Identidad.Cuerpo, Self y Desarrollo.

Otros autores relacionan la aparición del sentimiento de iden­tidad con el desarrollo psicosexual (7). Destacan especialmente dos aspectos: uno que acentúa las semejanzas consigo mismo, y otro las diferencias específicas entre el self y los otros, que surgen de la com­paración y contraste con los demás. Es decir, tiene identidad un individuo cuyas partes componentes están suficientemente integra­das en la organización de un todo, de manera que produzcan efecto de unidad, y que al mismo tiempo tiene características únicas que permiten distinguirlo de todos los demás. Greenacre sostiene que fue el núcleo del yo incipiente y posteriormente la imagen del self es la imagen corporal; destaca la relación del niño con los objetos a través de la piel y la boca, con la cooperación de ojos y manos; señala que el rostro y los genitales son las áreas más significativas para el reconocimiento del «cuerpo propio y ajeno. Destaca la im­portancia de la visión de los genitales del sexo opuesto, que se fusiona con la del propio cuerpo, de los seis meses al año y medio de edad. Después, el incremento de las sensaciones genitales provoca un componente sensorial endógeno que se agrega a las percepcio­nes visuales y táctiles de los genitales. Pero cuando el niño está temprana y frecuentemente expuesto a ver los genitales de los otros, la incorporación primaria de esas percepciones conduce a problemas de identidad, más aún si esta situación ocurre cuando ya es mayor.

Las regiones del cuerpo más significativas en la comparación y el contraste para el establecimiento de un reconocimiento indi­vidual del yo corporal, así como del de los demás, son el rostro y los genitales (7). Quienes estudiaron las perturbaciones de la identidad en los cuadros de autismo y simbiosis sostienen que el sentimiento de identidad está determinado por nuestras sensaciones corporales, siendo la imagen corporal la base de dicha identidad (14) .

Las percepciones visuales son importantes en la formación de la identidad. Ocurre también que un ritmo de estimulación y presencia de la madre que alterna con ausencia es necesario para diferenciarse.

El sentimiento de la identidad es el conocimiento de la persona de ser una entidad separada y distinta de las otras (11). Todo aquello que el individuo considera «suyo» está incluido en los «límites fluctuantes del self», corresponde al self con sus pertenencias (5). Por su parte, algunos autores entienden por identidad la unidad del individuo en el tiempo, en la comparación consigo mismo, lo que se relaciona con su continuidad y mismidad (13), considerando el logro de la individuación-diferenciación como sus prerrequisitos (15).

Uno de nosotros (8) ha estudiado el sentimiento de identidad -vinculándolo con los estados de duelo determinados por la pérdida de objetos y de partes del self. En su definición señala que «este sentimiento implica la noción de un self que se apoya esencialmente, en la continuidad y semejanza de las fantasías inconscientes referi­das a las sensaciones corporales, a las ansiedades y emociones expe­rimentadas por el yo, a los impulsos y afectos en relación con el mundo interno y el externo, el superyó, al funcionamiento especí­fico de los mecanismos de defensa y al tipo particular de identifi­caciones asimiladas resultantes de los procesos de introyección y proyección. La dinámica de estas fantasías inconscientes presentará una cierta uniformidad en sus diferentes expresiones, que estará determinada por las series complementarias desarrolladas por Freud; es decir, aquella que comprende los factores constitucionales, repre­sentaciones heredadas, evolución embrionario-fetal, trauma de naci­miento y experiencias post-natales». Agregaríamos ahora que estos mismos elementos que entran en juego para mantener la semejanza del individuo consigo mismo son los que sirven a los fines de man­tener la diferenciación de cada individuo con respecto a los demás y le dan el carácter de único. «La interacción específica y continua­da entre todos estos elementos brindará al self un estado de cohe­sión, sustento de la identidad, que se mantendrá dentro de ciertos límites que podrán experimentar alteraciones o pérdidas en deter­minadas circunstancias. Esto sucederá inevitablemente a lo largo de la evolución, pero en forma tal (cuando ocurre normalmente) que dará tiempo al yo para elaborar los duelos ocasionados por tales pérdidas, y restablecerse de las transitorias perturbaciones de la identidad fique la mayor parte de las veces pasan desapercibidas, En casos patológicos se producirán graves perturbaciones de la

identidad (psicosis, estados ‘como si’, psicopatías, despersonalizacio­nes, etcétera) .»

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