La crisis sacrificial 67

Hay que relacionar un tema mítico esencial, el tema de los hermanos enemigos, con la fobia de los gemelos, y de cualquier parecido fraternal. Clyde Kluckhohn afirma que no existe en los mitos un conflicto más fre­cuente que el conflicto fraternal. Conduce generalmente al fratricidio. En algunas regiones del Africa negra, los protagonistas de la rivalidad mítica siempre son unos hermanos nacidos uno inmediatamente después del otro, «born in immediate sequence». Si la entendemos correctamente, esta defi­nición incluye los gemelos pero no se limita exclusivamente a ellos. La continuidad entre el tema de los gemelos y el motivo fraternal en general no queda limitada a las islas Trobriand.

Incluso cuando los hermanos no son gemelos, hay menos diferencia entre ellos que entre todos los demás grados de parentesco. Tienen el mismo padre, la misma madre, el mismo sexo, casi siempre la misma posi­ción relativa respecto a todos los restantes miembros de la familia, de los más próximos a los más alejados. Entre los hermanos es donde hay más atributos, derechos y deberes comunes. En cierto modo, los gemelos sólo son unos hermanos reforzados; entre ellos, la última diferencia objetiva, la diferencia de edad, queda eliminada; se hace imposible diferenciarles.

Tendemos instintivamente a imaginar la relación fraternal como una afectuosa unidad, pero los ejemplos mitológicos, literarios y históricos que acuden a la memoria son en su casi totalidad ejemplos de conflicto: Caín y Abel, Jacob y Esaú, Eteocles y Polinice, Rómulo y Remo, Ricardo Co­razón de León y Juan sin Tierra, etc.

La manera como los hermanos enemigos proliferan en algunos mitos griegos y en las tragedias que los adaptan, sugiere una presencia constante de la crisis sacrificial que un único e idéntico mecanismo simbólico no cesa de señalarnos aunque de manera velada. El tema fraternal no es menos «contagioso» en tanto que tema, en el seno del propio texto, que la vio­lencia maléfica que le es inseparable. Es en sí mismo violencia.

Cuando Polinice se aleja de Tebas para dejar reinar allí a su hermano, esperando reinar en ella a su vez, se lleva consigo el conflicto fraterno, como si se tratara de un atributo de su ser. Por dondequiera que pasa, hace salir literalmente de la tierra al hermano que se le opondrá, de la misma manera que, en el mito, Cadmos hace salir de la tierra, sembrando en ella unos dientes de dragón, unos guerreros armados de pies a cabeza, dispuestos a pelear entre sí.

Un oráculo había anunciado a Adrasto que sus dos hijas contraerían matrimonio con un león y con un jabalí, dos animales diferentes por su apariencia exterior pero idénticos por su violencia. En Las suplicantes de Eurípides, el rey cuenta como ha descubierto sus dos yernos. A su puerta, cierta noche, Polinice y Tideo, ambos reducidos a la miseria, se dispu­taban ferozmente la posesión de un camastro:

ADRASTO. Han llegado a mi puerta, la misma noche, dos exiliados.

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