NOTAS

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i. [N. del T.]: en el original nonpartisans. El autor juega con el doble sentido de la palabra «partisan»: partidista y guerrillero.

2. Las intervenciones de la psicología comunitaria en Venezuela son un ejemplo signi­ficativo. Por decirlo de algún modo, los psicólogos radicales consiguieron describir toda una serie de intervenciones en las comunidades, sin mencionar en absoluto los

 

LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA

profundos conflictos existentes en la sociedad venezolana en torno al régimen de Chávez (Montero, 2004). Rodríguez Mora (2004) realiza un análisis de la clase social y las nuevas divisiones raciales y sexuales en Venezuela. Sobre la «psicología crítica» en este país, véase Montero y Montenegro (2oo6).

3. Los intensos debates en la tradición anarquista y en la marxista revolucionaria sobre el papel de la «democracia» y los intentos de cuestionar a los socialdemó­cratas que adoptan posiciones moralizantes en este asunto proporcionan un conjunto de coordenadas bien distintas para pensar acerca de los límites de la «democracia» burguesa liberal (véase Mande’, 1979 y Freeman, 1996 para un planteamiento feminista de la política anarquista).

4. El tratamiento psicosocial ambiguo de este sopesar de posiciones propuesto por Billig (1982) en ocasiones presenta esta noción de «equilibrio» como si formara parte de la ideología y, en otras, en cambio, celebra la formulación de dilemas como si fuera una característica universal del pensamiento humano. Véanse también sus planteamientos a favor de la polémica en la psicología social (Billig, 1988). Sus aná­lisis posteriores sobre la naturaleza «dilemaLica» del pensamiento, lamentablemente están en consonancia con los supuestos estandarizados de la psicología social sobre lo que se considera saludable y democrático (véase Billig, 1988). Para una revisión de los problemas políticos en las argumentaciones de Billig, véase Reicher (1988). Con anterioridad a este giro hacia el estudio del discurso y la retórica, Billig era uno de los pocos psicólogos sociales marxista que realizaban investigaciones políticamente relevantes (por ejemplo, Billig, 1976 y1978/1982).

5. Para un buen análisis de esta problemática en la psicología social, véase Billig (1976).

6. Billig (1976: 222).

7. Véase Giddens (1998/2003) para un resumen de las posturas a favor de la «terce­ra vía».

8. Bell (1965/1992) proporciona una reformulación clásica de este planteamiento acerca de la ideología, que es periódicamente renovado por diferentes autores, cada diez o quince años, para poner a prueba y acallar a la oposición.

9. Fukuyama (1992/1994) erigió el manido argumento acerca del fin de las ideolo­gías en un artículo y posteriormente en un libro en donde mantenía que la victoria del capitalismo sobre los falsos Estados socialistas indicaba que la demo­cracia liberal era el único juego posible. Hemos alcanzado, escribe el autor, el «final de la historia».

io. Condor (1997) plantea esta idea con una claridad meridiana. Batur y Aslitürk (2006) elaboran un estudio acerca del destacado psicólogo social experimental Sherif, quien tuvo que abandonar Turquía y establecerse en Estados Unidos debido a su militancia en el partido comunista.

11. En el debate en psicología, la necia apelación a los valores liberal-democráticos en lugar de a los planteamientos políticos deja a los psicólogos izquierdistas sumidos en un mar de confusiones cuando los manifiestamente de derechas se suman al debate y juegan en su terreno. Véanse, por ejemplo, las intervenciones de Redding (2001).

12. El manifiesto de 1848 del Partido Comunista concluye con la siguiente afir­mación conmovedora acerca de la revolución: «Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!» (Marx y Engels, 1965/1990: 6o).

