El desarrollo del cerebro masculino.

EL CEREBRO DE LOS CHICOS SE DESARROLLA DE FORMA DIFERENTE

Los padres que tienen tanto hijos como hijas pronto se dan cuenta de que su ritmo de desarrollo es diferente. El hemisferio cerebral derecho de los chicos se desarrolla a mayor velocidad que el izquierdo. Así, el hemisferio derecho desarrolla gran número de conexiones en esta parte, pero pocas con el hemisferio izquierdo. En las niñas, ambos hemisferios se desarrollan a un ritmo equiparable, por lo que son capaces de realizar un abanico de actividades mucho más amplio. Además, al poseer mayor interconexión entre ambos hemisferios gracias al grosor de su cuerpo calloso, suele haber más niñas ambidiestras que niños y más mujeres que no saben distinguir entre su derecha e izquierda.

La testosterona frena el crecimiento del hemisferio cerebral izquier­do en los chicos, pero, a la vez, permite que desarrollen más el hemis­ferio derecho, donde se encuentra localizada la habilidad espacial. Es­tudios realizados con niños y niñas de edades comprendidas entre los 5 y los 18 años revelaron que los primeros destacaban en la conduc­ción de un haz de luz hacia un objetivo, en reproducir figuras que sólo habían visto durante segundos, en hacer construcciones con diferentes objetos tridimensionales y en la resolución de problemas de razonamiento matemático. Las habilidades requeridas en la realización de estas tareas se encuentran localizadas en el hemisferio cerebral dere­cho en, al menos, el 80% de los hombres y los niños.

DIANA Y SUS MUEBLES

Cuando la furgoneta estaba cargando los muebles de Diana para trasla­darlos a su nueva casa, ella estaba muy ocupada midiendo con la cinta métrica cada una de las piezas para ver si cabrían en determinada habi­tación. Mientras medía el mueble del comedor, Cliff, su hijo de 14 años, le dijo: «Ni hablar, mamá, eso no cabe donde tú quieres ponerlo. Es demasiado grande». Diana, testaruda, lo midió y se dio cuenta de que su hijo tenía razón y se preguntaba cómo podía haberlo sabido con tan sólo mirar la pieza. ¿Cómo podía saber si cabría en la otra habitación? La respuesta es sencilla: gracias a su habilidad espacial.

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