongada naturaleza cíclica del proceso necesario.

 

 

Figura 7.15

En algún momento de su vida, todo mundo ha tenido la experiencia de la comprensión súbita (intuición de soluciones). ¿Recuerdas el episodio más reciente en que te hayas sentido frustrado, hayas desistido algún tiempo y repentinamente se te presente la solución del problema sin que la busques?

 

Intuición de soluciones (comprensión súbita). Es la aparición repentina de una solución por la recombi­nación de los elementos. Generalmente se presenta cuando han sido inútiles los esfuerzos y estrategias para resolver un problema. Así, el científico o artis­ta llegan a un estado de gran frustración y desisten temporalmente. Pero al parecer el proceso de recom­binación prosigue en el nivel subconsciente. Cuando están absortos en alguna otra actividad, súbitamen­te se les ocurre la respuesta. A esta comprensión sú­bita se le conoce con el nombre de intuición repentina de la solución.

Al parecer algunos animales pasan por este mis­mo ciclo de frustración, abandono temporal del pro­blema (durante el cual éste «se incuba») y reaparición de la solución o comprensión súbita. Por ejemplo, Wolfgang Kóhler (1925) metió un chimpancé en una jaula donde una penca de plátanos estaba colgada fuera de su alcance. Había también allí varias cajas de madera. En un principio el chimpancé probó al­gunas formas de alcanzar la fruta pero fracasó. Fi­nalmente se sentó, dándose por vencido y un rato se mantuvo con la vista perdida. Repentinamente, el animal saltó, apiló las tres cajas una sobre otra, trepó a la parte superior y tomó los plátanos.

 

RESUMEN

 

 

 

  1. El procesamiento de información consta de tres pasos: entrada por los sentidos, procesamiento central (memoria, pensamiento) y salida o con­ducta (ideas o acciones).
  2. Dos procesos que ayudan a reducir las entradas de información a una forma manejable son la atención selectiva y la extracción de característi­cas. El primer proceso es la capacidad de captar y escoger entre diversos canales de entrada, cen­trándose en algunos e ignorando otros. Se esco­gen los canales cuando sirve para satisfacer necesidades, son novedosos o se relacionan con los intereses del individuo. La extracción de ca­racterísticas es la capacidad de responder a de-terminados rasgos de un estímulo y de ignorar los otros.
  3. La forma más breve de la memoria es el almace­namiento sensorial, el cual dura menos de un se­gundo. Viene después la memoria a corto plazo, que conserva información por unos veinte segun-dos. Los datos guardados en ella se olvidan pron­to, si no se repasan o transfieren a la memoria a largo plazo.
  4. La memoria a largo plazo contiene información importante. Según una teoría, la memoria se debe a alteraciones en la forma de las moléculas pro­teínicas del cerebro. Otra teoría se centra en los cambios químico-eléctricos del cerebro.
  5. La memoria no sería útil sin la recuperación de información. La recuperación adopta dos moda­lidades: el reconocimiento y el recuerdo. Este úl­timo es un proceso activo de reconstrucción que puede originar errores como la confabulación, en la cual los recuerdos se reconstruyen con errores. El reconocimiento significa simplemente decidir si hemos visto u oído algo antes.
  6. El olvido puede deberse al deterioro, la interfe­rencia o la represión. El deterioro es la desapari­ción de un recuerdo. La interferencia ocurre cuando datos nuevos o viejos bloquean o supri­men el recuerdo de un trozo de información re­lacionado con ellos. En la represión, ha quedado bloqueado el acceso a las memorias.
  7. La información se almacena con la máxima efi­ciencia y se recobra más fácilmente cuando a) está organizada en grupos significativos; b) hay mu­chas asociaciones que conducen a ella y c) ha sido sobreaprendida.
  8. El pensamiento es el proceso de reorganizar los datos dentro de la memoria para generar nueva información o ideas. Las unidades del pen­samiento son imágenes, símbolos, conceptos y reglas.
  9. El pensamiento puede ser dirigido y no dirigido. El primero es propositivo y deliberado, como su cede en la solución de problemas y en la toma de decisiones. El pensamiento no dirigido es menos rígido y más pasivo, como el que se observa en los ensueños e ilusiones.
  10. La solución de problemas consiste en cerrar, me­diante estrategias específicas, la brecha existente entre una situación presente y una meta desea da. Cuando las estrategias se vuelven hábitos, pueden conducir al fracaso y no al éxito. (A la repetición de este tipo de estrategias sin éxito se le llama rigidez.)
  11. La creatividad es la capacidad de manipular la información para producir algo nuevo, original y significativo. La flexibilidad y la capacidad de combinar elementos para lograr la intuición de la solución son importantes aspectos de la creatividad. A menudo se logra la Compresión súbita después que se ha desistido.

 

PREGUNTAS DE REPASO

 

 

 

  1. Describe los tres pasos de que consta el procesa miento de información.
  2. ¿Cuáles son los dos procesos que contribuyen a reducir las entradas sensoriales a niveles mane jables?
  3. ¿Cuáles entradas de información son más impor­tantes que otras?
  4. Menciona los tres tipos de memoria. ¿Cuánto tiempo se conserva la información en cada uno de ellos?
  5. Menciona dos estrategias para ampliar los lími­tes de la memoria a corto plazo.
    1. ¿Cuáles son las dos teorías que explican las acti­vidades del cerebro cuando algo guarda en la me­moria a largo plazo?
    2. Señale dos tipos de interferencia que bloquean la memoria.
    3. ¿Qué factores influyen en la capacidad de recu­perar datos de la memoria?
    4. Enumere las cuatro unidades del pensamiento por orden creciente de complejidad.
    5. Explique cómo una estrategia de solución de pro­blemas puede dificultar la solución misma del problema.
    6. ¿Cuáles son las tres características del pensamien­to creativo?

 

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