13. La historia de Michel Foucault (1977/2008) sobre los orígenes de la prisión moderna y su lugar en la sociedad contemporánea señala que las cadenas físicas fueron reemplazadas por otro tipo de cadenas psíquicas mucho más eficaces, lo que supuso que las personas también aprendieron a aceptar y

 

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amar su propia servidumbre. A comienzos de la década de los cincuenta, Foucault pertenecía al Partido Comunista francés y se formó como psicólogo antes de emprender sus análisis acerca de los sistemas de pensamiento (Parker, 1995b). Aunque en algunos de sus escritos políticos establece una relación compleja con el marxismo, muchos de sus análisis sobre la disciplina y la con­fesión son relevantes para la política marxista (Foucault, 1991).

  1. 14.   Los psicólogos sociales suelen citar el estudio de Adorno et al. (1950/1965), aun­que sólo les interese el apartado dedicado a las «actitudes» y traten con recelo la teoría psicoanalítica incluida en dicho estudio, por especular, sobre asuntos inconscientes que los investigadores positivistas no pueden observar o medir directamente. El título de un escrito anterior de estos autores (con la excepción de Adorno), «La personalidad antidemocrática», se las ingenia para dar un giro completo y apoyar de manera explícita a la sociedad americana (Frenkel­Brunswik et al., 1947)
  2. En el estudio de Billig (1978/1982) sobre el surgimiento del fascismo en la década de los setenta en Gran Bretaña se incluye una buena descripción de esta adaptación de la perspectiva teórica de Adorno et al. Para un análisis a grandes rasgos de cómo los investigadores psicoanalíticos radicales que huyeron de Europa se adaptaron a la sociedad estadounidense, véase Jacoby (1975/1977 y 1983).
  3. Sobre la Escuela de Frankfurt y las investigaciones empíricas marxista por medio de cuestionarios, véase Roiser y Willig (1996). Para una explicación marxista del surgimiento del fascismo, véase Guerin (1973/1973) y Trotsky (1975/1974).
  4. Zajonc (1965) fue el responsable de esta línea de investigación, y un estudio de Bond y Titus (1983) ofrece un metaanálisis sin sentido alguno de lo que se había hallado (conviene recordar que un «metaanálisis» de un experimento sin senti­do sirve únicamente para verter nuevas tergiversaciones de la actividad social de cada investigador en una magma de tergiversaciones ideológicas).
  5. Este estudio estuvo a cargo de Middlemist et al. (1976). Para un análisis del estu­dio y otros similares véase Parker (1989).
  6. Este estudio realizado por Triplett (1898) sienta las bases para el tipo de investi­gación que separa los aspectos psicológicos del contexto para luego medirlos en diferentes situaciones.

2o. Le Bon (1895/2000: 87). Véase Moscovici (1986) para una revisión del rol de las «masas» en las concepciones de la acción social desde lo más profundo de la tra­dición «europea» de la psicología social y que termina por incurrir en las mismas suposiciones que Le Bon. Para una crítica de la descripción de Le Bon del com­portamiento de las masas y los supuestos ideológicos inherentes a las mismas, véase Reicher (1982). Para una versión más elaborada de esta crítica dirigida a teorías psicosociales posteriores, véase, también, Reicher (1991). Los trabajos de Reicher (1984) y Drury (2002) son ejemplos de estudios empíricos de las accio­nes de las masas que otorgan un papel importante al contexto político.

  1. Johnson y Downing (1979) condujeron este estudio a partir de un paradigma de investigación desarrollado por Zimbardo (1969).
  2. [N. del T1 : el estudio consistía en acompañar a una pareja china a hoteles, cam­pings, pensiones y restaurantes en Estados Unidos en un momento de fuerte racismo hacia las personas asiáticas en este país. Entre los 251 establecimientos visitados, sólo uno rehusó albergarlos. Meses más tarde se envió un cuestionario a cada uno de esos establecimientos preguntando si aceptarían huéspedes chi­nos. De los 128 establecimientos que contestaron, sólo uno respondió que aceptaría a clientes chinos.
  3. El estudio fue realizado por LaPiere (1934), y el buen recibimiento que dieron a sus compañeros de viaje chinos fue bien distinto a las actitudes racistas expresa­das en los cuestionarios enviados posteriormente.

