Identificación primitiva y madura.

Ahora bien, las relaciones con los objetos se establecen fun­damentalmente por medio de los mecanismos de identificación.

Ya Freud se había referido a la identificación como la forma más temprana de relación con un objeto al que se considera como modelo. «La identificación es conocida en psicoanálisis como la manifestación más temprana de un enlace afectivo con otra persona y desempeña un importante papel en la prehistoria del complejo de Edipo…» «La identificación es, además, desde un principio, ambivalente, y puede concretarse tanto en tina exteriorización cariñosa corno en un deseo de supresión. Se comporta como una ramificación de la fase oral de la libido, durante la cual el sujeto incorporaba al objeto amado, comiéndoselo y al hacerlo así lo destruía.» (3)           El primer deseo es, pues, incorporar al objeto y ser el objeto; el segundo paso en la evolución es tener el objeto, es decir, la elección objelal, pero que se puede volver a 1a fase de identi­ficación por regresión. «La sustitución  del objeto abandonado o perdido, por la identificación con él, o sea 1a introyección de este objeto en el yo, son hechos observables en la vida infantil.» (3)

Al yo le es más fácil diferenciar entre distintos objetos que entre self y objetos. En relación con esto, es posible considerar dos tipos de identificación: 1) la identificación primitiva en la cual, la fantasía inconsciente del self y de objetos no se han diferenciado aún o, por un proceso de regresión, se han vuelto a unir después que ‘la diferenciación ha tenido lugar . Esto corresponde a la simbiosis total y al tipo de relación objetal primitiva que se da entre el lactante y so madre. La identificación es masiva y total, todo el objeto está dentro de la representación del self y viceversa; 2) la identificación madura que tiene como requisito previo una clara diferenciación entre representaciones del  self y re­presentaciones de objeto, además de de un conveniente grado de ma­durez del yo. Esta identificación es selectiva, toma aspectos par­ciales del objeto y estos aspectos parciales son incorporados en forma estable a la representación del self en el yo, enriqueciéndola con una nueva habilidad o cualidad. Para ello es necesario que se trate de una verdadera relación de objeto y no de una simbiosis. La identificación primitiva y la identificación madura corresponderían, en la nomenclatura kleiniana, a la identificación proyectiva y a identificación introyectiva, respectivamente.

La identificación introyectiva es parte del desarrollo normal. La madre y, en realidad, primeramente el pecho, es el primer objeto de los procesos introyectivos y proyectivos del bebé. La internaliza­ción es de gran importancia para los procesos proyectivos y, en particular, el buen pecho internalizado actúa como un punto focal en la formación del yo, desde el cual pueden provocarse los senti­mientos buenos; y ésa es la precondición para lograr un yo inte­grado y estable y buenas relaciones objetales. Un buen objeto esta­blecido en forma segura da ál yo un sentimiento de riqueza y abundancia que permite proyectar libido y partes buenas del self al mundo externo sin sentirse vaciado. El yo puede entonces tam­bién reintroyectar el amor proyectado, o lo bueno de otras fuentes, y sentirse enriquecido en todo el proceso (11).

 

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