La génesis de los mitos y de los rituales 103

del mecanismo de la víctima propiciatoria, permite entender el objetivo que buscan los sacrificadores. Quieren reproducir con la mayor fidelidad posible el modelo de una crisis anterior que se ha resuelto gracias al mecanismo de la víctima propiciatoria. Todos los peligros, reales e imagi­narios, que amenazan la comunidad son asimilados al peligro más terrible que pueda confrontar una sociedad: la crisis sacrificial. El rito es la repe­tición de un primer linchamiento espontáneo que ha devuelto el orden a la comunidad porque ha rehecho en contra de la víctima propiciatoria, y alrededor de ella, la unidad perdida en la violencia recíproca. Al igual que Edipo, la víctima aparece como una mancha que contamina todas las cosas de su entorno y cuya muerte purga efectivamente a la comunidad puesto que le devuelve la tranquilidad. Este era el motivo de que se paseara al pharmakos un poco por todas partes, a fin de que drenara todas las im­purezas y las congregara sobre su cabeza; después de lo cual se expulsaba

  • se mataba al pharmakos en una ceremonia en la que participaba todo el populacho.

Si nuestra tesis es exacta, es fácil explicar que el pharmakos, al igual que el propio Edipo, tuviera una doble connotación; por una parte, se le ve un personaje lamentable, despreciable y hasta culpable; aparece conde­nado a todo tipo de chanzas, de insultos y, claro está, de violencias; se le rodea, por otra parte, de una veneración casi religiosa; desempeña el papel principal en una especie de culto. Esta dualidad refleja la meta­morfosis de la que la víctima ritual, a continuación de la víctima originaria, debiera ser el instrumento; debe atraer sobre su cabeza toda la violencia maléfica para transformarla, mediante su muerte, en violencia benéfica, en paz y en fecundidad.

Tampoco hay que asombrarse de que la palabra pharmakos, en griego clásico, signifique a un tiempo el veneno y su antídoto, el mal y el reme­dio, y, finalmente, toda sustancia capaz de ejercer una acción muy favo­rable o muy desfavorable, según los casos, las circunstancias, las dosis utilizadas; el pharmakos es la droga mágica o farmacéutica ambigua, cuya manipulación deben dejar los hombres normales a los que gozan de cono­cimientos excepcionales y no muy naturales, sacerdotes, magos, chamanes, médicos, etc.’

Esta aproximación entre Edipo y el pharmakos no significa en abso­luto que adoptemos las opiniones de los eruditos, especialmente ingleses, los Cambridge ritualists, que han ofrecido una definición rigida de la tra‑

gedia. Es más que evidente que el mito edípico es inseparable de ritos análogos a los del pharmakos, pero hay que procurar no confundir el

mito y el ritual, por una parte, con la tragedia por otra, cuya inspiración, como hemos visto, es básicamente antimítica y antirritual. Los Cambridge ritualists y sus discípulos sustentan, por otra parte, su interpretación del pharmakos en la idea de que los cambios estacionales, la «muerte» y la

4. Cf. pp. 511-514.

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