La génesis de los mitos y de los rituales 126

tado que sea. ¿Qué pueden disimular el parricidio y el incesto cuando aparecen a la luz del día? ¿Un parricidio y un incesto más ocultos? Po¬dríamos llegar a admitirlo, pero no hay nada ahí que contribuya a escla¬recer los restantes temas del mito o incluso el propio incesto cuando surge bajo la forma regia, en un marco ritual.»
Mientras ninguna lectura consiga hacer lo que el psicoanálisis tampoco hace, las pretensiones de este último pueden obnubilamos. Una vez, sin embargo, que se ha conseguido deslizar, bajo el incesto del mito y del ritual, otro fundamento oculto distinto al fundamento freudiano, un fun¬damento a la vez muy próximo y muy alejado del fundamento freudiano, y vemos como ilumina unos temas sobre los cuales el psicoanálisis nunca ha arrojado la menor luz, tenemos que preguntarnos si el agotamiento de su teoría no está a punto de revelarse.
Tanto en las monarquías africanas como en el mito de Edipo, el inces¬to, materno o no, no es un dato irreductible, absolutamente primario. Es alusión descifrable a otra cosa que a sí mismo, de igual manera que el parricidio o cualquier crimen, cualquier perversión, cualquier forma de bestialidad y de monstruosidad de las que están llenos los mitos. Todos estos temas, así como algunos más, disfrazan y disimulan la indiferenciación vio¬lenta más que la designan; esta indiferenciación violenta es lo que cons¬tituye la auténtica represión del mito, el cual no es esencialmente deseo
20. La más favorable a las hipótesis psicoanalíticas sería sin duda una ausencia total de cualquier referencia al parricidio y al incesto en el corpus mítico y ritual del planeta entero. A falta de esta ausencia se sigue viendo como el psicoanálisis podría acomodarse con una presencia igualmente constante, con una referencia perpetua al parricidio y al incesto. La verdad nada tiene que ver con ambos extremos. El parrici¬dio hace su aparición pero prácticamente con la misma razón que las restantes trans gresiones criminales. Lo mismo ocurre con el incesto. Entre las diversas modalidades de éste, el incesto maternal desempeñará como máximo el papel de primos inter pares, a menos que no se vea él mismo distanciado por la relación incestuosa con la herma¬na o con cualquier otra pariente pero no lo bastante lejos, no lo bastante sistemáti¬camente, para que se pueda descubrir allí una broma que nos gastaría «el inconsciente». Sea cual fuere la manera de disponer las cosas, el psicoanálisis se encuentra en la situación algo ridícula del partido totalitario que se presenta a las elecciones, espe¬culando con el 99,8 o el 0,3 % de los votos y que se despierta al día siguiente con que tiene que pasar a una segunda vuelta, es decir, entregado a las «alianzas» y a los rodeos tácticos que le ponen en contradicción con sus propios principios.
Al término de una investigación estadística referida a la violencia entre próximos en un gran número de mitos «de tipo edípico», estratégicamente situados en cincuenta culturas, más o menos igualmente repartidas en el seno de las seis grandes regiones culturales definidas por Murdock, Clyde Kluckhohn emite las siguientes conclusiones: «La tesis que hace del antagonismo entre próximos un motivo mítico esencial se apoya en excelentes argumentos, el que se basa en la violencia física entre estos mismos parientes sigue siendo defendible. Pero ni el motivo del parricidio ni el regi¬cidio de Lord Raglan son defendibles, al pie de la letra, sin una buena dosis de inter¬pretación tirada de los pelos.» «Recurrent Themes in Myth and Mythmaking», in Myth and Mithmaking, Henry A. Murray ed. (Boston, 1968). Está claro que sólo concede¬mos a estas estadísticas una importancia muy relativa.

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