LA PSICOLOGÍA ESTÁ IMPLÍCITA EN EL DEBATE POLÍTICO

LA PSICOLOGÍA ESTÁ IMPLÍCITA EN EL DEBATE POLÍTICO

La importancia de la psicología no obedece a la verdad de su cono­cimiento, sino al servicio que presta al poder. Las descripciones psicológicas de las acciones individuales tienden a ser aceptadas con entusiasmo por los más perjudicados por dichas descripciones. Por su parte, los que se benefician de convencer a las personas de que los problemas pueden ser reducidos a cómo pensamos o sentimos, con gran razón, también creen en la psicología. La psicología es una parte integral cada vez más importante de la ideología, de las ideas domi­nantes que respaldan la explotación y sabotean las luchas contra la opresión.

Esta psicología transita más allá de las facultades y las clínicas, y sus distintas versiones, en tanto ideología, se hallan en casi cual­quier resquicio de la sociedad capitalista. Por ejemplo, los per­files psicológicos de los líderes políticos se utilizan cada vez más para explicar convincentemente los asuntos políticos, y permiten, así, que la ideología psicológica penetre en nuestra concepción del mundo al tiempo que refuerza la idea de que no podemos hacer nada a favor de la transformación social. De este modo, en lo que concierne a los psicólogos, las condiciones históricas en las que ciertos personajes dan órdenes y otras personas las obedecen sirven de telón de fondo para el desarrollo de las motivaciones individuales y la toma de decisiones. Asimismo, el interés que sus­cita ahora la infancia de los adversarios políticos «psicologiza» la política, y se aparta y margina la actividad de las personas compro­metidas con la resistencia política, como si fuera irrelevante e inútil. Esta reducción de la lucha política a lo que sucede dentro de las mentes de los políticos nos sitúa al resto en la posición de meros espectadores.

 

LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA

La psicologización de la vida social anima a las personas a pensar que el único cambio posible a su alcance consiste en la forma de vestirse y presentarse ante los otros. La confesión, la reconciliación y el «maquillaje» funcionan como lugares de psi­cologización en la televisión. En ocasiones, en estos programas el asesor es muy categórico a la hora de juzgar cómo una persona o relación tienen que cambiar, si bien los participantes, por enton­ces, ya han asimilado la dosis de ideología psicológica necesaria para, sin mayor instrucción, romper a llorar, confesar sus culpas y pedir perdón. En estos escenarios se aprovecha la ocasión para recordar en qué consiste un funcionamiento psicológico saluda­ble y cómo éste es la base de todo lo demás. En fin, prevalecen los consejos para la mejora personal en lugar de para la transforma­ción social.

Las teorías psicológicas también han jugado un papel importan­te en hacernos creer que las diferencias entre las personas son características esenciales de los seres humanos que no pueden modi­ficarse. De este modo, la psicología contribuye activamente a forjar ideas en torno al sexo y la raza que sirven para separar a las personas entre sí por medio de explicaciones del racismo y el sexismo cada vez más sofisticadas e, incluso, más eficaces que las antiguas teorías bio­lógicas. Es así que esta nueva psicología en tanto ideología sirve para justificar la violencia y reforzar estereotipos. Por ejemplo, los con­ceptos procedentes de la denominada «psicología evolucionista» complementan el peor de los rancios razonamientos religiosos acer­ca de las diferencias entre hombres y mujeres. De manera similar el paso de las clasificaciones raciales a las diferencias culturales, de la biología a la psicología, sigue la misma lógica al identificar los proce­sos mentales subyacentes como los responsables de los privilegios económicamente estructurados de la población blanca.

Los razonamientos comunes acerca de la «naturaleza humana» parecen indicar que el cambio social está fuera de lugar, de modo que las teorías psicológicas socavan cualquier pretensión de que otro mundo es posible. Las explicaciones psicológicas de la guerra, de la invasión y los genocidios, además de engañarnos y desviar la atención de las condiciones económicas, políticas e históricas, también minan la seguridad de los comprometidos con el cambio.

 

IAN PARKER

Cada teoría de la naturaleza humana que nos dice lo que no puede cambiar a un nivel psicológico profundo tiene funciones económicas insidiosas y peligrosas consecuencias políticas. Así, pues, distanciarse de la psicología nos permitirá negarnos a aceptar las opiniones erróneas que mantienen que la brutalidad está instalada en nues­tro cerebro y comportamiento.

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