NOTAS

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  1. 1.    Uno de los objetivos de la política feminista incluye recuperar el conocimien­to acerca de sus cuerpos, que les fue arrebatado por los expertos, en su mayo­ría hombres, para que el conocimiento vuelva a encarnarse en el cuerpo de las que lo viven, tal y como indica el título del influyente libro didáctico de autoa­yuda Nuestros cuerpos, nuestras vidas, elaborado por el Boston Women’s Health Book Collective (publicado por primera vez en 1971 y que está actualmente en su octava edición) (2005/1982). Ernst y Goodison (1981) proponen en su libro In Our Own Hands una terapia específica para las mujeres, que, en términos generales, sigue una línea muy parecida al texto anterior. Un intento por supe­rar este problema (el de la abstracción del conocimiento que permite que el «saber» sea considerado como algo distinto y superior a la acción social) desde el marxismo (aunque en buena medida alejado de las posturas ortodoxas) se encuentra en la obra de Newman y Holzman (1997), The End of Knowing.
  2. Julie, la hija de Skinner, escribió uno de los textos más representativos de la corriente behaviorista. Algunos críticos, como Slater (2005/2006), han afir­mado que su otra hija, Deborah, sufrió trastornos mentales después de que su padre se sirviera para su educación de un aparato conocido como heir conditto – ner, término utilizado para la caja o cuna de Skinner.
  3. [N. del T.]: la cuna de Skinner, como señala Slater (2005/2006), fue diseñada para desarrollar la confianza del bebé, su comodidad, hacer que llorase menos, se enfermase menos. Este artefacto se asemejaba a una versión en miniatura de una casa con un sistema de regulación de la temperatura y filtrado del aire. El tiempo que la niña permanecía en ella era parecido al que cualquier otro niño podía pasar en una cuna normal.
  4. La «tercera fuerza» del movimiento humanista, que hace hincapié en el creci­miento personal, intenta trascender la escisión entre las tradiciones conductista y cognitiva. Algunos textos importantes de los planteamientos de la «tercera fuerza» fueron recogidos en el libro coordinado por Wann (1964). Una revisión crítica de estos planteamientos se encuentra en Parker (1999a). Para un debate acerca de algunos aspectos contradictorios en la obra de Skinner y en donde se trata de mostrar que no consiguió suprimir totalmente la subjetividad, véase Parker (1999b), y para una defensa marxista de la obra de Skinner, véase Ulman (1996).

 

IAN PARKER

  1. Sohn-Rethel (1978/1979) proporciona la mejor explicación histórica y con­ceptual de esta separación y sus funciones en la sociedad capitalista.
  2. Los manuales de psicología abordan por separado la «motivación» y la «emo­ción» como si fueran partes distintas del problema. Y, aun así, se preguntan por qué les resulta tan difícil encajar todas las piezas del puzle.
  3. Zaretsky (1976/1978) trata de mostrar cómo se produce el distanciamiento entre la esfera personal y la pública. Para una introducción a las investigaciones psicológi­cas acerca de la conciliación o el equilibrio entre la vida personal y la vida laboral (worlc-life balance) y sus limitaciones, véase Gambles et al. (2oo6).
  4. Las explicaciones de Taylor (1911/1986) proporcionan una clara exposición de la lógica y el método.
  5. Smith (1983: 12). lo. Smith (1983: 12).
  6. Citado en Smith (1983: 13).
  7. Smith (1983: 14).
  8. La biografía de Taylor escrita por Sudhir Kakar (1974) se aborda desde la pers­pectiva de un psicoanalista indio, por lo que no es de extrañar que se esmere en patologizar a Taylor y el taylorismo. Sobre una perspectiva crítica de la psi­cología y el psicoanálisis en la India véase Kumar (2006).
  9. Algunos ejemplos se encuentran en Richards (1996).
  10. Véase Lipietz (1987) para un análisis crítico del fordismo, donde se señala, a su vez, la posterior aparición del «posfordismo».
  11. Ford publicó su propio periódico de marcado tono antisemita en el distrito de Dearbon en Detroit; también publicó el texto tristemente célebre, titulado Los protocolos de los sabios de Sión, en el que afirmaba que se estaba fraguando una supuesta «conspiración judía». El autor sería premiado por los nazis por su

contribución a la industria alemana en los años previos a la Segunda Guerra Mundial (Baldwin, 2oo1).

