LOS OTROS SON LOS SUJETOS DE ESTUDIO MINUCIOSO Y DE ENGAÑO SI FUERA NECESARIO

LOS OTROS SON LOS SUJETOS DE ESTUDIO MINUCIOSO Y DE ENGAÑO SI FUERA NECESARIO

La mayoría de las investigaciones psicológicas parten de la premisa de que si cuentas abiertamente lo que analizas, las personas modifican su conducta. En el contexto de la investigación, no deja de sorprender que la capacidad de reflexión de las personas sobre lo que hacen, al igual que cualquier cambio, sea contemplado negativa­mente. Por el contrario, se asume como más científico el hecho de engañar a las personas objeto de estudio para mantener su atención alejada de lo que es realmente medido. Por tanto, el tipo de materia­les que publican las revistas científicas, y que se presenta a los estudiantes en los libros de texto, está basado en lo que hacen las per­sonas cuando se les priva de la potestad de obrar a su libre albedrío, en el sentido de que la mayoría de las conductas registradas que ana­lizan estos estudios tienen lugar cuando alguien más, normalmente el psicólogo, controla la situación.

Incluso este control no es del todo satisfactorio para el psicólogo en su papel de investigador. Parece como si el psicólogo fuera el sujeto activo y la persona denominada el «sujeto» de estudio fuera reducida al

 

LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA

estatus de objeto; incluso en su estatus como «sujeto», es engañado. Al pobre psicólogo tampoco le está permitido siquiera asumir la posición de persona activa en su explicación de lo que ocurre en un experimento, en tanto que se le exige escribir en tercera persona, como si no hubiera estado presente. Tampoco se les permite contar lo que realmente suce­dió durante su interacción con los participantes en un estudio —a quienes no les está permitido sonreír para evitar «variables extrañas»—.

Los experimentos están «despoblados» de personas vivientes y pensantes, y los psicólogos, por su parte, están obligados a pasar inadvertidos53. La mayoría de los psicólogos mantiene el supuesto lamentable que serían muy «subjetivos» y, por tanto, sesgados, si investigaran cuestiones en las que estuvieran verdaderamente interesados; una suposición enraizada en los aburridos y banales estudios publicados habitualmente en las revistas oficiales54.

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