Capítulo I ¿QUÉ ES EL TRASTORNO BIPOLAR?

Capítulo I
¿QUÉ ES EL TRASTORNO BIPOLAR?

Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre
es que no todos ignoramos las mismas cosas.
A. EINSTEIN

E trastorno bipolar es una enfermedad que afecta a los meca­nismos cerebrales encargados de regular el estado de ánimo, ha­ciendo que éste sea patológicamente inestable. Habitualmente, el estado de ánimo de la mayoría de las personas tiende a ser regular y a estar en consonancia con las circunstancias. Es decir, cada día nos sentimos aproximadamente igual que el anterior; habrá quien tienda, de modo natural, a sentirse más contento, optimista y enérgico, y habrá otras personas que «por carácter» tengan un tono vital algo más bajo y quizás sean más pesimistas. Por supuesto, todos pasamos por pequeños altibajos: épocas o días en los que nos hemos levantado con el ánimo especialmen­te elevado y con gran disponibilidad de energía, y otros días en que, por el contrario, nos sentirnos faltos de energía y ánimo. Esto puede deberse a factores muy diversos, que incluyen la salud física, el clima, la época del año, las horas de sueño o, en el caso de las mujeres, la menstruación, entre otros muchos. O pue­de ser una consecuencia de algo que nos está sucediendo: gene­ralmente estamos.muy contentos ante una época especialmente

positiva (inicio de un romance, determinadas festividades) y más alicaídos ante la presencia de problemas o preocupaciones (fin del romance, fin del verano, declaración de la renta). Esto es lo que conocemos por «variaciones normales del estado de áni­mo».

El estado de ánimo es algo variable, cambiante, pero no alea­torio o casual: todas nuestras variaciones anímicas —normales o no— tienen una explicación. El problema es que la mayoría de las veces desconocemos cuál es, ya que en muchas ocasiones la causa de nuestras variaciones no se encuentra fuera de nuestro cerebro sino dentro de éste o, mejor dicho, la causa de estas va­riaciones «es» nuestro cerebro. El cerebro es el órgano de nuestro cuerpo encargado, entre otras cosas, de dar significado emocional e intelectual a los estímulos tanto externos como internos. Con­viene no confundirlo con la «mente», que es una de las muchas cosas que «hace» el cerebro. Nuestra mente es producto de nues­tro cerebro y de sus interacciones con el exterior. Confundir am­bos conceptos es frecuente, sobre todo porque la propia psiquia­tría y psicología los han utilizado en ocasiones prácticamente como sinónimos. Por ejemplo, la mayoría de enfermedades que llamamos «mentales», término que incluso usamos todos los pro­fesionales y está presente en la nomenclatura médica habitual, deberían ser redefinidas —para ser coherentes con los conoci­mientos de los que disponemos hoy en día— como «enfermeda­des cerebrales», ya que en su mayor parte son producto de alte­raciones biológicas (del cerebro) y no psicológicas (de la mente), aunque a veces resulta complicado poner la barrera entre ambas (de hecho, estrictamente hablando, no existe tal barrera).

La persona que está afectada de un trastorno bipolar padece graves alteraciones del humor que no responden a estímulos ex‑

tenores. El estado de ánimo de un paciente bipolar —sobre todo si no recibe un tratamiento adecuado— no depende, pues, de forma exclusiva de aquello positivo o negativo que sucede en su vida, sino fundamentalmente de cambios biológicos que ocurren en su cerebro. Evidentemente, los acontecimientos positivos o negativos que le sucedan a una persona que padece un trastorno bipolar afectarán de un modo u otro a su estado de ánimo, aun­que quizás no siempre del modo que sería de esperar, pudiéndo­le sobrevenir una crisis de euforia ante un acontecimiento muy negativo o una depresión en un momento especialmente dulce de su vida.

El estado de ánimo es algo tremendamente complejo que va más allá de la polaridad «contento-triste». Incluye la per­cepción de un estado emocional de bienestar o malestar, la cualidad optimista o pesimista de los pensamientos, la sensa­ción de satisfacción o insatisfacción e incluso el bienestar o malestar físico. Algunos lo definen como «estados emocionales sostenidos» que colorean la personalidad y la vida psíquica en su totalidad.

Admitimos que es una definición algo confusa. Cuando no sabemos explicar qué es algo, suele ser muy útil —o al menos socorrido— explicar qué no es. Pues bien: el estado de ánimo no es la personalidad, que definimos como «la forma de organizar nuestra relación con el exterior y la percepción de nosotros mismos, que depende de varios factores, tanto ambientales» como biológicos; no depende de la educación que uno ha recilbido ni de las relaciones con su padre o su madre (incluso las más tempranas), ni —directamente— de los acontecimientos que han marcado su vida. Depende, ante todo, de aspectos biológicos: determinada predisposición ge‑

nética, el modo de funcionar de nuestro cerebro (inhibiendo más o menos la impulsividad, siendo capaz de dar respuestas nuevas a viejos problemas, etcétera). Por lo tanto, los trastor­nos del estado de ánimo, como la depresión o el trastorno bipolar, tienen una base biológica. Son tan orgánicos como la diabetes, la miopía o la esclerosis múltiple, aunque más com­plejos. Ello implica, por supuesto, que su tratamiento será fundamentalmente biológico –fármacos–, con un cierto lugar para algunas psicoterapias que han demostrado eficacia como tratamiento añadido a los fármacos. Y sin ningún lugar para psicoterapias centradas en la personalidad o en el pasado de la persona, aunque éstas puedan utilizarse con otros fines en personas que, eventualmente, también padezcan trastorno bipolar.

El trastorno bipolar es una enfermedad episódica o cíclica en la que se alternan periodos en que está estabilizada (a los que llamamos periodos de eutimia) con episodios de descom­pensación (manía, hipomanía, estados mixtos y depresión).

El trastorno bipolar es una enfermedad crónica: esto quie­re decir que dura toda la vida, pero no es una enfermedad intratable. Hoy en día existe un gran número de tratamientos que permiten a la mayoría de las personas que sufren trastor­no bipolar evitar muchos episodios y sufrimientos, mejorando su funcionamiento y calidad de vida.

Por último, nos gustaría aclarar que ningún trastorno psi­quiátrico, incluido el bipolar, es, en la actualidad, sinónimo de locura. La única o mayor locura es pretender que no existen las enfermedades psiquiátricas.

Tabla 1

SER Y NO SER DEL TRASTORNO BIPOLAR
EL TRASTORNO BIPOLAR ES

Una enfermedad del estado de ánimo.

Una enfermedad causada por una disfunción cerebral.

Una enfermedad crónica, con fases de remisión.

Una enfermedad episódica, cíclica y recurrente.

Una enfermedad tratable.

Una enfermedad frecuente (4-6 por ciento de la población total).

Una enfermedad existente en todo el mundo.

Una enfermedad que requiere consultar con especialistas cualifi­cados.

Una enfermedad que puede aparecer a cualquier edad.

La sexta causa de incapacidad en el mundo.

EL TRASTORNO BIPOLAR NO ES

Un signo de debilidad.

Un problema psicológico.

Un trastorno de la personalidad.

Culpa de nadie.

Un problema debido al estrés.

Una enfermedad nueva.

Una moda.

Un castigo divino.

Un don.

Diagnosticable con analíticas y pruebas de neuroimagen.

Sinónimo de incapacidad.

Una excusa.

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