  1. Marcus (1974) elabora un fascinante estudio sobre el desarrollo del capitalis­mo en Manchester y la estancia de Engels en esta ciudad, en el que se incluye

también un análisis del destacado papel que desempeñaron las mujeres y los
«extranjeros» (en esa ocasión refiriéndose principalmente a los irlandeses).

  1. Para un buen análisis de la psicología de las organizaciones, véase Hollway (1991), y también Miller (1986) para el uso que se hace de la psicología para tratar a las personas desempleadas.
  2. Un ejemplo ilustrativo fue Port Sunlight en Gran Bretaña, donde los trabajadores eran hospedados en el complejo industrial y tenían que comprar la comida en las

tiendas de la compañía. El corto recorrido de los experimentos de las comunida‑

des «socialistas» en New Lanark, Escocia, organizados por Robert Owen, se
basaban en los mismos principios; los trabajadores se mostraban agradecidos por

la mejoría de las condiciones laborales; aun así, se les exigía que trabajaran para

generar beneficios en una economía capitalista. Este «socialismo utópico» fraca‑
só a la hora de abordar los límites estructurales y la explotación inherente al

capitalismo, la cual tampoco dispuso de psicólogos para persuadir a los trabajado­res que se contentaran con su suerte. Para una respuesta marxista al «socialismo utópico», véase Engels (1892/1973).

  1. Véase Bramel y Friend (1981) para un análisis de cómo el estudio de Hawthorne hace las veces de historia mitológica que la psicología se cuenta a sí misma acerca de sus orígenes.
  2. Jaques (1951) utilizó las ideas de Melaine Klein (1986/1975), las cuales, a pesar de su rareza, fueron muy bien acogidas durante años en el Tavistock Institute of

Human Relations. Partían del supuesto de que la mente era como un contenedor
en donde merodeaban todo tipo de objetos aterradores que, en ocasiones, eran

 

LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA

«proyectados» al exterior. Para una defensa marxista de los planteamientos de Klein véase Young (1996) y para tentativas de conectar el trabajo de esta autora con las teo­rías de la alienación véase Hinshelwood (1996).

22. Harry Braverman (1976/1987) escribió el análisis clásico de la descualifica­ción. Para un análisis más elaborado y actualizado, véase Bellamy y Braverman

(1998). Shotter (1987) elaboró un excelente análisis de cómo la psicología cog‑

nitiva opera mediante la descualificación de las personas, apropiándose de lo
que ya saben hacer para luego decirles que hay un proceso mental oculto que

sólo los psicólogos pueden identificar y comprender. Sobre el análisis de la cognición entendida como una práctica en vez de un proceso que tiene lugar en el interior de la mente, véase Lave (1988/1991).

23. Mientras escribía su biografía Hearnshaw (1979) se percató de que los datos de Burt planteaba serios problemas. Sobre el intento de rehabilitar a Buró, véase Samelson (1992).

24. Para una importante obra colectiva (traducida del francés) que explora estas temáticas en diferentes países, véase Schlemmer (2000).

25. Véase Eysenck (1977 [19641/1976) sobre el delito y la personalidad (y de la supuesta inclinación heredada a la conducta delictiva) y Eysenck (1975/1987) sobre el rol de la clase social.

26. Véase Billig (1979) para una revisión de las conexiones entre las teorías psico­lógicas de Eysenck y las actividades de organizaciones racistas y fascistas. Kamin (1993) también señala cómo en este tipo de psicología las representa­ciones del sexo aparecen entrelazadas con el imaginario racista.

