LA HISTORIA DE LOS SISTEMAS DE DIAGNÓSTICO SUPRIME AL PSICOANÁLISIS, AUNQUE SUS RASTROS PERMANECEN

LA HISTORIA DE LOS SISTEMAS DE DIAGNÓSTICO SUPRIME AL PSICOANÁLISIS, AUNQUE SUS RASTROS PERMANECEN

Los psicólogos quieren saber con exactitud cómo categorizar los distintos trastornos «neuróticos» y suprimir sus síntomas. Durante algún tiempo no les importaba que los trastornos «psicó­ticos» fueran tratados por los psiquiatras, si bien no tardaron en darse cuenta de que si hacían suyas las numerosas y bien funda­mentadas críticas a la categoría de «esquizofrenia», la psicología podría articular un enfoque propio que desglosara dicha categoría tan poco manejable en síntomas discretos para tratarlos posterior­mente por separado18. De esta manera, los diagnósticos tradicionales de la «neurosis» y la «psicosis» serían sustituidos por una lista de trastornos en continua expansión, clasificados por los comités que actualizan el CIE y el DSM.

La impaciencia que provoca el proceso psicoanalítico, largo y caro, condujo a muchos psicoanalistas a reformular su práctica y ajustarla al enfoque psicológico para, posteriormente, articular aproximaciones «cognitivas» que los psicólogos recibieran con entusiasmo19.

Se han extraído distintas versiones del psicoanálisis para incorporarlas a la psicología. No obstante, lejos de prescindir del psicoanálisis, los conceptos que consiguieron llegar a la psicología son tergiversaciones que desde un primer momento establecen una separación estricta entre los pensamientos y los sentimientos. Por ejemplo, los conceptos de «competencia» y el síndrome del «estar quemado» o desgaste profesional (burra,-out) forman parte del lega­do psicoanalítico estadounidense20. En concreto, proceden de la tradición estadounidense de la «psicología del ego», una corriente que cae en la más burda psicología reduccionista y que la mayoría de los psicoanalistas fuera del mundo anglófono no reconocerían en absoluto21. No obstante, proporcionaba un enfoque más fácilmente

 

IAN PARKER

adaptable a las necesidades de las compañías aseguradoras y a los exiguos fondos de los servicios sociales, al ser rápida, económica y desenfadada y a pesar de convertir a las personas en un conjunto de mecanismos que los psicólogos consideran de interés científico22.

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