A LOS HOMBRES LES MOLESTA QUE LAS MUJERES HABLEN TANTO. LAS MUJERES SOLO NECESITAN DESCARGAR-SER.

A LOS HOMBRES LES MOLESTA QUE LAS MUJERES HABLEN TANTO

Construir una relación sentimental a partir de charlas es una prioridad en la estructura mental femenina. Una mujer no tiene ningún proble­ma en pronunciar una media de entre 6.000 y 8.000 palabras diarias. Además, también recurre a unos 2.000 o 3.000 sonidos vocales para comunicarse y a unos 8.000 o 10.000 gestos, expresiones faciales, mo­vimientos de cabeza y demás movimientos corporales. La suma nos ofrece un total de más 20.000 señales comunicativas. Este hecho expli­ca por qué la Asociación Médica británica, informó recientemente de que las mujeres tienen cuatro veces más probabilidades de padecer pro­blemas de mandíbula que los hombres.

«Una vez no le hablé a mi mujer en seis meses —dijo el humorista—. No quería interrumpirla».

Comparemos las cifras ilustrativas de la producción total diaria de un hombre. Este suele emitir sólo de 2.000 a 4.000 palabras, hacer de 1.000 a 2.000 sonidos vocales, y únicamente de 2.000 a 3.000 señales corporales. Su media total diaria es de 7.000 señales comunicativas, alrededor de un tercio del total de la mujer.

Esta diferencia en el habla resulta aparente al final del día cuando el hombre y la mujer se sientan juntos para cenar. El ya ha emitido sus 7.000 señales diarias y ya no tiene ganas de seguir comunicándose. Le basta con observar las cosas. El estado de la mujer depende de lo que ha estado haciendo ese día. Si se ha pasado el día hablando con gente, pue­de que haya pronunciado hasta 20.000 palabras y tampoco tendrá mu­chas ganas de seguir hablando, pero si ha estado en casa cuidando de los hijos, con suerte habrá utilizado de 2.000 a 3.000 palabras por lo que todavía le quedan unas 15.000 para llegar a su media. Todos estamos familiarizados con situaciones difíciles como ésta a la hora de cenar:

Fiona: Hola cariño… ¿ya has vuelto a casa? ¿Qué tal te ha ido el día?

Mike: Bien.

Fiona: Brian me dijo que hoy ibas a cerrar ese trato tan importante con Peter Gosper, ¿qué tal fueron las cosas?

Mike: Bien.

Fiona: Eso está bien. Debe de ser un cliente duro de pelar. ¿Crees que seguirá tu consejo?

Mike: Sí.

…y así sucesivamente

Mike se siente como si estuviese en un interrogatorio y empieza a estar molesto. Sólo quiere «paz y tranquilidad». Para evitar una discu­sión sobre por qué no quiere hablar le pregunta a ella: «¿Y a ti como te ha ido el día?»

Entonces ella se lo cuenta y ¡vamos si se lo cuenta! Hasta el más mínimo detalle.

«Bueno… ¡vaya día! Esta mañana decidí no ir a la ciudad porque el mejor amigo de mi primo, que trabaja en la estación de autobuses, me dijo que hoy harían huelga y entonces fui a dar un paseo. En la previ­sión meteorológica de la televisión dijeron que haría sol y por eso me puse el vestido azul, ya sabes, ése que me compré en Estados Unidos, en fin… mientras estaba caminando me encontré a Susan y…»

Ella tiene que expresar las palabras que no ha podido pronunciar durante el día. Él, mientras tanto, se pregunta por qué no se calla de una vez por todas y le deja en paz. Le pone de los nervios cuando él «sólo quiere un poco de paz y tranquilidad», las palabras de protesta de todos los hombres del mundo. El es un cazador. Ha estado buscando comida todo el día y ahora sólo quiere descansar. El problema sur­ge cuando ella empieza a sentirse ignorada.

Cuando un hombre se queda mirando a los objetos fijamente, la
mujer empieza a pensar que ya no la quiere.

La mujer habla por hablar, pero el hombre contempla la continua lista de problemas como un desesperado grito de ayuda y soluciones. Con su mente analítica, la interrumpe constantemente.

Fiona:             …y me resbalé, me caí al suelo y me rompí el tacón de los zapatos nuevos, y entonces…

Mike: (interrumpiéndola) Fiona, espera un momento… no deberías llevar zapatos de tacón cuando vas a com­prar. Vi un programa que hablaba sobre ello y es muy peligroso. La próxima vez, lleva zapatillas deportivas, es mucho más seguro.

Él piensa,         ¡Problema resuelto!

Ella piensa, ¿Por qué no se calla y me deja seguir hablando?

Fiona:             …Y cuando volví al coche, la rueda trasera estaba deshinchada y…

Mike: (interrumpiéndola) Lo que tienes que hacer es que te revisen la presión de la rueda cuando vas a la gaso­linera. Así, esto no te volverá a pasar.

Él piensa,         Le he vuelto a solucionar el problema. Ella piensa, ¿Pero, por qué no se calla y escucha?

El piensa, Ahora que le he dado las respuestas, ¿por qué no se calla y me deja en paz? ¿Es que tengo que solucio­narle todos los problemas? ¿Por qué no evita meterse en estos líos?

Ella ignora su interrupción y sigue hablando.

Hemos estudiado a miles de mujeres por todo el mundo y todas parecen tener algo claro:

Cuando una mujer habla al final del día,
no quiere que se la interrumpa con soluciones a sus problemas.

Esta afirmación es positiva para los hombres. No se molesten en responder, simplemente escuchen. Cuando la mujer termina de hablar se siente aliviada y feliz. Además, creerá que usted es un hombre maravi­lloso por escucharla, por lo que seguramente tendrá una buena noche.

 

« ¡Espero que no te haya aburrido hablando demasiado!»

Hablar sobre los problemas diarios es la forma que las mujeres mo­dernas tienen de combatir el estrés. Las mujeres contemplan el acto comunicativo como un hecho que refuerza su relación y apoyo entre la pareja. Por eso la mayoría de las personas que acuden a las consultas psicológicas son mujeres y la mayoría de profesionales también son personas de este sexo que han recibido una formación adecuada para saber escuchar.

Deja un comentario