LOS MAPAS PUEDEN DESEMBOCAR CASI EN DIVORCIO.

R ay y Ruth iban a ver una obra de teatro en la ciudad. Ray conducía y Ruth estaba en el asiento contiguo. Siempre era Ray el que conducía, a pesar de que nunca habían discutido porqué, y como la mayoría de hom­bres, cuando estaba al volante parecía transformarse en otra persona.

Ray le pidió a Ruth que buscase la dirección del teatro en la guía, así que ella la abrió por la página apropiada y la giró. Antes de quedarse perpleja mirando el mapa, lo volvió a girar hacia la derecha y des­pués hacia la izquierda. Era evidente que sabía qué era un mapa, pero en lo referente a averiguar el camino que debían seguir, le parecía un instrumento bastante irrelevante. Era como cuando estaba en las clases de geografía y el profesor insistía en que todas aquellas manchas rosas y verdes eran la representación del mundo real. Normalmente se las podía apañar cuando se dirigían hacia el norte, pero con el sur era imposible y esta vez iban hacia el sur. Giró el mapa una vez más. Tras unos segundos más de silencio, Ray dijo:

—Basta ya. ¡Deja de darle vueltas al mapa!

—Pero, tendré que saber hacia dónde vamos, ¿no? —explicó Ruth a duras penas.

—Sí, claro, pero no sabrás hacia dónde vamos si lo miras al revés -exclamó Ray.

—Mira Ray, para que lo sepas, parece bastante lógico girar el mapa hacia la dirección a la que te diriges. Así, la derecha y la izquierda quedan mucho más claras —dijo indignada alzando el tono de voz.

—Sí, pero si el mapa se hiciese para leerlo al revés también pondrían las letras al revés, ¿no crees? Bueno, deja de confundirme y dime por dónde tengo que ir.

—Vale, vale, ahora te digo por dónde —respondió Ruth furiosa. Acto seguido le pasó la guía con un gesto brusco y le gritó —¡Míralo tú mismo!

seguido le pasó la guía con un gesto brusco y le gritó —iMíralo tú mismo!

¿Le resulta familiar esta discusión? Sin duda, es una de las más comunes entre las parejas de cualquier sociedad y época. En el s.XI en Inglaterra, Lady Godiva se equivocó cuando galopó desnuda en su ca­ballo por la calle de Coventry, Julieta se perdió al intentar volver a casa después de una de sus citas secretas con Romeo, Cleopatra amenazó a Marco Antonio con castrarle por intentar obligarla a entender sus es­tratégicos mapas de batalla e incluso Caperucita Roja se equivocó al tomar el atajo para ir a casa de su abuelita.

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