6-Pensamientos, actitudes, sentimientos y otras áreas desastrosas en la pareja.

C olin y Jill se dirigían a una fiesta en una zona que les era bastante desconocida. Según las explicaciones, no tardarían más de 20 minutos en llegar, pero ya llevaban 50, y no había ni rastro de su lugar de desti­no. Colin estaba empezando a desmoralizarse y Jill empezó a perder la esperanza de encontrar el lugar cuando pasaron por tercera vez por la misma gasolinera.

Jill: Cariño, creo que teníamos que haber girado al llegar a la gasolinera. Anda, vamos a parar y pedir indicaciones a al­guien.

Colin: Pero si no hay ningún problema. Sé que tiene que estar por aquí cerca.

Jill:       Sí, pero la fiesta empezó hace ya media hora. Será mejor que paremos y preguntemos a alguien.

Colin: Escucha ¡Sé perfectamente a dónde voy! ¿Quieres dejarme conducir o prefieres hacerlo tú?

Jill:       No. ¡No quiero conducir, pero tampoco quiero dar vueltas y vueltas toda la noche!

Colin: Vale. Entonces, ¿por qué no doy mejor media vuelta y volvemos a casa?

Muchos hombres y mujeres habrán reconocido esta conversación. Las mujeres son incapaces de entender cómo su maravilloso compañero, al que quieren tanto, se puede convertir de repente en el doctor Jekill sim­plemente porque se ha perdido. Si ella se hubiese perdido, lo primero que hubiese hecho es preguntar a alguien por dónde ir, ¿dónde está el problema? ¿Por qué no puede admitir que no sabe dónde está?

A las mujeres les da igual admitir sus fallos porque para ellas, es una forma de establecer vínculos y crear relaciones de confianza. Sin embargo, el último hombre que admitió que se había equivocado fue el General Custer, al mando del Séptimo de Caballería.

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