27. Sobre los primeros estudios acerca de la aparición de úlceras en los «monos ejecutivos», véase Brady (1958).

28. Newton (1999) plantea la escasa utilidad del concepto de «estrés» y K. McLaughlin analiza el papel del «estrés» en la despolitización y la vulnerabilidad.

29. Un sombrío ejemplo que evidencia el vínculo entre el estrés y el «rendimiento humano» en el trabajo se encuentra en Matthews et al. (200o).

3o. Véase el estudio de Hochschild (1983) sobre el trabajo emocional, y para una versión más actualizada, véase Hochschild (2000/2001 y 2003/2008). Sobre el

concepto vacío e ideológicamente cargado de «inteligencia emocional», véase Goleman (1996/1997), y para un consideración del «alfabetismo emocional» desde el abordaje terapéutico feminista, véase Orbach (2001).

31. [N. del Ti el término «comportamiento profundo» se emplea para aludir a los esfuerzos realizados para sentir las emociones que requieren las interacciones interpersonales.

32. Esta caracterización de las «diferencias sexuales» es un recargo habitual en psico­logía (para una interesante explicación desde el escepticismo, véase Squire, 1989)

y los estereotipos se reciclan continuamente en los análisis que la psicología-pop realiza de los hombres y de las mujeres a partir de Marte y Venus y otras imágenes parecidas (para un análisis de este sinsentido, véase Crawford, 1995).

33. Véase Marcus (1974) para comprender el papel que desempeñan las mujeres en el desarrollo del capitalismo y Rowbotham (1973/1980) sobre el papel de las mujeres trabajadoras en el siglo XX.

34. Véase Donzelot (1979/1998) para un análisis de la manera en que el estado de bienestar reconstruyó la familia y la transformó en un dispositivo de regula­ción de cada uno de sus miembros. Para un análisis de la familia desde el feminismo socialista y una crítica de las teorías actuales, incluyendo la plantea­da por Donzelot, véase Barrett y McIntosh (1982).

35. Poster (1978) plantea que la terapia familiar es una práctica que normaliza la familia nuclear occidental, además de patologizar otras formas de relaciones. Sobre enfoques alternativos desarrollados a partir de la tradición de la terapia

 

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familiar que pretenden «deconstruir» la familia y la «terapia» y de este modo
abordar los problemas en un marco cultural más amplio, véase Parker (1999b).

De manera similar, Monk et al. (1997) utilizaron los planteamientos de la «terapia narrativa» para ilustrar cómo los terapeutas radicales en Nueva Zelanda han abordado el poder y la cultura.

  1. Con frecuencia se considera que el trabajo de Bowlby estuvo basado en la investigación etológica de Konrad Lorenz, aunque éste ya empleara nociones

psicoanalíticas del apego de los infantes a sus madres, y de esta forma las investigaciones sobre la «agresión» en la condición humana circula en la investigación académica a través de un círculo vicioso ideologizado.

  1. Un ejemplo se encuentra en el trabajo de Fonagy y Target (2004). Otros esfuer­zos por conectar la «teoría del apego», revestida de psicoanálisis, con las neurociencias se hallan en Green (2003).
  2. Riley (1983) ofrece la explicación más rigurosa de este proceso y lo hace sin suscribir burdas teorías de la conspiración. La autora muestra cómo los plan­teamientos de Bowlby sirvieron para legitimar concepciones particulares de la familia y el rol de las madres en la Gran Bretaña de posguerra.
  3. 39.    El trabajo de Bowlby (1944) precedió a un influyente informe realizado para la Organización Mundial de la Salud (Bowlby, 1951/1982). Véase Sutton et al.

(2006) para un perspectiva psicológica británica sobre la «criminalidad» (donde no se hace referencia alguna a Bowlby en consonancia con la supresión del psicoanálisis de la historia de la psicología, aunque siga habiendo un mar­cado interés en el «cuidado de los hijos»).

