EXISTE UNA AGENDA POLÍTICA DE DERECHAS PARA LA EQUIPARACIÓN DE LAS POLÍTICAS DE IZQUIERDA Y DERECHA EN PSICOLOGÍA

EXISTE UNA AGENDA POLÍTICA DE DERECHAS PARA LA EQUIPARACIÓN DE LAS POLÍTICAS DE IZQUIERDA Y DERECHA EN PSICOLOGÍA

La burguesía sueña con la manera de equilibrar las posiciones de izquierda y de derecha por medio de una «tercera vía», supuesta­mente imparcial, que se limite a la gestión más práctica de la so­ciedad?. Ésta es la razón por la que las posturas a favor del «fin de la ideologías»8 o, incluso, del «final de la historia»9 han sido acogidas con tanto entusiasmo. Lo que en definitiva plantean estas posturas es que las otras posturas, la de aquellos que quieren cambiar el mundo, son erróneas u obsoletas.

La mayoría de los célebres y venerables psicólogos sociales estadounidenses fueron muy de izquierdas y deseaban un mundo mejor, como indica la importancia que concedieron en sus estudios iniciales a los «prejuicios», la «conformidad» y las alianzas intergru­pales positivas°. Aunque finalmente fueran acallados, la psicología proporcionó el marco equivocado para investigar estas cuestiones. En el momento actual las políticas radicales de esos investigadores no son visibles o se las considera pintorescas o inverosímiles’ 1.

Actualmente, los psicólogos son muy populares entre los círcu­los moderados de gestión política con quienes comparten que hay que atraer también a los que se alejan de las posiciones moderadas. Así, pues, no es sorprendente que los psicólogos de derechas se empeñen en pensar que su trabajo consiste en describir el mundo tal y como es. En cierto modo, por supuesto, están en lo cierto en la medida en que describen un sistema económico y político que se mantiene gracias a la explotación de individuos aislados, como ocurre actualmente, y que a las personas que se oponen al mismo las consideran como casos perdidos. A diferencia de sus adversarios,

 

IAN PARKER

los que se oponen al sistema son patologizados y acusados de perso­nalidad «autoritaria», incluso si a los autoritarios les encantan las reglas y las regulaciones. Cualquiera que se niegue a aceptar las reglas «democráticas» se considera, pues, que odia la democracia y ama el poder, y el verdadero disenso político se agrupa en una sola categoría psicológica. Si en realidad los comunistas y los fascistas fueran psico­lógicamente semejantes, los planteamientos políticos disonantes serían tratados como expresiones de la patología en lugar de otorgar­les importancia, rebatirlos y enfrentarlos.

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