 

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24. Esta visión marxista que concibe la ideología y la falsa conciencia como si estu­vieran arraigadas en las condiciones materiales que conduce a las personas a elegir entre un número limitado de opciones es muy relevante para comprender la obediencia a la autoridad en tiempos dictatoriales y también para el papel aún más trivial que desempeña la burocracia en las organizaciones que aspiran a un mundo distinto (Mandel, 1992/1994).

25. Para un ejemplo de investigación en la psicología social que reduce la «falsa con­ciencia» a los errores cometidos por los individuos, véase Jost (1995). Incluso en los casos en que este tipo de investigación es realizada por simpatizantes del marxismo, la psicología les confunde hasta el punto de no llegar a comprender por qué hablar de falsa conciencia es desacertado (por ejemplo, Augoustinos,

1999).

26. El influyente estudio psicosocial estadounidense a cargo de Latané y Danley

(1970) es examinado por Cherry (1995) en su elaborada crítica de cómo las lec­ciones morales en la historia de la psicología social suprimen el contexto político.

27. Milgram (1963). Para un estudio reciente del trabajo de Milgram en el que se incluye sus estudios sobre la obediencia, véase Blass (2004).

28. La película alemana El experimento fue estrenada en 2oo1, y un documental de la BBC (realizado con la colaboración de psicólogos sociales) fue televisado en mayo de 2002 (para la página web del experimento de la prisión de Zimbardo, véase http://www.prisonexp.org/).

29. Véanse Haney et al. (1973) para una descripción del experimento y Zimbardo (1973) para un debate sobre las cuestiones éticas. El psicoanalista Erich Fromm (1974/1982) realiza un interesante análisis de estas investigaciones, de lo que hacen y lo que no dicen sobre la «naturaleza humana».

3o. Reicher y Haslam (2oo6) ofrecen una interpretación diferente en la que desta­can la resistencia a la autoridad y tratan de mostrar que para que ésta sea eficiente tiene que ser necesariamente colectiva (una interpretación basada en la réplica del experimento de Zimbardo que estos autores realizan para el documental de la BBC como se ha señalado en la nota 26).

31. Véase Janis (1972) para el estudio definitivo del «pensamiento grupal».

32. Tourish y Wohlforth (2000a: 4). Este volumen representa, lamentablemente, el peor de estos usos de la psicología para desprestigiar a los grupos de investigado­res políticos con los que están en desacuerdo. Y sobre todo es de mal gusto cuando Wohlforth, un antiguo trotskista, aprovecha la ocasión para desquitarse con sus viejos camaradas y concluye que «resulta difícil evitar concluir que el origen de las prácticas de culto se encuentra dentro del propio leninismo» (pág. 213).

33. En Estados Unidos, Lifton (1989) escribió el estudio clásico sobre el lavado de cerebro por parte de los chinos. En Inglaterra un estudio clásico publicado por vez primera en 1946 fue La conquista de la mente humana (Sargant, 1959/1964). El autor, William Sargant, era un psiquiatra que describía las experiencias de conver­sión de cristianos evangélicos y comunistas. Un obituario tras su muerte en 1988 apuntaba a que durante los 25 años que estuvo a cargo de la sección de Medicina Psicológica en el Hospital de St. Thomas en Londres fue conocido como «Dios».

34. [N. del T.]: Jim Jones y sus seguidores crearon la congregación del Templo del Pueblo en los estados de Indiana y California para establecerse más tarde en Guayana, donde fundaron la ciudad de Jonestown, escenario de una de las mayo­res escenas de suicidio en masa. Una breve explicación se encuentra en http://es.wikipedia.org/wiki/Tragedia_de_Jonestown

35. La obra colectiva coordinada por Israel y Tajfel (1972) se permite la arrogante com­paración entre la mala psicología social estadounidense experimental y la buena psicología social europea. Uno de los primeros promotores de esta retórica, Serge Moscovici, utilizó esta obra colectiva como una de las plataformas de lanzamiento

 

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para su teoría de las «representaciones sociales». Véase Farr y Moscovici (1984) para una presentación a grandes rasgos de la teoría y debates relacionados. La teo­ría se ha extendido desde Francia a América Latina y sus partidarios pasan por alto el hecho de que la mayoría de las investigaciones sobre las representaciones socia­les son reduccionistas, llegando incluso a adoptar el formato experimental al igual que la psicología social estadounidense que quería evitar a toda costa.

