EL DESTETE

Una sesión comenzó con un anuncio dramático: «Se me fue la leche y me apareció la menstruación. Es horrible verme el pecho así; antes estaba duro y lleno, y ahora está blando, caído, como muerto [destete catastrófico, en el que revive el parto y el propio nacimiento]. Con usted siento como si también fuera el fin. Qui¬siera regalarle algo lindo pero no puedo, porque tengo poca plata».
La hija contaba a la sazón siete meses, había comenzado su dentición y el pediatra había aconsejado ya un «cambio» de comida. Pero Marisa estaba inconsolable: no podía elaborar la separación y vivía la pérdida del pecho (identificada con la nena destetada) como vaciamiento interno (pérdida de leche y menstruación) que la dejaba «muerta» y sin capacidad de reparar («con poca plata») . Los sueños de esta época fueron siniestros y reaparecían de distintas ma¬neras fantasías de «descuartizamientos».
La elaboración de este material marcó un momento muy impor¬tante en el análisis de Marisa, ya que pudo, en esa situación de frustración y cambio, evitar la repetición de sus viejas técnicas hi¬pocondríacas y psicopáticas, y retomar un contacto más positivo con el mundo externo.
Sus relaciones con el marido sufrieron un profundo cambio y sus relaciones sexuales se hicieron más satisfactorias. Por otra parte, disminuyó su rivalidad con él y pudo volver a estudiar y presentar¬se a examen en varias materias, obteniendo buenas calificaciones pero, especialmente, volvió a interesarse por lo que estudiaba y a experimentar esa gratificación como más importante que las califi¬caciones.
El mayor logro era poder estudiar sin enfermarse (vieja disociación mente-cuerpo) ni abandonar los roles de esposa y madre, partes de su identidad que se toleraban en sus respectivas funciones.
El hecho de que pudiera estudiar y mantener relaciones sexuales sin que resultaran actividades excluyentes, fue consecuencia de la elaboración de las múltiples implicaciones de la situación expresada en los «sueños del destete». Así, pudo comprender que en sus intentos de dejarse despedazar la mente para salvar el cuerpo, es decir, sacrificar la parte estudiante masculina, según ella (identificada con el marido que estudiaba) para salvar la parte femenina, el pecho y el vientre, estaba también sacrificando sus partes sexuales, porque el marido no era sólo estudiante: era su compañero sexual, y al des¬cuartizarlo estaba descuartizando simultáneamente su parte sexual ligada a él.
Pudo permitir que la muchacha cocinara la papilla para la nena y la atendiera en su ausencia, sin ser presa de asco y fantasías de contagios y envenenamiento. Mejoró su anorexia y su silueta adquirió forma, ya que después del parto había vuelto a quedar muy delgada, y se quitó el rodete (falsa identidad-pecho omnipotente) .
Si podía permitir que la muchacha cocinara, empezaba a poder permitir que yo cocinara las interpretaciones y no temer comerlas aceptándolas como mías: esto significaba que la relación conmigo como depositaria de sus identificaciones proyectivas estaba lo sufi¬cientemente bien establecida como para que se vislumbrara la po¬sibilidad de mi aceptación como pecho nutricio, del cual pudiera introyectar alimentos que llenaran el vacío anterior.

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