El niño. Los comienzos de la formación de la identidad.

A partir del, nacimiento se producen en el niño, en forma simultánea, identificaciones proyectivas e introyecciones en relación con el pecho materno que determinan, por su misma simultaneidad, un estado confusional en el que el niño no puede mantener separadas la libido de la agresión, la proyección de la introyección, la fantasía del cuerpo propio de la fantasía del cuerpo de la madre.

Como lo ha señalado Rosenfeld (11) , los sentimientos de con­fusión que aparecen antes de la etapa esquizoparanoide forman parte del desarrollo normal. En la más temprana infancia el niño vive en un estado de no integración en el cual la percepción es incompleta y los estímulos externos e internos, los objetes externos e internos y las partes del cuerpo a menudo pueden no ser diferen­ciados. También en la etapa esquizoparanoide y por fracaso del mecanismo de disociación no siempre logran mantenerse separados los objetos buenos y malos y se sienten, por lo tanto, como mezclados o confundidos. Estos estados confusionales acarrean un sen­timiento de déficit de identidad y se relacionan con los estados confusionales esquizofrénicos. El estado confusional está asociado a una angustia extrema porque al confundir las pulsiones libidi­nales y las destructivas, toda la personalidad está en peligro de destrucción. En los casos de confusión, los que están primordial­mente alterados son los vínculos de integración espacial y social, ya que no se pueden distinguir aspectos del self ni tampoco dife­renciar a éste de los objetos.

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