36. Los experimentos de Tajfel (1970) dieron lugar a una serie interminable de estu­dios y modelos de «identidad social» que, tras su muerte, serían desarrollados en Australia por parte de uno de sus primeros colaboradores, el ex maoista John Tumer (Turner et al., 1987), y reincorporados en la psicología social experimental estadounidense (Worchel y Austin, 1986). Para una respuesta crítica a esta tradi­ción investigadora, véase Michael (1990).

37. Billig (1995) abordó directamente esta cuestión para mostrar que la categorización utilizada repetidamente con el fin de afirmar una identidad nacional frente a otra resultaba, en efecto, trivial, aunque esta evidencia no haya impedido que muchos psicólogos sociales sigan la misma trayectoria aquí, allí y en todas partes.

38. Para una explicación que otorga un papel importante a la civilización occidental en la política mundial actual avocada al «barbarismo», véase Achcar (2006/2007). Sobre el fundamentalismo cristiano en las políticas estadounidenses, véase Morgan (2006).

39. Sobre las reflexiones de Zimbardo acerca de la Convención Anual de la APA, véase Zimbardo (2002). Desde entonces, la APA ha estado pendiente del gobierno, que se niega a formar parte de la Asociación Médica Americana y la Asociación Americana de Psiquiatría, a menos que sus miembros participen en los interrogatorios de Guantánamo En su lugar, el presidente de laAPAvisitó el Pentágono como huésped, en octubre de 2005, y anunció seguidamente que consideraba la invitación «como una importante oportunidad para seguir ofreciendo nuestro conocimiento y orien­tación en tanto que los psicólogos pueden desempeñar un papel apropiado y ético en las investigaciones sobre la seguridad nacional» (citado en Levine, 2007).

40. El fenómeno del «cambio arriesgado» —que plantea que los grupos tienen mayor predisposición a adoptar posturas más extremas que los individuos— fue desesti­mado cuando identificaron que también podría darse un «giro conservador» (conservative shift) y así fue como otra gran idea llegó muy lejos. Para un primer esbozo de la teoría del «cambio arriesgado», véase Kogan y Wallach (1967).

41. Huntington (2002/2006) inició esta carrera de liebres en Estados Unidos, desen­cadenando una serie de estudio sobre la mentalidad de «otras» culturas consideradas menos avanzadas que la de los países más civilizados sobre la Tierra. Para una respuesta marxista a las tesis de Huntington, véase Achcar (2006/2007).

42. El libro de Pyszczynski et al. (2002), que propone la «teoría de la gestión del terror», fue publicado por la Asociación Americana de Psicología.

43. Véase Whitaker et al. (2005) para esta historia y los comentarios de Bush sobre «oscura, sombría y atrasada»; por el contrario, véase Sale (2006) para una explica­ción de la depresión entre los asiáticos en el contexto de la reacción violenta en Gran Bretaña tras las bombas de 2005 en Londres.

44. Para dos ejemplos típicos, sobre la infancia y las estructuras de personalidad de Slobodan Milosevic y Sadam Husein, respectivamente, véase Immelman (1999 y 2003). Hay una larga tradición en la investigación psicológica de la infancia y las motivaciones internas de los dictadores que permiten eclipsar las condiciones en las que surgen las dictaduras.

45. Reflexiones sobre la composición por género y clase de la psicología se encuen­tran en Walkerdine (1990 y 1996), y para un perspicaz análisis sociológico de las «bandas académicas», véase Scheff (1995).

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