  1. Véase Hegarty (2003) para un ejemplo peregrino de la construcción de la sexualidad por medio de las mediciones psicológicas de las diferencias corporales.
  2. Adrienne Rich (1976/1996) elaboró el planteamiento contrario a la «heterose­xualidad obligatoria». Para planteamientos opuestos a la visión heteronormativa de las relaciones desde la psicología, véase el trabajo de Celia Kitzinger (1987 y 1990) y Wilkinson y Kitzinger (1993).
  3. Sobre la ideología de la familia «normal», véase Poster (1978) y Barrett y McIntosh (1982).
  4. Véase Morgan (2006) para una crítica feminista del cristianismo fundamenta­lista en la política estadounidense.
  5. Para un debate sobre la conciliación laboral y sus limitaciones, véase Gambles et a/. (2006).
  6. Para un estudio de caso de conciliación laboral, véase Lewis y Cooper (2005).
  7. Véase Pringle (1989) para un estudio sobre las secretarias y el poder en las organizaciones, y para la versión ampliada, véase Pringle (1991).
  8. Una persona «femócrata» emplea la retórica feminista para ascender en los puestos de dirección y adaptarse a las normas estereotípicamente masculinas y, por consiguiente, al sistema patriarcal. El término fue empleado inicial­mente en el feminismo australiano por Sawer (1990).
  9. Para un análisis de la «feminización» y sus consecuencias en la psicología feminista, véase Burman (2004).
  10. En el análisis de Mandel (1974/1980) sobre el «capitalismo tardío» como un desarrollo distintivo del capitalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial

destaca la aparición del sector servicios y los cambios en los centros de pro‑

ducción. Hay grandes similitudes entre el análisis marxista de Mandel, las
teorías sociológicas del «posfordismo» y la idea que lo acompaña de que la

sociedad moderna ha mutado en la cultura «posmoderna». Para una explica­ción (no del todo correcta) de los vínculos entre las teorías del cambio cultural y el análisis de Mandel, véase Jameson (1984/2006). Para otro análisis de la posmodernidad más escéptico, véase Callinicos (1989/1994).

 

LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA

5o. Brohm (1989) sostiene que en la sociedad capitalista el deporte permite sepa­rar y alienar las actividades de «ocio».

51. Véase Hochschild (1983) para un análisis de la mercantilización de los senti­mientos y el «comportamiento profundo».

52. Véanse Rose (1999) para un análisis del neoliberalismo y la subjetividad y Jameson (1991/2006) para un análisis del posmodernismo. Went (2000) exa­mina el neoliberalismo, la globalización y el anticapitalismo. Sobre el impacto del neoliberalismo en la subjetividad, véase Papadopoulos (2002 y 2003) y para el planteamiento de que los psicólogos están incapacitados para la acción progresista a favor del movimiento anticapitalista que ha surgido al amparo del neoliberalismo y la globalización, véase Drury (2003).

53. Esta frase de Marx y Engels (1965/2007) sobre «el trastorno ininterrumpido de todas las condiciones sociales» es utilizada por Berman (1983) como tema cen­tral en su análisis del capitalismo contemporáneo.

54. Existen conexiones entre el estudio del «discurso» y las teorías del «posmo­dernismo» en recientes versiones idealistas de la psicología (véase Parker, 2002).

Hay versiones liberales estadounidenses de esta psicología «posmoderna» (por ejemplo, Gergen, 1991/2003) y versiones «posmarxistas» (por ejemplo, Holzman y Morss, 2000), y estos autores parecen creer que resaltar los aspec­tos positivos de la posmodernidad dará lugar a un cambio de postura en la disciplina de la psicología (véase, por ejemplo, Kvale, 1992). Algunas críticas de este giro teórico se encuentran en Parker (1998 y 2000

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