CAPITULO V PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL EN EL AUTISMO — BARRY

CAPITULO V

PERTURBACION EN LA GEOGRAFIA DEL ESPACIO VITAL
EN EL AUTISMO — BARRY

Doreen Weddell

En el tratamiento psicoanalítico de un adolescente con una estructura de carácter psicótico serio, subsiguiente a un estado autista, pudo observarse el proceso de establecer un mundo interior, con objetos internos buenos, mediante la identificación introyectiva.

Para que un objeto esté disponible para la identificación proyectiva útil de una parte suficiente, y para aliviar a esa parte y devolverla al self con miras a su integración (Bion), debe tener suficiente fuerza y resistencia, a fin de tolerar iden­tificaciones proyectivas invasoras (Bick) y el recibimiento parasitario de esa parte dentro de sí, del objeto (Meltzer). El material que ilustra esta tesis está tomado del análisis de un adolescente que a los doce años fue enviado al tratamiento por ser n’educable, incapaz de ir a la escuela y totalmente insociable. Cuando estaba alterado era incontrolable en su casa. De pequeño había sido autista, condición que se había aliviado a partir de los seis años, después de someterse a tratamiento en la Clínica Hampstead. Poco después, se puso de manifiesto una estructura de carácter netamente psicótica. El análisis de Barry fue interrumpido después de nueve años, cuando él tenía 21, por decisión propia. Es el material de los primeros estadios en su análisis el que, espero, ilustrará cómo este niño fue capaz de establecer un mundo interno capaz de contener objetos con funciones y roles, y que dieron pie al desarrollo de la fantasía. Esta base finalmente le facilitó el retorno a la normalidad mediante el empleo de la identificación introyectiva.

Las fases del análisis pueden resumirse de la siguiente manera:

Fase I (9 meses): Agresión y monstruosidad

La Clínica, el cuarto de tratamiento y la analista fueron el foco de su agresión, y Barry se presentó como un monstruo intolerable. Esta fase terminó

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ciando Barry pareció reconocer a la analista como un objeto que podía ser firme pero vulnerable, que tenía una piel que podía ser dañada, pero que podía cicatrizar (Bick).

Fase II (10 meses-2 1/2 años): Identificación proyectiva intrusiva y violenta

El piso, las paredes y los muebles del consultorio fueron los receptores de los estados anímicos internos del paciente. Esta situación comenzó a cambiar cuando Barry pudo concebir y dibujar un cuadro de un mundo interno que contenía objetos, equiparables a una familia interna, que requería espacio y priva­cidad para funcionar adecuadamente.

Fase III (2 1/2 – 3 1/2 años): Identificación proyectiva útil

En esta fase, Barry fue capaz de reconocer a la analista como un objeto que podía aliviarlo del dolor psíquico y del temor a morir. Hubo un cambio de la agresión al afecto, con creciente cooperación y verbalización. La monstruosidad comenzó a ceder después que Barry le gritó a su madre: «Ahora sé por qué soy tan horrible» (ugly).

Fase IV (3 1/2 – 5 años): Sueños e identificación introyectiva

El proceso analítico se aclaró por la vía onírica, cuando el paciente comenzó a ir al colegio. Emergió el significado de sueño sano y perturbado, y comenzó a haber pruebas del comienzo de la identificación introyectiva sana.

El material que sigue a continuación fue elegido porque parece concordar con los sueños que tuvo Barry durante la fase IV del análisis, y fue confirmado por ellos.

Es importante destacar dos puntos. Uno es que el modo de comunicación de Barry era básicamente amorfo y mistificador. Inicialmente se realizaba mediante la actividad corporal, con muecas, el uso de las manos y la acción dramática en la se­sión. Más tarde comenzó á tararear, a cantar melodías sin palabras, que esperaba que yo reconociera. Durante años la verbalización fue mínima, pero los juegos de palabras y el doble sentido se hicieron frecuentes después del quinto año (1968), aunque con un continuo deseo de mistificar y controlar a la analista.

El segundo punto consiste en que durante los primeros años de análisis y por las razones ya mencionadas, yo dependía en gran medida del reconocimiento intuitivo de las pautas de conducta, y también de la contratransferencia, para detectar los estados de ánimo y las emociones del paciente. Sólo fue posible escribir este capítulo mediante la constante supervisión, y gracias al análisis retrospectivo en el seminario de investigación de los dibujos, verbalizaciones, sueños y conducta transferencial del paciente.

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FASE I (9 meses)

A una breve historia del paciente sigue un bosquejo de las primeras dos sesiones, que indican la concepción que el paciente tenía de sí mismo como un monstruo; algo acerca de la naturaleza de su monstruosidad y la temprana ansiedad depresiva que la acompañaba. Se describen los hechos precedentes y que siguieron a la primera interrupción por vacaciones, relacionados con la vulnerabilidad de los objetos del paciente.

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