ALGUNAS DIFERENCIAS RESULTAN OBVIAS.

Cuando un hombre va al aseo suele ir por una única razón, mientras que las mujeres utilizan los lavabos como salas sociales y habitaciones terapéuticas. Es absolutamente verosímil que dos mujeres entren en un lavabo siendo totalmente desconocidas y salgan siendo amigas ínti­mas y de por vida. Por el contrario, y en el caso de los hombres, la gente sospecharía si uno gritara a otro: «Hey, Frank, voy al lavabo, ¿quieres venir conmigo?».

Los hombres se apoderan del mando a distancia del televisor y les encanta cambiar de canal mientras que a las mujeres les suele dar igual ver los anuncios publicitarios. Cuando están sometidos a una gran pre­sión, los hombres beben alcohol e invaden otros países mientras que las mujeres prefieren comer chocolate e ir de compras.

Las mujeres critican a los hombres por ser insensibles y descuidados, por no escuchar, por no ser afectuosos y compasivos, por no co­municarse, por no expresarles todo el amor que ellas necesitan, por no comprometerse en las relaciones, por preferir el sexo a hacer el amor y por dejar la tapa del inodoro levantada.

Los hombres critican a las mujeres por su forma de conducir, por no entender las guías, por mirar los mapas al revés, por su falta del sentido de la orientación, por hablar demasiado sin ir al grano, por no tomar la iniciativa en el sexo más a menudo y por dejar bajada la tapa del inodoro. Parece que los hombres nunca son capaces de encontrar nada, pero siempre tienen ordenados los compact-discs alfabéticamente. Las mujeres siempre se las apañan para encontrar el juego de llaves que se había extraviado, pero nunca encuentran el camino más corto para ir a un destino. Los hombres se creen el sexo más sensato. Las mujeres saben que lo son.

Deja un comentario