¿DÓNDE EMPEZÓ LA INVESTIGACIÓN CEREBRAL?

Las primeras investigaciones científicas registradas para subrayar las diferencias entre los sexos fueron llevadas a cabo por Francis Galton en el Museo de Londres en el año 1882. El investigador concluyó que los hombres mostraban mayor sensibilidad para los sonidos «llamati­vos» (como las tonalidades agudas y estridentes), tenían mayor habili­dad con las manos y se mostraban menos sensibles al dolor que las mujeres. Por la misma fecha en Estados Unidos, un estudio de simila­res características resolvió que los hombres preferían el color rojo al azul, su vocabulario era más formal y se inclinaban por resolver pro­blemas técnicos antes que los domésticos. El estudio afirmó que las mujeres podían oír mejor, utilizaban más palabras que los hombres y preferían trabajar en problemas y tareas de forma individual.

Las primeras investigaciones sobre las áreas del cerebro relacionadas con funciones concretas se realizaron con pacientes que manifes­taban daños cerebrales. Se descubrió que los hombres que tenían da­ñado el hemisferio cerebral izquierdo mostraban una gran pérdida, que en algunos casos era total, en la capacidad para hablar y en el vocabu­lario que utilizaban, mientras que las mujeres que tenían dañada la misma zona cerebral no mostraban una reducción similar de estas ca­pacidades, lo que indicaba que las mujeres contaban con más de un centro cerebral dedicado al habla.

Los hombres eran de entre tres a cuatro veces más propensos a pa­decer pérdidas o problemas relacionados con el habla y también pre­sentaban menos probabilidades de recuperar dichas habilidades. Los daños causados en el hemisferio cerebral izquierdo pueden dejar mudo a un hombre, pero si una mujer recibe los mismos daños, seguramente seguirá hablando.

Los hombres con daños cerebrales en el hemisferio derecho perdie­ron parcial o completamente sus habilidades espaciales (la capacidad para pensar en tres dimensiones y para dar vueltas a los objetos men­talmente y observarlos desde diferentes ángulos). A modo de ejemplo citaremos que la mujer ve un plano arquitectónico en dos dimensio­nes mientras que el cerebro masculino lo percibe tridimensional, es decir, percibe mayor profundidad. La mayoría de los hombres tienen la habilidad para visualizar cómo será un edificio cuando esté terminado. Los estudios demostraban que las mujeres que sufrían daños cerebrales en las mismas áreas del hemisferio derecho que el hombre no manifestaban grandes alteraciones en sus habilidades espaciales.

Doreen Kimura, profesor de psicología en la Universidad de Ontario, reveló que los desórdenes en el habla ocurren en los hombres que presen­tan daños únicamente en el hemisferio cerebral izquierdo, pero en las mujeres, para que la capacidad del habla se vea disminuida de forma simi­lar; los lóbulos frontales de ambos hemisferios tienen que estar dañados. La tartamudez es un defecto en el habla casi exclusivo de los hombres y por cada niña que acude a clases de refuerzo de lectura hay entre tres a cuatro niños. Se podría decir, de forma sencilla y clara, que los hombres tienen habilidades limitadas cuando se trata del habla y la conversación. Este resultado no sorprenderá a muchas mujeres, ya que los libros de his­toria demuestran que la falta de habilidad para comunicarse ha hecho que éstas se desesperen y se tiren de los pelos durante miles de años.

2 comentarios sobre “¿DÓNDE EMPEZÓ LA INVESTIGACIÓN CEREBRAL?

  1. sin mencionar que los más grandes músicos SON TODOS HOMBRES. Las mujeres serán buenas para contar chismes, pero no son mejores comunicadoras que los hombres.

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