UNA SEMANA ANTES DE LAS VACACIONES DE PASCUAS: «TODO MIO»

UNA SEMANA ANTES DE LAS VACACIONES
DE PASCUAS: «TODO MIO»

Trajo su osito a la sesión del viernes, se puso boca abajo y se meció con él. Luego abrió las canillas, hizo correr el agua, salpicó, lanzó chorros durante varios minutos y, cuando impedí que ensuciara demasiado, nuevamente se meció con el osito. Volvió a abrir las canillas, pero después de un rato el agua que salía era es­casa. Tomó mi mano, y cuando no logré que el agua saliera más rápidamente dio unas palmadas a la canilla, apretó los dientes y golpeó su cabeza contra el borde del diván. Se paró en el alféizar de la ventana e hizo una marca con un lápiz ma­rrón en un punto alto en la pared cerca de la ventana; se escondió detrás de la cortina, arañó la pared y de cuando en cuando espiaba afuera. De repente lanzó un grito y extendió sus brazos para que lo pusiera nuevamente en el piso. Se sentó en mi falda, tomó el lóbulo de mi oreja y con expresión triste miró a la distancia.

Traté de repasar la tarjeta de vacaciones, que ya había mostrado a John varias veces, pero él la apartó. Frenéticamente tironeó de los cajones de otros niños, diciendo «mío, mío»*. Llenó de agua dos recipientes, luego una cantidad de tacitas y bebió una tras otra diciendo «espera un minuto». Luego tiró al piso el agua de uno de los recipientes, mientras lo sostenía con sus dientes y gateaba por el suelo. Corrió a la silla del rincón, tiró el almohadón y se sentó en él por primera vez. Prendió y apagó las luces varias veces, diciendo «mío, mío», luego puso el lápiz verde bajo la canilla y le mordió la punta. Al final de la sesión, se lo veía triste y bajó las escaleras sobre su trasero, muy despacio.

 

Comentario. Las vacaciones inminentes trajeron más al primer plano la rela­ción con la mamá que alimenta; parecía sentir que alguien estaba vaciando las ca­nillas de agua, quizá un bebé interno, y esto dio lugar a sus ataques de celos asesi­nos al cuerpo materno: golpearse la cabeza, arañar y ensuciar la pared-piel. Le enfurecía que todo no fuera sólo suyo, que tuviera que «esperar un minuto» para que los otros niños tuvieran su turno, derramaba los contenidos con rabia, mordía y desgarraba, y trataba en vano de sacar a papá de su posición de custodio de mamá.

Deja un comentario