Cuerpo e Identidad.

La percepción del cuerpo como unidad sirve de base para la noción de «esquema corporal» como unidad somato-psíquica pro­puesta por Schilder (17) . El esquema corporal se basaría en el «yo corporal» de Freud, más los afectos y actitudes motrices asociadas a toda percepción *. Cuando Freud señaló que «el yo es primero y sobre todo un yo corporal… no sólo un yo superficial sino incluso la proyección de una superficie» (4) , estaba poniendo el acento en uno de los factores más importantes que forman los cimientos de la identidad. Schilder consideró la imagen del cuerpo humano como una estructura antropológica, a la vez que fisiológica y psico­lógica, y la concibió así no sólo como un factor decisivo en toda acción humana, sino como una parte constitutiva de la persona humana misma. Por imagen del cuerpo humano entiende aquella representación que nos formamos mentalmente de nuestro propio cuerpo. ¿Cómo se integra esta imagen? Disponemos de ciertas sen­saciones; vemos algunas partes de la superficie corporal, tenemos impresiones táctiles, dolorosas, musculares y viscerales. Todo ello conduce a la experiencia inmediata de que existe una unidad cor­poral. La expresión «esquema corporal» pertenece a Head (7) que describió el modelo postural del cuerpo. El esquema corporal es la imagen tridimensional que todo el mundo tiene de sí mismo. Pero la noción del esquema corporal comprende además de la expe­riencia kinestésica y de las estructuras posturales, una relación espa­cial y temporal **. La imagen corporal se expande más allá de los límites del cuerpo. Así, por ejemplo, las personas que manejan coche, habitualmente lo consideran una extensión de su esquema corporal, incluyéndolo en el lenguaje como parte de sí mismos: «me chocaron», «por aquí no quepo», etcétera.

Las ropas también pasan a formar parte de la imagen corporal. Cuando el hombre primitivo se coloca máscaras terribles para sus ritos religiosos, y se tatúa el cuerpo, su figura se agiganta, provoca miedo, se identifica con los dioses a quienes representa.

Los objetos que han estado alguna vez vinculados con el cuerpo retienen parte de la cualidad de la imagen corporal. Todo aquello que se origina en el cuerpo o que emana de él, sigue formando parte de la imagen corporal aun cuando ya se haya desprendido física­mente de aquel. La voz, el aliento, el olor, los excrementos, el flujo menstrual, la orina y el semen siguen siendo parte de la imagen corporal aún cuando en el espacio se hayan separado del cuerpo. La imagen corporal es además un fenómeno social. Un cuerpo es siempre el cuerpo de una persona, y toda persona tiene emociones, sentimientos, tendencias, motivos y pensamientos. La percepción del cuerpo de los demás y de su expresión de la emoción es tan primaria como la percepción del propio cuerpo o de la propia expresión emocional. Las emociones están dirigidas siempre a los demás; por lo tanto siempre son sociales. Nuestra propia imagen no es posible sin las imágenes corporales de otras personas. Yo y tú no son posibles el uno sin el otro. Un cuerpo es siempre la expresión de un yo y de una personalidad, y está dentro de un mundo.

La constitución progresiva del otro como objeto de la experien­cia es necesaria para que el niño pueda convertirse progresivamente en un objeto respecto de sí mismo. En el transcurso de los primeros períodos de vida se produce una importante diferenciación entre el propio cuerpo y los objetos exteriores al cuerpo. Como consecuen­cia de diversas experiencias, el niño ya no trata a su propio cuerpo como a un extraño y, poco a poco, lo va individualizando. Prime­ramente individualiza las partes del cuerpo, pero sin integrarlas en un conjunto; luego se efectúa la integración. El niño cobra conciencia del carácter «total» de su cuerpo al mismo tiempo que el «otro» llega a ser para él un objeto «total». Entonces ve su propio cuerpo en la misma forma en que ve el cuerpo ajeno. Eso ocurre en primer lugar con la madre, que ‘es el primer ser frente al cual el niño se sitúa.

 

* Desde el comienzo de sus investigaciones, Freud comprobó la íntima interconexión entre lo que llamamos «mente» y lo que conocemos como «cuer­po». Además, al constatar el papel que las emociones —la vida instintiva—desempeñan en la conducta normal y patológica, Freud fue construyendo un esquema del desarrollo total del individuo desde la infancia hasta la madurez, estableciendo la interrelación constante entre cuerpo y mente, como una unidad psico-física. La mente es una entidad que nace con las primeras sensaciones, las primeras manifestaciones corporales de placer y de malestar. El instinto es un fenómeno que tiene una doble modalidad de expresión, ya que se evi­dencia mediante manifestaciones fisiológicas en su faz somática y mediante fantasías inconscientes en su faz psicológica.

**Para Schilder (17) , la noción de esquema corporal es esencialmente dinámica, por lo tanto no la considera una Gestalt (estructura) sino una Ges­taltung (estructuración) .

Para Clifford Scott (18) , el esquema corporal es una «integración cons­ciente o inconsciente de las situaciones, percepciones, afectos, recuerdos e imáge­nes del cuerpo, desde la superficie a la profundidad, y desde aquí a los, límites del espacio y el tiempo». Sostiene, además, que la división del yo corporal y yo psíquico es el resultado de un mecanismo de defensa que lleva a una de las primeras disociaciones: división cuerpo-alma.

E. Pichon-Riviére (15) , sugiere un proto-esquema-corporal que se integra alrededor de un eje ya estructurado prenatal, formado por estímulos intercep­tivos, propioceptivos, etcétera, producto de los estímulos de la vida fetal.

 

Deja un comentario